A pesar de un gran esfuerzo ante Joe Calzaghe, los mejores días de Bernard Hopkins quedaron atrás
Si Bernard Hopkins no escuchó a su propia madre cuando ésta le dijo que se retire del boxeo, ciertamente no habrá de escuchar a un anónimo periodista deportivo intentando darle consejos sobre su carrera.
Hopkins es un hombre de 43 años que puede tomar sus propias decisiones y que ha probado que sabe mucho más sobre lo que es mejor para él que lo que cualquier otra persona puede saber. Por lo tanto no voy a intentar darle el más mínimo consejo gratuito a Hopkins (a pesar de lo atractivo que este trato le pueda sonar a quien ha admitido ser el rey de la compra de baratijas en el boxeo).
Pero uno de los héroes pugilísticos de Hopkins, el gran Marvelous Marvin Hagler, tiene algunos consejos para su compañero en la lista de los mejores medianos de la historia. Y los consejos de Hagler no llegan en forma de palabras sino de acciones. Hagler tenía apenas 32 años, más de una década menos que el eterno Verdugo tiene actualmente, cuando perdió una decisión dividida difícil de aceptar ante el un Sugar Ray Leonard más joven, más fresco y más rápido en 1987. Hagler todavía era capaz de derrotar a cualquier boxeador en el mundo y todavía podía ser incluido en las listas de los mejores libra por libra. Pero ante John Mugabi y luego ante Leonard, Hagler estaba empezando a sentir el paso del tiempo, y por eso se alejó del boxeo.
En la noche del pasado sábado en el Thomas & Mack Center en Las Vegas, Hopkins cuestionó vehementemente la decisión dividida que perdió ante un Joe Calzaghe más joven, más fresco y más rápido.
Considerando que Calzaghe está invicto y que debería estar en las listas de los mejores tres boxeadores del mundo libra por libra en este momento, es justo decir que Hopkins todavía es capaz de derrotar a cualquiera que ande por ahí, y que todavía merece un lugar en los listados de los mejores libra por libra.
Pero hemos visto una fuerte evidencia en su pelea ante Calzaghe de que la edad de Hopkins es mucho más que un número. Se ha transformado en un factor limitante de lo que puede hacer en el cuadrilátero. Hopkins comenzó brillantemente, anotando una sorprendente caída al minuto del campanazo inicial con una derecha recta. Generalmente controló la distancia e hizo que el galés pelee su pelea durante los primeros tres o cuatro asaltos. Su constante movimiento de piernas frustró a Calzaghe.
Pero gradualmente, los 43 años del campeón de peso semipesado comenzaron a verse. Sus piernas se hicieron pesadas y sus movimientos decrecieron. Se aferró más y más a su rival. Calzaghe cerraba los rounds con andanadas de golpes al mejor estilo Leonard, y Hopkins, medio paso detrás en su contragolpe, cerraba los asaltos buscando su botella de agua.
En el décimo asalto, Hopkins absorbió lo que pareció ser un golpe bajo sin mayores consecuencias y los usó para tomarse tres minutos para recuperar el aire. Luego de ese descanso adicional, pareció reenergizado y siguió peleando en lo que probablemente fue su mejor round de la segunda mitad de la pelea.
En el 11ero intentó la misma táctica, pero el árbitro Joe Cortez le ordenó seguir peleando. Faltando un minuto para el final de la pelea, las piernas de Hopkins parecían estar hechas de goma. Lo mantuvieron en pie hasta la campana final, pero la mera visión de Hopkins luciendo fatigado no tenía precedentes.
Hopkins nunca había lucido tan viejo, pero han habido tres peleas recientes en las cuales había lucido por lo menos cinco años menor a su edad actual: sus dos cerradas derrotas ante Jermain Taylor y éste combate ante Calzaghe.
En las peleas con Taylor, Hopkins no se derrumbó hacia el final (de hecho, aceleró su marcha a fines del primer combate). Pero ante Calzaghe (un boxeador con una maravillosa condición física, debemos resaltar) Hopkins comenzó rápido y terminó lento.
Las manos de Hopkins usualmente tienen la última palabra, pero en la pelea ante Calzaghe fueron las manecillas del reloj las que dieron el veredicto final.
Sin embargo, ninguna de estas observaciones está siendo presentada como prueba de que Hopkins debería abandonar. Si alguna vez hubo un boxeador para el cual el boxeo no resulta un deporte peligroso, ése es Hopkins, un maestro a la hora de desarticular totalmente la ofensiva de su oponente. Por lo tanto, si el Verdugo todavía tiene ganas de pelear, si continuar boxeando es lo que lo hace feliz, entonces debería seguir haciéndolo, sin dudas.
