ÁLVARO CARRERA
AS.com
La rabia y las ganas de acallar a sus críticos motivaron a
Sergey Kovalev en su combate frente a Vyacheslav Shabranskyy. En juego estaba
el Mundial del semipesado en su versión WBO, pero sobre todo estaba el honor.
El ruso quería reivindicarse, enviar un mensaje de que todavía tiene cuerda
para rato y que las dos derrotas consecutivas ante Ward no le pesan. Lo logró
todo, ganó de manera imperial: tres caídas y antes de la cuarta el árbitro
detuvo el combate en sólo 5 minutos y 35 segundos. Krusher volvió a sacar su
rodillo.
Shabranskyy salió sin complejos, intercambiando jabs con
Kovalev. Había peligro, los dos gozan de buena pegada y se notaba. Kovalev tuvo
que retroceder tras una dura izquierda de Shabranskyy, se debió a la mala
posición de los pies. No se puso nervioso, esperó su oportunidad y la encontró
con un crochet de derechas que envió al suelo al ucraniano cuando no habían
pasado dos minutos de combate. Se repuso, pero el camino ya estaba marcado.
Derecha, crochet y catarata de golpes, esa fue la acción que envió a
Shabranskyy de nuevo a la lona. También se levantó, aunque estaba tocado.
La campana le dio aire, y Kovalev no buscó apretarle
demasiado. Shabranskky se equivocó y fue a buscar el intecambio de nuevo. Erró.
Con un simple uno-dos, Krusher hizo probar la lona de nuevo a Shabranskyy. Se
rehizo por tercera vez, pero el final estaba cerca. Dejó de tirar manos y sólo
encajaba golpes. Con el uno-dos le llegaba a Kovalev, pero fue un jab el que
dejó flotando al ucraniano. Se fue con todo el ruso, Shabranskyy no volvió al
suelo... pero estaba noqueado y el árbitro se cruzó. Victoria de calidad en un
escenario mítico como el Madison Square Garden. Kovalev vuelve a ser campeón,
está de vuelta.