martes, 17 de enero de 2012

CINCO MOMENTOS EN LA CARRERA DE ALI



CARLOS IRUSTA ESPN.com

A lo largo de su brillante carrera, El Más Grande debió enfrentarse a situaciones extremas. Aquí recordamos algunas.

"El guante está roto"
Cuando Ángelo Dundee dijo esta frase en un Wembley colmado de espectadores, todos al borde de la histeria y la euforia, el referí, Tommy Little, no supo qué hacer. El estadio estaba en llamas, Cassius Clay se había salvado gracias a la campana y Henry Cooper, el orgullo de Inglaterra, estaba a punto de shockear al mundo& Cuando se anunció la pelea para el 18 de junio de 1963, se generó una gran expectativa. Cooper, quien siempre fue uno de los favoritos del boxeo inglés, era además, un caballero de finos modales, de gran temperamento y de una piel tan fina que sangraba muchísimo en cada pelea. Pero podía pegar, también.
Así que el estadio se sacudió en sus cimientos cuando, al finalizar el cuarto round, con un gancho de izquierda de breve recorrido, Henry lo puso en la lona a Clay, quien cayó hacia atrás, como un muñeco, sentado en la lona, rebotando contra las sogas. Se levantó, si, y fue entonces cuando sonó la campana.
Una vez más iba a aparecer allí la astucia de Ángelo Dundee, quien de inmediato llamó al referí: "Señor, este guante está roto y así no podemos continuar". Muchos años más tarde, en sus oficinas de Miami, Dundee, riendo con su risa de niño atrapado en una falta, nos contó: "Yo ya había visto que el guante estaba roto, pero no dije nada porque pensé que quizás, podía llegar a necesitarlo en algún momento..."
La leyenda dice que se perdieron varios minutos y que Clay, ya recuperado, salió al quinto asaltos sin problemas. La pelea en realidad fue detenida apenas unos segundos y, de acuerdo con una investigación de la revista Boxing News, el guante nunca se cambió.
Clay salió al quinto asalto dispuesto a terminar con aquello, y tras propinarle tremendo castigo a Cooper, obligó al referí a detener el encuentro, puesto que el británico estaba muy lastimado. La pelea quedó en la historia como "La pelea del guante roto" y en donde, una vez más, Dundee mostró ser un buen piloto de tormenta.

"¡Estoy ciego, no veo nada!"
El suplicante grito de Cassius Marcellus Clay conmovió a Ángelo Dundee. Sentado en su esquina, inquieto, abriendo grotescamente la boca y parpadeando entre lágrimas y pulsaciones, el boxeador lucía confuso y preocupado. Había terminado el cuarto asalto de la pelea que estaba sosteniendo frente a Sonny Liston, por entonces, el campeón mundial de todos los pesos. Era la noche del 25 de febrero de 1964.
La pelea -- programada en Miami -- había creado una gran expectativa entre los periodistas, ya que la mayoría se preguntaba en qué asalto Liston iban a noquear a su arrogante y parlanchín retador. Clay, que había hecho burla de Liston, llamándolo "Oso Feo" y arrogándose el título de "El boxeador más bonito y más rápido de todos", comenzó la pelea bailoteando y saliendo a los costados.
Liston, de por sí muy lento, subió confiado en que apenas pudiera conectar una mano, la pelea se iba a terminar, tal cual como había hecho con Floyd Patterson, por ejemplo, a quien había noqueado dos veces en tiempo casi record. Pero con Clay era otra cosa. Saliendo a los costados, presionando con su jab de izquierda, moviendo la cabeza cuando Sonny pasaba de largo, el retador iba alargando la pelea. Hasta que, en ese cuarto asalto, Clay comenzó a sentir fuego en los ojos y perdió gran parte de la visión. Era muy común que se acusara a Liston -- que por entonces tenía 32 años, diez más que su rival -- de utilizar substancias prohibidas que le ponían en los guantes. Sin perder la sangre fría, Dundee le dijo a Clay: "Quédate quieto. Te voy a limpiar con mucha agua, para que se vaya el efecto. Ahora hay que salir a bailar bien de lejos. Que no te toque, chico, que pase el round entero sin que te toque". Clay obedeció; lentamente comenzó a mejorar su visión.
Liston se dio cuenta de que sus fuerzas decrecían y, finalmente, abandonó por una lesión un hombro, en la que pocos creyeron. Clay, gracias al consejo de Dundee y a sus prodigiosas piernas que lo mantuvieron lejos de Sonny, había superado un momento crítico. Esa noche se convirtió en el campeón mundial de todos los pesos. Apenas se produjo la victoria, comenzó a gritar, mirando a los periodistas: "Cómanse sus palabras!".

