sábado, 28 de junio de 2008

El sueño de Díaz está cerca


El equipo olímpico estadounidense de 1996 ganó tan sólo una medalla de oro. Esa le correspondió a David Reid, quien pasaría a ganar el título de medianos junior del mundo. El escuadrón también produjo otros profesionales de nivel.

Entre ellos, Floyd Mayweather Jr., el recientemente retirado rey de la libra por libra y más exitoso del equipo; Antonio Tarver, quien pasó a convertirse en un pesado dominante y quien al día de la fecha es dueño del título; Fernando Vargas, un dos veces titular de medianos junior y uno de los boxeadores más populares de su generación; Eric Morel tuvo un reinado notable en la categoría de peso mosca; y Zahir Raheem, quien nunca ganó un título pero permanece como contendiente de la categoría de los livianos.

Combinación letal
Y luego estaba David Díaz, el nativo de Chicago que ni siquiera estaba seguro de si se convertiría en profesional tras los Juegos de Atlanta, mucho menos de ganar un título de livianos del mundo.

"Voy a ser honesto, nunca me imaginé llegando tan lejos", dijo Díaz, el más joven de nueve hermanos de padres mexicanos inmigrantes. "Tras los Juegos Olímpicos pensé que ya lo había logrado todo al convertirme en profesional porque nunca pensé que pudiera llegar a lograrlo. Tras los juegos pensaba que si alguien me llamaba me convertiría en profesional. Si nadie me llama entonces no voy a hacerlo porque como no gané una medalla no voy a ganar dinero". Díaz pensaba que regresaría a Chicago tras los juegos para anotarse en la universidad.

De todas maneras, Bob Arum, de Top Rank lo llamó y le preguntó a Díaz si estaría interesado en seguir con una carrera profesional.

"Estaba en shock, muy sorprendido", dijo Díaz.

Díaz (34-1-1, 17 KOs) hizo mucho más que volverse profesional. Aunque por momentos se trató de una larga y tediosa carrera, clamó el título de las 135 libras y luego retiró a la estrella mexicana Erik Morales en su primera defensa en agosto del año pasado. Y a pesar de que la mayoría de los compañeros del equipo olímpico de Díaz están retirados o están al borde de hacerlo, este boxeador de 32 años está a punto de tener la pelea más importante de su carrera cuando defienda su título por segunda vez contra el favorito Manny Pacquiao en Mandalay Bay en Las Vegas el sábado por la noche (HBO PPV, 9 ET).

Pacquiao (46-3-2, 34 KOs) claro está, es el campeón del mundo de los livianos junior y uno de las estrellas más importantes del boxeo. Es un icono en las Filipinas, considerado como muchos el mejor boxeador en el mundo de la libra por libra y ganó campeonatos en cuatro divisiones. Ahora, está subiendo en peso para ir por un título en su quinta categoría de peso.

¿Y Díaz? Díaz sólo quiere un auto nuevo.

A pesar de que tiene un título y ha disfrutado de su fama, el dinero no es algo que le sobre exactamente, aunque ganará un alto de carrera de 850,000 dólares por pelear contra Pacquiao.

"Eso me falta todavía. Tengo un Honda del 91 y aún no tengo aire acondicionado. Espero poder cambiarlo tras la pelea. Pero para mi es más una cuestión de orgullo. Nunca en mi vida pensé que podría convertirme en campeón del mundo. Es como que estoy en un sueño en el que voy a pelear contra uno de los boxeadores más peligrosos de todos los tiempos. Quiero este desafío".

Díaz no siempre tuvo hambre de pelear. Comenzó su carrera como profesional al igual que la mayoría de los prospectos olímpicos, moviéndose a un paso acelerado y alanzando la marca de 13-0. Pero para el año 2000, se atascó en peleas de seis y ocho rounds y su carrera dejó de progresar.

Ahí es cuando Díaz, cargado de problemas familiares como el transplante de riñón de su madre y la muerte de su hermano mayo a causa de sida en el año 1997, decidió alejarse del boxeo. "Cuando peleaba no quería entrenar y me costaba mantenerme en el peso de 140 libras", dijo Díaz. "Me cansaba ir al gimnasio, estaba desmotivado".

"Y luego mi madre estaba enferma. Uno de mis hermanos falleció y eso no me hizo sentir bien. Mi vida se estaba desbarrancando y decidí dejar el boxeo".

Pero durante el receso de dos años, que duró de septiembre del 2000 a septiembre de 2002, Díaz conoció a Tanya Quinones.

"Estaba saliendo con una muchacha", dijo. "Era muy buena y un día dijo '¿Por qué no regresas al boxeo?'. Mis padres me lo decían todo el tiempo pero a veces se necesita alguien de afuera, alguien alejado que te lo diga para hacerte entrar en razón. Y terminé haciéndole caso y volví al gimnasio, donde retomé de donde había dejado con Jim Strickland".

Ya que estamos, Díaz se casó con esa muchacha hace cinco años y ahora tienen dos hijos, de 3 y 1 años de edad respectivamente.

Dijo que tomó el consejo de Tanya y volvió al boxeo porque no quería lamentarse más tarde de no haberlo hecho.

"Cuando me tomé dos años libres realmente necesitaba el descanso", dijo. "Pero no quería convertirme en una de esas personas que a los 45-50 años se preguntan ¿Qué pasó con mi vida? En ese momento decidí volver".

Como entrenador de Díaz, Strickland ha tenido un estudiante modelo, un muchacho con verdadera sed de victoria. Strickland no necesita pelearse con el para que se ponga a entrenar.

"Creo que por sobre todas las cosas es un muchacho disciplinado", dijo Strickland con respecto a la mentalidad de Díaz. "Se motiva a si mismo. No le importa el tiempo que tenga que pasar en el gimnasio. Tiene lo que yo llamo la característica 'Holyfield', un tipo de determinación y confianza en si mismo que no se ve seguido en otros boxeadores. No es intimidado por nadie".

Díaz dijo que la pelea con Pacquiao no necesita de motivaciones extras. Dijo que representa mucho para el.

"Significa que voy a poder pagar la universidad de mis hijos y que van a estar bien", dijo. "Fui el más joven de nueve hermanos y eso es algo que mi padre no pudo hacer por mi. ¿Y si gano esta pelea? Sin duda que voy a poder hacerlo por ellos".

Lo que probablemente significa que también podrá comprarse ese nuevo auto que tanto anhela, ese con aire acondicionado.