Las manos de Hopkins usualmente tienen la última palabra, pero en la pelea ante Calzaghe fueron las manecillas del reloj las que dieron el veredicto final.
Un comentario del socio de Hopkins en su afán promotor, su colega Oscar De La Hoya, en referencia a sus planes de retirarse a fines de 2008, resume perfectamente lo difícil que es alejarse del deporte.
"Cada vez que voy al gimnasio, me siento exactamente del mismo modo dentro mío. Me puedo ver a mí mismo, siendo un niño, entrando al gimnasio con ese enorme bolso y vistiendo medias blancas y estando asustado y nervioso de meterme en el ring. Tengo esa misma sensación. Y pensar que nunca más voy a sentirme así es un pensamiento que me asusta".
Hopkins intentó "no sentirse así nunca más" luego de la segunda pelea con Taylor y nuevamente luego de derrotar a Antonio Tarver por el título de peso semipesado, pero su adicción al ring fue muy fuerte. Si se encuentra a sí mismo pasando por ese mismo sentimiento en los meses que siguen, entonces habrá una razón atrayente para seguir peleando.
Lo que Hopkins debería considerar, sin embargo, es que rascar su propia picazón personal de seguir adelante puede llegar a ser la única razón que tenga para hacerlo.
Si alguna vez has visto una pelea de Hopkins, ya sabes que su deseo de continuar para seguir entreteniendo a sus fanáticos no será una causa probable.
Y además, el legado de Hopkins está asegurado. No hay nada que pueda hacer para mejorarlo en este momento, más allá de ganar el título de peso pesado, lo cual es irreal aún en este horrendo momento que el boxeo de peso pesado está pasando. Los campeons más débiles ante los cuales tendría oportunidad de lograr esto, como lo pueden ser Oleg Maskaev y Sultan Ibragimov, ya no tienen sus cinturones con ellos.
Entonces, ¿qué posibles peleas tiene Hopkins en este momento?
El único combate que podría significar algo para asegurar su legado sería una revancha ante Roy Jones, lo cual parece imposible ahora que Hopkins no tiene esa pieza de negociación clave que es la faja de la revista The Ring.
Mientras tanto, Calzaghe tiene opciones más atractivas que darle a Hopkins una revancha. ¿Y por qué querría Hopkins darle una oportunidad a un peleador joven como Chad Dawson? Francamente, Hopkins ya no tiene oponentes reales y atractivos (más allá de quizás Glen Johnson, pero esa no sería por cierto una "súper pelea") y es poco probable que acepte ponerse de nuevo en fila para una pelea de campeonato a su edad.
"No tengo nada de qué avergonzarme", dijo Hopkins luego de su pelea con Calzaghe, y con razón. "Los fanáticos son los jueces, ellos tienen ojos, a ellos no se los puede engañar, a ellos no se los puede arrastrar a ninguna parte".
Hopkins estaba hablando sobre la puntuación de la pelea y declarando que el público sabe muy bien quién ganó. Algunos concordarán con él, algunos otros disentirán (yo tenía a Calzaghe arriba por tres puntos), pero aún esos fanáticos que anotaron la pelea para Hopkins "no pueden ser engañados" para pedirles que ignoren las señales de su deterioro.
Estamos hablando de un peleador que apenas solía perder algún asalto (en su reinado completo en el peso mediano, nunca escuchó una tarjeta más cerrada que 116-112 hasta la primer pelea ante Taylor) y ahora cuatro de sus últimas cinco peleas han terminado en decisiones cerradas.
Hopkins es un atleta magnífico a sus 40 y pico de años, especialmente por no haber estado ligado nunca a laboratorios ni jeringas. Peor está claro que no es el mismo que cuando tenía 30 años.
De hecho, y esto no es para restarle méritos al sobresaliente logro de Calzaghe (cualquier victoria sobre Hopkins, sin importar como haya sido, es algo para celebrar), pero basándonos en la evidencia del pasado sábado, Hopkins tendría que ser el favorito en una hipotética pelea ante Calzaghe en la cual ambos estén en la mejor edad.
Claro, nunca podremos ver eso porque los mejores años de Hopkins están lejos. Si su carrera boxística también lo está es una decisión que él mismo deberá tomar.
Sabemos que Mamá Mama B-Hop le pedirá que abandone. Sabemos lo que Marvin Hagler le recomendaría hacer.
El boxeo no necesita mucho a Bernard Hopkins en este momento. Por eso, la decisión debería tener su base en la siguiente pregunta: ¿necesita todavía Hopkins al boxeo?