"Ahora déjenme hacer a mi"
George Foreman era el campeón indiscutido de los pesos completos. Cuando Don King anunció la pelea ante Muhammad Ali en el Zaire, el mundo del boxeo se volvió loco. ¿Por qué ir al Africa, teniendo al Madison en el corazón de Nueva York? Tras una postergación la pelea se hizo el 30 de octubre de 1974.
Beneficiado por el general Mobutu, Don King obtuvo grandes beneficios económicos, que le permitieron anunciar que los boxeadores se iban a llevar 5 millones de dólares cada uno. La pelea empezó como a las cuatro de la mañana, para sintonizar con las diez de la noche en Nueva York. George Foreman, era amplio favorito para retener su corona. Llegó a decirse que en su vestuario, antes del combate, rezaron para que George no matara a Ali.
Ali salió a bailar a los costados. Hasta que de pronto, se estacionó contra las sogas. Dundee nos contó que fue él mismo quien las había aflojado. Recostado en ellas, Ali comenzó a recibir los tremendos golpes de Foreman, quien los lanzaba como aspas de molino. Lentos, a veces imprecisos, los puños de Big George llegaban a los flancos de Ali quien, recostado en las sogas y con la guardia baja, le decía: "¿Eso es todo lo que tienes? ¿Por qué no tiras mas golpes, mujercita?".
Cuando en su rincón comenzaron a pedirle a Ali que saliera de ese encierro, Ali tomó el mando: "Voy a hacer lo que quiero, déjenme hacer a mi". Estaba naciendo el rope-a-dope, o sea la trampa de las sogas. Foreman comenzó a desgastarse de tanto tirar golpes. Ali, mientras tanto ejercía su guerra sicológica. Finalmente, más quebrado en los anímico que en lo físico, Foreman se entregó, al recibir dos tremendas derechas. Dio una pirueta curiosa en el aire, y como un toro de lidia sacudido por la estocada final, se derrumbó. Fue también, el final de la pelea. "Foreman se quejó de muchas cosas -- contó luego Ali -- de que la lona era muy blanda (como si eso tampoco me afectara a mi), de que lo habían drogado antes de subir al ring, de que se equivocó con el tiempo de la cuenta y que el out le llegó cuando iba por ocho segundos... Simplemente, un mal perdedor. Esa noche le di una clase de boxeo". Y esa noche, Ali se convirtió en el segundo boxeador pesado en reinar por segunda vez, ya que Floyd Patterson lo había logrado antes.
El combate fue inmortalizado en un libro, del mismo nombre, escrito por Norman Mailer y un documental, "Cuando éramos reyes", que ganó el Oscar en su rubro.

