EMMANUEL RAMIRO FERNÁNDEZ
A LA CONTRA
Todos los días, antes de
subirse al ring, Joana Pastrana (Madrid, 1990) tiene que llegar hasta el último
piso del Centro de Danza y Deporte Víctor Ullate en Alcobendas. Son varios
tramos de escaleras que recuerdan a la madrileña lo que cuesta alcanzar los
sueños. Ella las sube rápido, deseosa de ponerse en acción, de reencontrarse
con el amor de su vida: “El boxeo fue un flechazo, no pensaba en otra cosa. Me
iba a dormir pensando en él y me levantaba igual”. Allí arriba, Joana nos
recibe con una sonrisa y nos sentimos afortunados, a sus rivales las recibe a
derechazos. La bicampeona del mundo atiende a A LA CONTRA inmersa ya en la
preparación por la defensa de su corona mundial. Será el próximo 9 de marzo,
frente a la mexicana Ana Arrazola, cuando Pastrana vuelva a pelear por agrandar
su leyenda.
La madrileña viene cargada
con un maletín; dentro guarda su mayor tesoro. Cuando lo abre, a los pies del
ring, el cinturón de campeona del mundo reluce con el brillo propio del
triunfo. Pesa también más de lo esperado, aunque ella lo coja apenas sin
esfuerzo: “Lo que menos cuesta es levantarlo, el esfuerzo lo has hecho antes”,
nos confiesa. También cuesta creérselo, saberse campeona del mundo por dos
veces: “Siempre soñaba en grande pero ni muchísimo menos pensaba en conseguirlo
tan rápido y en tan poco tiempo”. Y es que su vida dio un vuelco hace apenas
tres años, cansada de poner copas en un bar y aburrida del Muay Thai probó con
el boxeo y en febrero de 2016 ya era boxeadora profesional: “Recuerdo que la
primera vez que lo dije en casa pensaron que sería una moda pasajera”, revela
Joana.
Consciente desde muy joven
que hay que luchar por lo que se quiere, el boxeo encajó como un guante en su
vida y descubrió en las 16 cuerdas su hábitat natural. “Siempre he sido una
persona muy activa que he practicado muchos deportes, pero con el boxeo fue
especial”. Reconoce que no necesitó ni el cine, ni la literatura para acercarse
al ring y que tampoco en su casa o en su entorno había una afición especial al
boxeo. A esos referentes, a Toro Salvaje, al Campo del Gas o a Million Dollar
Baby, como la apodó algún diario, llegó después, ya con los guantes puestos.
“Lo que más veo son las peleas de hombres. Últimamente veo más peleas de
mujeres, sobre todo de mis rivales, pero de los que más he aprendido son de las
peleas de los hombres”. El boxeo también copa las pantallas del gimnasio en las
sesiones de entrenamiento y se extiende hasta el fin de semana: “Siempre hay
algún combate estrella en alguna parte del mundo, hay que estar al día y esta
es otra forma de aprender y mejorar”.
Fue Gay Talese quien más y
mejor se adentró y describió la disciplina monacal que rodea a los boxeadores
en las semanas previas a un combate. Días de soledad y rutinas de
entrenamiento, donde la cabeza es el músculo que más trabaja. Joana nos cuenta
la suya propia que básicamente consiste en vivir y pensar las 24 horas en
boxeo, aunque su particular vía crucis llega con la alimentación, ya que “tiene
que ser muy estricta y es lo que más me cuesta en cada preparación, porque al
final soy más pesada que las rivales y tengo que vigilar la báscula. ¡Ya me
pegaré algún que otro atracón cuando pase la pelea!”. Las rutinas tampoco se
abandonan los fines de semana, por más que eso sea pelear desde las cuerdas
contra la vida social: “En esos momentos tienes que obviar las salidas con los
amigos, el fin de semana es sinónimo de descanso y nada debe alterar tu día a
día”.
Pero todo ello se complica
si la Navidad se cuela en mitad de esa preparación: “Tuve suerte de que este
año las fiestas caían entre semana. El mismo día 1 de enero estaba entrenando
por la tarde, también el 24 o el 25 de diciembre entrenamos. Así rebajamos los
pocos excesos que nos permitimos, de hecho en casa ya saben que si como algo es
porque lo puedo tomar”. Joana se explaya relatando cómo para competir en su
categoría de peso mínimo (47,63kg) tiene que hacer malabarismos para perder el
peso de manera equilibrada: “No se trata de dejar de comer, porque también hay
que estar muy fuerte para afrontar los entrenamientos, muchas veces tienes que
tirar con lo que tienes, aunque tu cuerpo te esté pidiendo más energía”.
