Bernardo Pilatti
ESPN Digital
Gennady Golovkin noqueó en menos de dos asaltos al armenio
Vanes Martirosyan, ganó una histórica vigésima defensa consecutiva, conservó
todos sus títulos de campeón mediano, envió un poderoso mensaje de autoridad a
todas las figuras de su división y quedó listo para enfrentar a Saúl “Canelo”
Álvarez el próximo 15 de septiembre.
La contundencia de su victoria debería eximir cualquier
comentario adicional sobre su superioridad. Sin embargo, este combate, pese a
lo breve, deja muchas conclusiones y definitivamente contribuye colocando el
interés de los aficionados en lo que realmente importa: la competencia
deportiva y la pelea que todos quieren ver, GGG vs. Canelo.
Por fin se pasa raya y se da vuelta la tapa del libro a la
fastidiosa novela creada alrededor de los dos positivos por clembuterol de
Canelo. Esta misma noche comenzarán las negociaciones para esa pelea y durante
los próximos meses, el kazajo y el mexicano estarán en el centro de la atención
mediática, exclusivamente por su pelea.
GGG venía de dos peleas que recorrieron la distancia
completa. Su victoria sobre Daniel Jacobs primero y el empate contra Canelo
después. Fueron combates donde, además de no vencer por la vía rápida,
aparecieron detalles poco comunes en su desempeño como la cautela, la
precaución defensiva y las dudas a la hora de arriesgar.
En ambas peleas, por momentos, se vio superado técnicamente
y recibió golpes duros, tanto por la ofensiva de Jacobs como el contragolpe de
Canelo.
A sus 36 años y con una división repleta de talento, la
mayoría de la cual hace fila para enfrentarlo, las mayores expectativas de su
batalla de este sábado pasaban por esa incógnita: ¿veremos a GGG ganar con
problemas en una pelea de trámite o aprovechará la misma para recuperar su
carisma ofensivo? Fue lo segundo. El kazajo entró decidido a darle poco tiempo
en el ring a su rival y efectivamente, no se lo dio.
Tal vez, su intención haya sido trabajar la pelea por tres o
cuatro asaltos para ejercitar su ofensiva de menos a más, pero en el mero
primer asalto, en el de teórico estudio, Martirosyan lo conectó duro con una combinación
al final del episodio que consiguió conmoverlo. De inmediato hubo cambio de
planes y la orden fue salir a masacrarlo antes que el armenio que se quitara el
óxido de dos años sin pelear.
Martirosyan había planteado una buena estrategia. Moverse siempre,
utilizar el jab para establecer la distancia y conectar desde afuera o
entrando, evitando siempre el intercambio directo. Lo hizo en el primer round,
en el segundo GGG no se lo permitió. Allí fue el de siempre. Lo llevó a las
cuerdas, le frenó la salida con un gancho de derecha durísimo y cuando lo tuvo
a tiro, apeló a una secuencia infernal para terminarlo. Derecha por afuera a la
cabeza, doble izquierda replicada por dentro, otra derecha al mismo lugar y una
izquierda para rematar cuando la mirada perdida del armenio ya mostraba que
estaba fuera de la conversación.
La pelea terminó como lo predecían todos los pronósticos,
aunque quizás fue más temprano de lo que se esperaba. Martirosyan nunca fue
noqueado, ha demostrado resistencia al golpeo y un peso similar al de Golovkin.
A la hora del combate el campeón subió en 173 libras y el armenio
en más de 170. Sin duda, el interés primordial de GGG era demostrar que no le
pesa la edad y su poder está intacto.
En el breve tiempo de pelea, además de la contundencia,
Golovkin sorprendió con su volumen de golpeo, especialmente la metralla pesada.
Lanzo 84 golpes y conectó 36, mientras que en impactos de poder acertó 16 de 30
enviados a la humanidad de Martirosyan. Que en este último rubro haya superado
el 50 por ciento de efectividad, habla muy bien sobre su desempeño.
Al detalle estadístico en las conclusiones, hay que agregar
el valor mental de la victoria por la vía rápida en un campeón del cual no solo
se espera que siempre venza por KO, su historia se lo exige y la fanaticada lo
mide bajo ese único rubro. Ganar de esa forma esta vez era una obligación y
cumplió con la ley de su palmarés.
Al final de la pelea, Golovkin eludió por tres veces la
misma pregunta: ¿si no fuera Canelo, a quien desea enfrentar del nutrido
talento en las 160 libras?
Se le nombraron a Charlo, Jacobs, Saunders, entre otros, pero Golovkin se
limitó a decir que quiere enfrentarlos a todos, no tiene preferencias. Apenas
dijo lo obvio sobre Saúl Álvarez, “si está listo, yo estoy listo, entonces
vamos hacerlo en septiembre”.
No hay otro plan en la estrategia comercial de Golovkin. Es
el único combate millonario en su camino y por cierto, de todos los rivales
potencialmente peligrosos en las 160 libras, hoy Canelo es el que provoca menos
riesgos porque las condiciones alrededor de la nueva pelea han cambiado mucho y
las expectativas deportivas serán diferentes. Un tema sobre el cual
escribiremos mucho en las próximas semanas.
La negociación para ese combate será rápida, no hay mucha
especulación sobre la necesidad que tienen ambos (Canelo y GGG) de acordar ese
combate. Tal vez, las demoras se den por la discusión sobre las ganancias en el
nuevo contrato. Es evidente que cambiaran las condiciones y Golovkin reclamará
una parte mayor de la bolsa, a la acordada en el contrato anterior.
Canelo sigue siendo el lado A, pero llega golpeado por todo
lo sucedido en estos meses y sin alternativas lucrativas que puedan sustituir
al kazajo en la fiesta del 15 de septiembre. Se habla de que en caso no ocurra
la GGG-Canelo2, estaría decidido enfrentar al irlandés Gary O'Sullivan en una
pelea de trámite.
En caso no haya acuerdo y caiga la revancha con Canelo, muy
seguros estamos que Golovkin no enfrentará a Jermall Charlo (campeón interino
CMB) o Daniel Jacobs (flamante retador mandatario al cinturón de súper campeón
AMB) ni tampoco unificará con Billy Joe Saunders (campeón OMB) ni al retador
mandatario de la FIB, Sergiy Derevyanchenko. GGG, tomará de inmediato el
invento que ya dio a conocer Bob Arum para uno de sus pupilos predilectos, el
campeón regular AMB, el japonés Ryota Murata.
El presidente de Top Rank quiere llevar a GGG a Tokyo para
que exponga sus cinturones en una millonaria batalla. ¿Alguien duda que el
kazajo necesite tiempo para pensar en esa oferta?
Bajo esas expectativas, no habrá muchas dilaciones en
negociar y acordar la pelea del 15 de septiembre. Las dos partes querrán
finiquitar rápido ese asunto para iniciar la promoción, organizar los
campamentos y tener claro un negocio que necesita que les haga recuperar las
pérdidas de este cinco de mayo.
Es verdad que la batalla contra Vanes Martirosyan nos dejó
gusto a poco, pero las conclusiones no son tan pocas y será mucho lo que
hablaremos de Golovkin en los próximos días. La contundencia de su KO en
Carson, fue una demostración de poder por un lado y un golpe de autoridad por
el otro: es el principal campeón y tiene el control de la categoría. Le pese a
quien le pese.