"Solamente te pido que te pongas de pie"
El estadio era una caldera. Entre el calor de las luces de la televisión, más la gente, más el clima, se había superado la barrera de los 40 grados. "Vi toda la pelea con una toalla mojada tapándome la cabeza, por eso sobreviví -- nos dijo, una vez, el doctor Ferdie Pacheco. Imaginen lo que habrá sido para los boxeadores".
Los boxeadores eran Muhammad Ali, campeón del mundo y Joe Frazier, retador y ex campeón del mundo. El escenario, Quezon City, cerca de Manila, en Filipinas. La fecha, 1° de octubre de 1975. Ali había viajado junto a la modelo Verónica Porche. Cuando su esposa Belinda se enteró, viajó también a Manila y se armó un tremendo escándalo. "Ali pensó que iba a ser un viaje de placer -- contó Pacheco -- mientras que Frazier viajó dispuesto a librar la batalla de su vida, a cobrarse el odio que le tenía a Ali".
Así que cuando pasó el cuarto asalto, y Frazier seguía avanzando, la esquina de Ali comenzó a preocuparse, sabiendo de las tórridas noches del campeón junto a la hermosa Verónica. Bundini Brown, aquel de "Vuela como una mariposa y pica como una abeja", comenzó a rogarle a Dios, entre llantos, que ayudar a su hombre. Su hombre, estaba literalmente destruido.
"Te pido que te muevas, por favor", rogaba Dundee. "Estonces hágalo usted, no puedo más", dijo Ali. Entre intercambios frenéticos de golpes, en el otro rincón las cosas tampoco eran fáciles. Frazier dejaba jirones de salud en cada ataque, y había recibido tremendas derechas cortas a la cabeza: tenía el rostro desfigurado.
Extenuados, ambos cayeron en sus banquillos cuando terminó el 14ª round."No puedo más", susurró Ali. Dundee, como de costumbre, miró al otro rincón. La situación allí era tan crítica como la suya. "Entonces solamente te voy a pedir un favor: ponte de pie, solo eso, quiero que te pares cuando suene la campana, por favor". Ali comenzó a ponerse de pie. La campana no llegó a sonar, porque en el otro rincón, Eddie Futch, apiadado de su hombre, decidió abandonar. "Esta noche no es tu noche, campeón", dijo el técnico. Ali, al ponerse de pie, fue el ganador. Luego se desplomó en la lona. "Fue lo más cercan a la muerte que viví en ese combate", dijo Ali. Tenía razón. Una vez más, Dundee había dado en el clavo.

"No boxearé nunca más"
Allá por el año 1978, el mundo se estremeció cuando un desconocido -- o casi, había sido campeón Olímpico en Montreal dos años antes, junto a su hermano Michael -- como León Spinks, le ganó el campeonato mundial de todos los pesos a Ali, en el Hilton de Las Vegas, conocido como el hotel de las grandes sorpresas.
No faltaron quienes dijeran que, en realidad, Ali había sido un poco cómplice para hacer un buen negocio para la revancha. Lo cierto del caso es que Spinks, con apenas 7 peleas profesionales, le ganó a Muhammad las coronas del Consejo y la Asociación Mundial. Más tarde, cuando León se negó a defender su corona ante Ken Norton, el Consejo lo desposeyó de ese título.
O sea que cuando se efectuó la revancha, el 15 de septiembre de 1978, en el Superdome de Nueva Orleans, ante 63.350 personas, solamente estuvo en juego la corona de la Asociación Mundial. Ganó Ali, por puntos. Y, tras el combate, anunció que no pelearía más. Sin embargo, recién renunció a la corona casi un año después. Y, regresó para perder con Larry Holmes y Trevor Berbick, dos combates que nunca debió realizar, puesto que ya estaba en la etapa final de su carrera. Fue aquella, la decisión de no pelear más, la que no cumplió y por cierto, fue uno de los errores más importantes en la vida de El Más Grande.

MUHAMMAD ALI, EL QUINTO "BEATLE"