Eric Raskin es editor ayudante y ex editor en jefe de la revista The Ring.
Si Bernard Hopkins no escuchó a su propia madre cuando ésta le dijo que se retire del boxeo, ciertamente no habrá de escuchar a un anónimo periodista deportivo intentando darle consejos sobre su carrera.
Hopkins es un hombre de 43 años que puede tomar sus propias decisiones y que ha probado que sabe mucho más sobre lo que es mejor para él que lo que cualquier otra persona puede saber. Por lo tanto no voy a intentar darle el más mínimo consejo gratuito a Hopkins (a pesar de lo atractivo que este trato le pueda sonar a quien ha admitido ser el rey de la compra de baratijas en el boxeo).
Pero uno de los héroes pugilísticos de Hopkins, el gran Marvelous Marvin Hagler, tiene algunos consejos para su compañero en la lista de los mejores medianos de la historia. Y los consejos de Hagler no llegan en forma de palabras sino de acciones. Hagler tenía apenas 32 años, más de una década menos que el eterno Verdugo tiene actualmente, cuando perdió una decisión dividida difícil de aceptar ante el un Sugar Ray Leonard más joven, más fresco y más rápido en 1987. Hagler todavía era capaz de derrotar a cualquier boxeador en el mundo y todavía podía ser incluido en las listas de los mejores libra por libra. Pero ante John Mugabi y luego ante Leonard, Hagler estaba empezando a sentir el paso del tiempo, y por eso se alejó del boxeo.
En la noche del pasado sábado en el Thomas & Mack Center en Las Vegas, Hopkins cuestionó vehementemente la decisión dividida que perdió ante un Joe Calzaghe más joven, más fresco y más rápido.
Considerando que Calzaghe está invicto y que debería estar en las listas de los mejores tres boxeadores del mundo libra por libra en este momento, es justo decir que Hopkins todavía es capaz de derrotar a cualquiera que ande por ahí, y que todavía merece un lugar en los listados de los mejores libra por libra.
Pero hemos visto una fuerte evidencia en su pelea ante Calzaghe de que la edad de Hopkins es mucho más que un número. Se ha transformado en un factor limitante de lo que puede hacer en el cuadrilátero. Hopkins comenzó brillantemente, anotando una sorprendente caída al minuto del campanazo inicial con una derecha recta. Generalmente controló la distancia e hizo que el galés pelee su pelea durante los primeros tres o cuatro asaltos. Su constante movimiento de piernas frustró a Calzaghe.
Pero gradualmente, los 43 años del campeón de peso semipesado comenzaron a verse. Sus piernas se hicieron pesadas y sus movimientos decrecieron. Se aferró más y más a su rival. Calzaghe cerraba los rounds con andanadas de golpes al mejor estilo Leonard, y Hopkins, medio paso detrás en su contragolpe, cerraba los asaltos buscando su botella de agua.
En el décimo asalto, Hopkins absorbió lo que pareció ser un golpe bajo sin mayores consecuencias y los usó para tomarse tres minutos para recuperar el aire. Luego de ese descanso adicional, pareció reenergizado y siguió peleando en lo que probablemente fue su mejor round de la segunda mitad de la pelea.
En el 11ero intentó la misma táctica, pero el árbitro Joe Cortez le ordenó seguir peleando. Faltando un minuto para el final de la pelea, las piernas de Hopkins parecían estar hechas de goma. Lo mantuvieron en pie hasta la campana final, pero la mera visión de Hopkins luciendo fatigado no tenía precedentes.
Hopkins nunca había lucido tan viejo, pero han habido tres peleas recientes en las cuales había lucido por lo menos cinco años menor a su edad actual: sus dos cerradas derrotas ante Jermain Taylor y éste combate ante Calzaghe.
En las peleas con Taylor, Hopkins no se derrumbó hacia el final (de hecho, aceleró su marcha a fines del primer combate). Pero ante Calzaghe (un boxeador con una maravillosa condición física, debemos resaltar) Hopkins comenzó rápido y terminó lento.
Las manos de Hopkins usualmente tienen la última palabra, pero en la pelea ante Calzaghe fueron las manecillas del reloj las que dieron el veredicto final.
Sin embargo, ninguna de estas observaciones está siendo presentada como prueba de que Hopkins debería abandonar. Si alguna vez hubo un boxeador para el cual el boxeo no resulta un deporte peligroso, ése es Hopkins, un maestro a la hora de desarticular totalmente la ofensiva de su oponente. Por lo tanto, si el Verdugo todavía tiene ganas de pelear, si continuar boxeando es lo que lo hace feliz, entonces debería seguir haciéndolo, sin dudas.
