ÁLVARO CARRERA
AS.com
Tyson
Fury se quedó tendido sobre la lona, mirando al techo. Deontay Wilder le
acababa de enviar al suelo por segunda vez. El campeón mundial WBC del peso
pesado lo festejaba mientras el inglés seguía en la lona. Nadie pensaba que la
historia tuviese el final que tuvo, ya que cuando la cuenta llegaba al final,
Fury se levantó. Parecía que no iba con él. Fue una sorpresa, ya que solo
Stiverne había aguantado los bombazos de Wilder. Gracias a esas dos caídas el
estadounidense evitó perder y el de Manchester hizo lo propio. Combate nulo y
en la mente de todos ya estaba la revancha. Ese duelo fue en diciembre de 2018
y lo que parecía rápido se tornó en 448 días de espera. Este sábado, al fin,
ambos se meten de nuevo en el mismo ring.
Los
caminos de ambos hasta aquí han sido diferentes. Wilder ha querido cerrar
capítulos y primero se encargó del aspirante oficial, al que fulminó en un
asalto, y después de Luis Ortiz. El cubano era el púgil que más cerca había
estado de ganarle, hasta que llegó Fury, y le volvió a noquear. Por su parte,
el británico firmó un contrato con Top Rank. Tuvo una pelea cómoda para
vestirse de invencible y en la segunda, con la misma intención, un corte le dio
un buen susto. Pese a ello ganó y hasta la revancha le dio tiempo para cumplir uno
de sus sueños de la infancia, competir en WWE. Una vez centrados en el combate,
la tensión empezó a crecer. Lo hicieron peldaño a peldaño hasta que el
miércoles, en la rueda de prensa oficial, acabaron a empujones. Demasiado para
la Comisión Atlética de Nevada, quien tras el vivido en la previa del Khabib vs
McGregor endureció su reglamento hasta este tipo de provocaciones.
Eso
hizo que en el pesaje no hubiese cara a cara y tengamos que esperar hasta este
sábado para que vuelvan a mirarse cara a cara. Deportivamente, el combate
también está al rojo vivo. Wilder está ante su undécima defensa y como todo en
su carrera lo ha solventado con su gran virtud: la pegada. Por su parte, Fury
es técnicamente mejor. Por tanto, la clave está en la defensa del británico. En
su primer pleito dominó y solo las dos caídas le privaron del triunfo. Si
realiza una pelea sin fisuras, es favorito, pero si comete errores, Wilder no
volverá a fallar. En esa guerra del 'gato y el ratón' hay varias claves. La
primera es que el estadounidense parece haber mejorado tras el primer pleito
entre ambos.
"Aprendí
que necesito estar más tranquilo. Voy a ser mucho más paciente en esta
pelea", apuntó en la previa. El segundo está en Fury, ya que para este
combate ha decidido subir con mucho más peso. Marcó en el pesaje 123,8 kg (104
kg, Wilder), un dato que puede suponer un incremento de su pegada, pero también
puede provocar pérdida de velocidad. Por último, y no menos importante, la
atención está en los jueces. En diciembre de 2018 había uno estadounidense,
otro inglés y otro canadiense. En esta ocasión, los tres, y el árbitro, serán
del país del campeón. Algo que puede ser clave. "No tuve el gas suficiente
para acabar con él en la última pelea, pero esta vez voy por el KO",
aseguró el aspirante. Quizá por ello, su equipo en esta ocasión no haya pedido
a la Comisión Atlética de Nevada una elección más variada. Todos son factores
que pueden influir. ¿Cuál será el determinante? El ring del MGM Grand Arena de Las
Vegas lo desvelará.