CARLOS IRUSTA ESPN.com

Recordamos el encuentro en un gimnasio de Miami, entre los Más Grandes y el que se proclamaba entonces como El Más Grande.
Eran jóvenes, alocados, alegres, sonrientes y querían todo el mundo para ellos. Estaban, todos, en la cresta de una ola, en un tiovivo del que parecía difícil bajarse, porque todos ellos sabían, muy bien, que lo mejor estaba aún por venir.
Corría el año 1964. Los Beatles desembarcaron en los Estados Unidos provocando estallidos histéricos, corridas, desborde de chicas y una corriente de admiración fuera de lo común. Por supuesto, pasaron por el famoso Show de Ed Sullivan, que era también una manera de consagrarse del todo.
De hecho, cuando Ed Sullivan invitó a Elvis Presley, la orden fue que las cámaras lo tomaran de la cintura para arriba, para evitar que los ojos virginales de las niñas que lo seguían, pudiesen ver sus contorneos de pelvis.
Pero el tema es el boxeo, es tema es Cassius Clay. Y el tema tiene que ver con aquella tarde, la del 18 de febrero de 1964. En Miami Beach funcionaba el legendario gimnasio de la Calle Quinta, en donde había que subir por una trémula escalera de peldaños de madera. Los enormes ventanales que daban a la calle eran fuente de iluminación favorita para los fotógrafos.
Y, como Cassius Marcellus Clay se estaba entrenando para pelear con Sonny Liston, a quien él llamaba "El Oso Feo", había muchos fotógrafos. Fue entonces, cuando en una hábil operación de publicidad, aparecieron ellos, Los Beatles: John y Paul tenían entonces 22 años, George 17, y Ringo, 24. Cassius, que por entonces tenía 22, los recibió con un "Nooo, noooo!"
Es que los cuatro se le tiraron encima, fingiendo un ataque masivo, mientras los fotógrafos hacían de las suyas. Jugaron, se divirtieron y rieron. Los Beatles estaban de paso por Miami, así que no tenían grandes obligaciones en ese momento. En cambio, Cassius estaba terminando el entrenamiento, ya que la pelea ante Sonny Liston iba a ser exactamente una semana después, el 25.
Así que, en un momento, Ángelo Dundee puso las cosas en su lugar, cortesmente, para que su boxeador pudiera terminar con el entrenamiento. Si algo tenían en común todos no era solamente la juventud y la alegría y el desenfado, sino una atracción especial para ser fotografiados, así que posaron de varias y graciosas maneras, incluyendo una en la que Los Beatles, en el suelo, simularon estar noqueados al unísono por el boxeador.
"Ustedes al final, no son tan tontos como yo había pensado", les dijo Cassius. "En cambio -- le replicó John -- tú si eras tan bobo como nos habíamos imaginado". Clay tomó a Ringo y lo levantó por el aire, mientras todos reían.
Fue Ringo quien, años más tarde, contó: "Pensar que yo entrené con Cassius Clay, justamente cuando pensaba que Sonny Liston le iba a ganar..." Los Beatles se fueron más tarde a ver una película de Elvis ("Diversión en Acapulco") y Clay terminó su entrenamiento. El momento mágico ya era historia y celuloide.
Cuentan que fue George Plimpton -- periodista, escritor, fanático del boxeo -- quien al ver la foto le comentó a su gran amigo Norman Mailer: "Es el Quinto Beatle". Norman, alguna vez, se preguntó, en broma: "¿Por qué no se me ocurrió a mí?
Si, el Quinto Beatle, los años en que eran jóvenes, desinformados, alegres, llenos de talento, cuando no sabían que iban a cambiar al mundo en sus actividades, pero cuando sí sabían, con toda seguridad, que lo mejor estaba por venir.