Las manos de Hopkins usualmente tienen la última palabra, pero en la pelea ante Calzaghe fueron las manecillas del reloj las que dieron el veredicto final.
Un comentario del socio de Hopkins en su afán promotor, su colega Oscar De La Hoya, en referencia a sus planes de retirarse a fines de 2008, resume perfectamente lo difícil que es alejarse del deporte.
"Cada vez que voy al gimnasio, me siento exactamente del mismo modo dentro mío. Me puedo ver a mí mismo, siendo un niño, entrando al gimnasio con ese enorme bolso y vistiendo medias blancas y estando asustado y nervioso de meterme en el ring. Tengo esa misma sensación. Y pensar que nunca más voy a sentirme así es un pensamiento que me asusta".
Hopkins intentó "no sentirse así nunca más" luego de la segunda pelea con Taylor y nuevamente luego de derrotar a Antonio Tarver por el título de peso semipesado, pero su adicción al ring fue muy fuerte. Si se encuentra a sí mismo pasando por ese mismo sentimiento en los meses que siguen, entonces habrá una razón atrayente para seguir peleando.
Lo que Hopkins debería considerar, sin embargo, es que rascar su propia picazón personal de seguir adelante puede llegar a ser la única razón que tenga para hacerlo.
Si alguna vez has visto una pelea de Hopkins, ya sabes que su deseo de continuar para seguir entreteniendo a sus fanáticos no será una causa probable.
Y además, el legado de Hopkins está asegurado. No hay nada que pueda hacer para mejorarlo en este momento, más allá de ganar el título de peso pesado, lo cual es irreal aún en este horrendo momento que el boxeo de peso pesado está pasando. Los campeons más débiles ante los cuales tendría oportunidad de lograr esto, como lo pueden ser Oleg Maskaev y Sultan Ibragimov, ya no tienen sus cinturones con ellos.
Entonces, ¿qué posibles peleas tiene Hopkins en este momento?
El único combate que podría significar algo para asegurar su legado sería una revancha ante Roy Jones, lo cual parece imposible ahora que Hopkins no tiene esa pieza de negociación clave que es la faja de la revista The Ring.
Mientras tanto, Calzaghe tiene opciones más atractivas que darle a Hopkins una revancha. ¿Y por qué querría Hopkins darle una oportunidad a un peleador joven como Chad Dawson? Francamente, Hopkins ya no tiene oponentes reales y atractivos (más allá de quizás Glen Johnson, pero esa no sería por cierto una "súper pelea") y es poco probable que acepte ponerse de nuevo en fila para una pelea de campeonato a su edad.
"No tengo nada de qué avergonzarme", dijo Hopkins luego de su pelea con Calzaghe, y con razón. "Los fanáticos son los jueces, ellos tienen ojos, a ellos no se los puede engañar, a ellos no se los puede arrastrar a ninguna parte".
Hopkins estaba hablando sobre la puntuación de la pelea y declarando que el público sabe muy bien quién ganó. Algunos concordarán con él, algunos otros disentirán (yo tenía a Calzaghe arriba por tres puntos), pero aún esos fanáticos que anotaron la pelea para Hopkins "no pueden ser engañados" para pedirles que ignoren las señales de su deterioro.
Estamos hablando de un peleador que apenas solía perder algún asalto (en su reinado completo en el peso mediano, nunca escuchó una tarjeta más cerrada que 116-112 hasta la primer pelea ante Taylor) y ahora cuatro de sus últimas cinco peleas han terminado en decisiones cerradas.
Hopkins es un atleta magnífico a sus 40 y pico de años, especialmente por no haber estado ligado nunca a laboratorios ni jeringas. Peor está claro que no es el mismo que cuando tenía 30 años.
De hecho, y esto no es para restarle méritos al sobresaliente logro de Calzaghe (cualquier victoria sobre Hopkins, sin importar como haya sido, es algo para celebrar), pero basándonos en la evidencia del pasado sábado, Hopkins tendría que ser el favorito en una hipotética pelea ante Calzaghe en la cual ambos estén en la mejor edad.
Claro, nunca podremos ver eso porque los mejores años de Hopkins están lejos. Si su carrera boxística también lo está es una decisión que él mismo deberá tomar.
Sabemos que Mamá Mama B-Hop le pedirá que abandone. Sabemos lo que Marvin Hagler le recomendaría hacer.
El boxeo no necesita mucho a Bernard Hopkins en este momento. Por eso, la decisión debería tener su base en la siguiente pregunta: ¿necesita todavía Hopkins al boxeo?
Eric Raskin es editor ayudante y ex editor en jefe de la revista The Ring.