En todo ese proceso
resulta fundamental su equipo, Guantes de lobo: “Me demostraron desde el
principio que son los mejores y sin ellos no voy a ningún lado, no les cambio
por nada”. Joana se refiere a Álvaro Gil Casares, su mánager, y a Nicolás
González, su entrenador, que además ejercen de psicólogos con la madrileña
porque “se comen mis marrones, son los encargados de mantenerme alerta, con
ellos paso más tiempo que con mi familia y, después de todo, ya forman parte de
ella”. Al hablar de sus referentes, Joana señala precisamente a Nico, porque su
entrenador hizo el viaje a la inversa y ahora ella se aprovecha de esa
experiencia. “Es el caso contrario al mío, él era el más pequeño de su
categoría, el de menos peso, así que me enseña las tácticas y las estrategias
que utilizaban contra él, los golpes que él sufría y yo lo aplico a mis
combates. Nico lo sabe transmitir muy bien y así es como evolucionamos. También
le he visto boxear y es de los que más me gustan”.
Cuando Pastrana se sube al
cuadrilátero no solo le cambia la cara, también el carácter: “La Joana que se
sube al ring no está en ningún otro momento de mi día a día”, dice mientras
explica cómo su forma de pelear tuvo un punto de inflexión cuando se rompió la
mano. Fue en la única pelea que no pudo ganar (sus números son 14 victorias, 1
nulo y cero derrotas) en Augsburg (Alemania) en octubre de 2016 en su combate
ante Tina Ruprecht, donde aguantó ocho de los diez asaltos con el segundo
metacarpiano de su mano derecha fracturado. “A raíz de aquello mejoré. Antes no
pensaba a la hora de subirme al ring, solo buscaba sacar golpes, lanzar manos,
pegaba a lo loco. Ahora me caracterizo por pensar, actúo también en función del
rival”.
A su competitividad pura,
Pastrana ha añadido ahora una pátina de frialdad: “Eso te lo da la experiencia,
los minutos de asalto encima del ring y además ahí arriba no estás sola,
también es importante saber escuchar a tu equipo, las indicaciones que te dan
en ese momento de estrés, cuando todos gritan y tú estás ahí intentado aplicar
lo que ellos están viendo desde fuera”. La bicampeona del mundo identifica en
las rivales errores propios: “Son ellas las que ahora pegan a lo loco, mientras
yo leo sus movimientos”. Y se machaca buscando la distancia perfecta, el número
áureo de la dulce ciencia: “Siempre un poquito más lejos de lo que la rival se
cree, que piense que me va a alcanzar y que nunca lo haga. Por mi envergadura
tengo la ventaja de que siempre las alcanzo yo a ellas. Al principio de mi
carrera yo no sabía coger esa distancia y me llevaba una gran cantidad de
golpes, porque me metía en su territorio. Ahora es donde mejor me muevo”.
Una de las mujeres más
destacadas del deporte español en el recién terminado 2018 reconoce que ha sido
un año muy femenino, cargado de reivindicaciones sociales que han tenido a la
mujer como protagonista. El empoderamiento de la mujer también es conseguir que
los éxitos femeninos sean tratados igual que los masculinos y la noticia no sea
el género del campeón, sino el logro conseguido. En esa lucha Joana también se
siente muy cómoda: “Abres cualquier periódico y te encuentras noticias de una
mujer española campeona del mundo en algo. Me siento muy orgullosa de ser una
de las personas que ha puesto un granito de arena en el deporte español y en
ningún caso es una carga para mí, para nada, saco pecho y digo ‘Yo estoy entre
ellas”.
Al 2019 le pide que las
mujeres sigan saliendo en primera plana por sus logros. Ella, por su parte,
intentará retener ese cinturón que se ha convertido ya en su compañero
inseparable. Pastrana no quiere perder su maletín y eso supone conquistar el
mundo por tercera vez. La cita es el próximo 9 de marzo, frente a la mexicana
Ana ‘La Bronca’ Arrazola, en la Ciudad Deportiva Navafría de Moralzarzal
(Madrid). Buen momento para comprobar por qué Talese disfruta tanto escribiendo
de boxeo, “es drama, es teatro, pero sobre todo es verdad”. Joana pondrá la
suya en juego para seguir haciendo historia.