EL MÁS GRANDE, EN GRANDES FRASES


CARLOS IRUSTA ESPN.com

Muhammad Alí ha sido siempre un gran provocador, y un manantial de palabras. Divertidas algunas, serias otras. Aquí hay unas cuantas.
"Cuando se es tan grande como yo, es imposible ser modesto".
"Dirán que fui el mejor boxeador de toda la historia y tendrán que decir también que fui el más bonito de todos".
"Floto como una mariposa y pico como una abeja. Las manos no le pueden pegar a lo que los ojos no alcanzar a ver".
"George Foreman estuvo boxeando con su sombra. Y ganó la sombra".
"La única forma en que podrían pegarme, sería si yo estuviera en un sello postal".
"El hombre sin imaginación no posee alas".
"Fui el Elvis del boxeo, el Tarzán del boxeo, el Superman del boxeo, el gran mito del boxeo".
"Soy tan pero tan rápido, que anoche apagué la luz en la habitación de mi hotel... ¡Y llegué a la cama antes de que el cuarto se pusiera oscuro!".
"Foreman es un perdedor lleno de excusas. Hasta llegó a decir que el acolchado del ring estaba demasiado blando. ¿Y eso no era para mí también? Pero con el tiempo llegó a caerme bien y ahora, hasta uso sus parrillas".
"¿Y qué me hizo el Vietcong para que yo esté en guerra con él?".
"¿Y quién es ese Parkinson, a quien le ganó, en qué libro de records está?".
"Se reían de Oscar Bonavena, por las cosas que decía, pero él se reía de todos cuando iba camino del banco a depositar la plata que había ganado".
"Dios es como un hospital: admite a todos los gérmenes".
"Liston es un oso grande y feo".
"Soy el mejor en todo, hasta en el golf, aunque nunca lo jugué".
"Las peleas se ganan sin testigos. Se ganan en el gimnasio, entrenando todos los días. Subir a combatir es lo más fácil del mundo".
"Nunca me gustó el entrenamiento, odié cada minuto de gimnasio, pero sabía que era la única manera de ser el mejor".
"Los campeones no se hacen en el gimnasio. Los campeones nacen con algo que llevan muy adentro: un deseo, un sueño, una ilusión".
"Soy el Más Grande porque lo dije mucho antes de serlo".
"Pueden gritarme, tirarme maníes, insultarme... ¡Lo importante es que paguen por verme".
"Don King estuvo diez años en la cárcel, pero a su pelo le dieron la silla eléctrica".
"Joe Frazier fue un buen hombre. No podría haber hecho gran parte de lo que hice sin él, y el tampoco podría haberlo logrado sin mí".
"Nunca pensé que el día que le dije Gorila a Frazier le iba a causar tanto daño. Lo único que yo quería era vender entradas".
"Cuando terminé mi pelea con Larry Holmes, que perdí porque Dundee no me dejó seguir, vino Larry y me dijo:
"Te quiero mucho, amigo"., así que entonces le pregunté: ¿Y entonces... por qué me pegaste?
"Este es el acontecimiento mas grande de la historia, incluyendo la llegada del Hombre a la Luna".(antes de su primera pelea con Joe Frazier)
"Tengo un radar en mi cuerpo para evitar los golpes".
"Soy tan grande que hasta elijo los rounds en los que voy a ganar".
"Si un hombre de 50 años ve al mundo como cuando tenía 20, entonces es que desperdició 30 años de su vida".
"El secreto para ser un gran campeón es que, ante todo, uno tiene que creérselo".
"¿Por qué me piden que vaya a la guerra a matar gente, cuando en Louisville los negros son tratados como perros?".
"La gente no soporta a los fanfarrones, pero siempre los escucha".
"La pelea más dura que tuve fue contra mi primera esposa".
"Servir a los demás es el costo que se paga por tu estancia en la Tierra"
"Luché contra un lagarto y después con una ballena. La semana pasada asesiné a una roca, lesioné a una piedra y a un ladrillo lo mandé al hospital. Soy tan malo que conmigo, hasta se enferman los medicamentos".
"Cuando tienes razón, nadie lo recuerda, pero cuando estás equivocado, entonces sí que nadie se lo olvida".
"El problema de Liston es que es muy feo para ser campeón mundial, un campeón del mundo tiene que ser bonito, como yo".
"Cuando me miro en el espejo veo que no tengo ni una sola marca, ni una cicatriz, eso prueba que he sido el mejor de todos".
"La edad... es la que tu creas que sea, uno es tan viejo como lo piense".
"Cuando conozco a alguien, no veo ni una raza ni una religión, yo miro más adentro".
"La única religión que vale es la del amor".
"Un día salí al balcón junto al Papa y la gente se preguntaba quién era el señor de blanco que estaba al lado mío".
"Soy el campeón de la gente. Cualquiera puede acercarse a mi y saludarme sin pagar. No hay guardaespaldas a mi alrededor".
"El boxeo es mi trabajo. Así como crece el pasto o vuelan las aves, yo le pego a la gente".
"No importa el dinero que perdí en el divorcio (fueron dos millones) porque soy Musulmán y me conformo con una comida diaria".
"Amo ver mi nombre y mi foto en las portadas de las revistas".
"Pensé que si lo repetía lo suficiente, la gente iba a terminar creyendo que yo, en realidad, era el más grande".
"La repetición de afirmaciones es lo que te lleva a creer, y cuando el creer se convierte en una convicción profunda, las cosas entonces comienzan a suceder de verdad".
"Hay dos cosas difíciles de noquear: a un fantasma y a Muhammad Alí".
"A mis rivales siempre les preguntaba cuánto medía, así sabía cuanto tenía que retroceder cuando se cayeran".
"Soy el astronauta de los boxeadores. Joe Louis y Jack Dempsey fueron pilotos de jet, yo pertenezco a un mundo propio".
"No es fanfarronear, el asunto tener con qué sostenerlo".
"Soy rápido, soy hermoso. Soy el mejor".

EL ÁNGEL CUSTODIO DE ALI



CARLOS IRUSTA ESPN.com

Mientras Muhammad Ali celebra su cumpleaños número 70, su ex entrenador Angelo Dundee, para muchos el mejor técnico de la historia, nos explicó algunos secretos de su relación con El Más Grande.
Ya pasaron unos cuantos años, pero recordamos el momento como si fuera ayer. Es que estar mano a mano con Angelo Dundee no solamente fue el placer de escuchar a un grande. Fue, también, una rica experiencia de vida.
Angelo se llama, en realidad, Mirena. Clásico hijo de inmigrantes italianos, que llegaron en un clásico vapor, con el clásico desafío de "Hacer la América". La familia se instaló en Filadelfia, pero con el tiempo, tanto Angelo, como su hermano mayor, Chris, pasaron por Nueva York. Y luego conquistaron Miami.
Adoptaron el apellido irlandés para boxear, porque "vendía" más que el italiano. Chris fue un gran promotor y Angelo comenzó a aprender los secretos de la técnica.

-¿Y cómo lo conoció a Muhammad Ali?
-No se apure. Primero tuve que entrenar a grandes boxeadores como Luis Manuel Rodríguez, por ejemplo. Y después tener a un campeón mundial como Willie Pastrano.

-O sea, tener una cierta reputación.
-Exactamente. Yo recuerdo muy precisamente la fecha en que Alí llegó a mi vida. ¿Sabe por qué?

-No, claro...
-Porque estábamos con Willie en Louisville, Kentucky. Al día siguiente, Pastrano peleaba con John Colman, a quien le ganó. Así que el día anterior, el 19 de febrero de 1957, estábamos en la habitación del hotel, cuando sonó el teléfono: "Soy el señor Cassius Clay, y voy a ser el campeón mundial de los pesos pesados, me gustaría hablar con usted" Tapé la bocina y le dije a Willie, "Hay un loco que quiere charlar conmigo, ¿Lo invito a subir?". Willie, que era muy parco, me respondió: "Seguro. Total& ¡No tenemos nada que hacer!

-Y entonces usted se dio cuenta de que estaba ante una futura estrella...
-No amigo, no exagere. Me encontré con un hablador simpático, extravertido, lleno de ganas, que quería hablar de boxeo y sobre todo de sí mismo...

-O sea que...
-¡Al otro día me había olvidado de esa charla!

Dundee está en el Salón de la Fama desde 1994. El año pasado para su cumpleaños -- nació el 30 de agosto de 1921, tiene 90 -- le regalaron aquel legendario gimnasio de la Calle Quinta, por donde pasaron grandes campeones y en donde Clay primero y Alí luego se entrenó para sus principales peleas.

-Alí fue extraordinario. Vino a mí luego de haber ganado los Juegos Olímpicos de Roma, en 1964, y por supuesto que, bromas aparte, yo lo recordaba muy bien.

-Usted le habrá enseñado muchas cosas.
-No se equivoque. Clay primero y Alí después fueron quizás dos boxeadores parecidos pero no iguales. Pero todo lo hacía él. No me gustar cargar con una gloria que no es mía. Eso sí, siempre supe incentivarlo.

-¿Por ejemplo?
-Si yo veía que estaba tirando mal o poco el jab, por ejemplo, iba y le decía: "Que bien te está saliendo el jab". Entonces él iba y practicaba tanto... ¡Que realmente lo mejoraba!

-¿Le costó ganarse su confianza? Usted y el doctor Ferdie Pacheco eran los únicos blancos del equipo.
-En eso no hubo problema, porque siempre fui muy franco con él. Y él conmigo. Cuando empezó a hacerse el loco, y a predecir el round en que iba a ganar por nocaut, y esas cosas, me di cuenta de que no solamente tenía entre las manos a un gran campeón, sino también a un boxeador que iba a cambiar la historia.

-¿Puede definir la diferencia entre Clay y Alì?
-A él, por sus convicciones humanas, le sacaron los mejores años de su vida, ese es un tema que jamás hay que olvidar. Clay era velocidad, armonía de desplazamientos, una vista extraordinaria, parecía imposible pegarle. Alí, o sea el que volvió tras la inactividad, tuvo que caminar más pegado al piso, aceptar la pelea, recibir más castigo. Y sin embargo, fue tan grande que igual fue el mejor de todos sus rivales, es algo que siempre hay que tener muy en cuenta cuando se habla de Alí: le robaron los mejores años de su vida...

-¿El mejor momento?
-Todos, pero aquella primera corona, cuando le ganó a Liston en Miami, fue para mi algo extraordinario, nadie creía en él.

-¿El peor?
-Cuando perdimos en Las Vegas con Larry Holmes, cuando le dije al referí que Ali ya no continuaba peleando. Fue muy doloroso para mi, pero aunque no estaba de acuerdo con que boxeara, no pude dejarlo solo.

-Usted dice "ganó" y "perdimos", es curioso.
-Cuando gana el boxeador, es él quien gana; pero en la derrota, yo tengo que estar al lado del mio, sea como sea.

La noche en la que Ali batió por tercera y última vez a Joe Frazier, en Manila, Dundee jugó un papel primordial, al pedirle a Alí que, por lo menos, se pusiera de pie, cuando estaba por empezar el último round.


"Siempre he mirado a la esquina opuesta, porque yo ya sé las fuerzas y las debilidades del mío", dijo. "Y tengo que estar atento a lo que pasa enfrente. Eddie Futch, un gran entrenador, sabía que Joe estaba muy dañado. Y por eso, sentí que algo podía pasar, por eso le pedí a Alí que se pusiera de pie. Efectivamente, Futch no lo dejó seguir a Joe, lo mismo que hice yo, años después, con Alí cuando enfrentó a Larry Holmes".

-Imposible no pedirle una referencia o una comparación entre Muhammad Alí y Ray Leonard.
-Leonard lo fue a ver a Alí antes de una pelea. Yo estaba ahí. Muhammad le dijo: "El día que te hagas profesional, trabaja con este hombre, es el mejor". Y así fue. No se si soy el mejor, pero amo lo mío. A Leonard le tracé la estrategia de casi todas sus peleas, aunque a él lo entrenaban Jacobs y Morton.

-Sí, pero nadie olvida la primera pelea con Thomas Hearns, cuando iba abajo en las tarjetas.
-Hay momentos en que el entrenador o el técnico tienen que decidir. Pero existen momentos en que el rincón tiene que mandar, empujar al hombre más allá de si mismo. Pero no se engañe, para eso, hay que tener a un gran boxeador. Sugar lo fue, fue un guapo de primera y lo demostró esa noche. Pero el mérito fue de él.

-¿Cuál, entonces, es su mérito, especialmente en la carrera de Muhammad Alí, que se siente?
-Simplemente, siento todos los días la necesidad de darle las gracias a Dios, por haberme puesto en el camino de Alí, él fue El Más Grande, fue el mejor, fue el número uno y lo sigue siendo. Yo, simplemente, me dediqué a acompañarlo, a ofrecerle todo lo que puedo saber de esto y a estar a su lado en todo momento. ¿Qué más se puede decir?

MUHAMMAD ALI, ASALTO 70




ÁLVARO OLMEDDO MARCA.COM

Puso motes a todos sus rivales y para él reservó 'The greatest' ('El más grande'). Muhammad Ali, otrora Cassius Clay, cumple este martes 70 años mientras lucha contra el Parkinson, el combate más largo de su vida, ya camino de las tres décadas. Un boxeador inteligente, burlón, contestatario y de profundas convicciones que marcó la historia del noble arte.
"Soy joven, hermoso, rápido y nadie me puede vencer" | El carácter de Ali le situó siempre en el ojo del huracán. Su autobombo creó admiración y animadversión a partes iguales: tanta gente vibraba con sus victorias como esperaba verle derrotado.


"La gente no soporta a los bocazas, pero siempre les escucha" | En cambio, ninguno de sus seguidores se jugó un dólar en su primer asalto al título de los pesos pesados. Todas las apuestas daban como aplastante favorito a Sonny Liston. ¿En qué asalto finiquitaría Liston a ese charlatán de Louisville?
"¡Vuelo como una mariposa y pico como una abeja!" | Ali sorprendió a Sonny Liston mientras se movía constantemente a su alrededor y evitaba la gran pegada del "oso feo", como llamaba a Liston mientras la desesperación del todavía campeón crecía.
"¡Tráguense sus palabras! ¡Soy el más grande! ¡Soy el más grande!" | Liston tiró la toalla tras el sexto asalto por sus dolores en el hombro y Clay se proclamó por vez primera campeón del mundo de los pesos pesados. El joven boxeador de Louisville saboreó la sensación del hombre invencible al que nada ni nadie podría detenerle jamás.
"Cassius Clay es el nombre de un esclavo. Yo soy Muhammad Alí, un nombre libre" | Después de derrotar a Liston por KO en la revancha por el título -combate que concluyó en menos de dos minutos tras un golpe memorable-, el campeón del mundo de boxeo se convirtió al Islam y cambió su nombre por el de Muhammad Ali.
"Odio la guerra, odio los ejércitos: en esta vida solo amo combatir" | Ali se negó a servir a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos cuando fue reclamado en medio de la Guerra de Vietnam, decisión con la que se exponía a cinco años de prisión y 10.000 dólares de multa. Las autoridades le retiraron la licencia y dejaron vacante el título de los pesos pesados.
"Detesté cada minuto de entrenamiento, pero me dije 'no renuncies, sufre ahora y vive el resto de tu vida como un campeón" | La sanción fue finalmente revocada por el Tribunal Supremo y Ali, después de derrotar a Joe Frazier en 1974, pudo aspirar de nuevo al título que perdió sin combatir. En Kinshasa (Zaire), Ali agigantó su leyenda al vencer a George Foreman cuando todos los expertos aventuraban una nueva derrota.
- "¿Qué voy a hacer esta noche?" - "¡Bailar, Ali, bailar!" | Consciente de que sus piernas ya no eran las de antaño, Ali desoyó a Angelo Dundee, su entrenador, y renunció al estilo que le había acompañado hasta entonces. Empujado por 60.000 gargantas que gritaban 'Ali bomaye' ('Ali, mátale'), resistió en las cuerdas y tumbó a Foreman mientras susurraba "¿eso es todo lo que tienes, George?". Ali volvía a ser el más grande.