jueves, 24 de enero de 2019

JOANA PASTRANA: "HE APRENDIDO A PENSAR ENCIMA DEL RING"


EMMANUEL RAMIRO FERNÁNDEZ
A LA CONTRA

Todos los días, antes de subirse al ring, Joana Pastrana (Madrid, 1990) tiene que llegar hasta el último piso del Centro de Danza y Deporte Víctor Ullate en Alcobendas. Son varios tramos de escaleras que recuerdan a la madrileña lo que cuesta alcanzar los sueños. Ella las sube rápido, deseosa de ponerse en acción, de reencontrarse con el amor de su vida: “El boxeo fue un flechazo, no pensaba en otra cosa. Me iba a dormir pensando en él y me levantaba igual”. Allí arriba, Joana nos recibe con una sonrisa y nos sentimos afortunados, a sus rivales las recibe a derechazos. La bicampeona del mundo atiende a A LA CONTRA inmersa ya en la preparación por la defensa de su corona mundial. Será el próximo 9 de marzo, frente a la mexicana Ana Arrazola, cuando Pastrana vuelva a pelear por agrandar su leyenda.
La madrileña viene cargada con un maletín; dentro guarda su mayor tesoro. Cuando lo abre, a los pies del ring, el cinturón de campeona del mundo reluce con el brillo propio del triunfo. Pesa también más de lo esperado, aunque ella lo coja apenas sin esfuerzo: “Lo que menos cuesta es levantarlo, el esfuerzo lo has hecho antes”, nos confiesa. También cuesta creérselo, saberse campeona del mundo por dos veces: “Siempre soñaba en grande pero ni muchísimo menos pensaba en conseguirlo tan rápido y en tan poco tiempo”. Y es que su vida dio un vuelco hace apenas tres años, cansada de poner copas en un bar y aburrida del Muay Thai probó con el boxeo y en febrero de 2016 ya era boxeadora profesional: “Recuerdo que la primera vez que lo dije en casa pensaron que sería una moda pasajera”, revela Joana.
Consciente desde muy joven que hay que luchar por lo que se quiere, el boxeo encajó como un guante en su vida y descubrió en las 16 cuerdas su hábitat natural. “Siempre he sido una persona muy activa que he practicado muchos deportes, pero con el boxeo fue especial”. Reconoce que no necesitó ni el cine, ni la literatura para acercarse al ring y que tampoco en su casa o en su entorno había una afición especial al boxeo. A esos referentes, a Toro Salvaje, al Campo del Gas o a Million Dollar Baby, como la apodó algún diario, llegó después, ya con los guantes puestos. “Lo que más veo son las peleas de hombres. Últimamente veo más peleas de mujeres, sobre todo de mis rivales, pero de los que más he aprendido son de las peleas de los hombres”. El boxeo también copa las pantallas del gimnasio en las sesiones de entrenamiento y se extiende hasta el fin de semana: “Siempre hay algún combate estrella en alguna parte del mundo, hay que estar al día y esta es otra forma de aprender y mejorar”.
Fue Gay Talese quien más y mejor se adentró y describió la disciplina monacal que rodea a los boxeadores en las semanas previas a un combate. Días de soledad y rutinas de entrenamiento, donde la cabeza es el músculo que más trabaja. Joana nos cuenta la suya propia que básicamente consiste en vivir y pensar las 24 horas en boxeo, aunque su particular vía crucis llega con la alimentación, ya que “tiene que ser muy estricta y es lo que más me cuesta en cada preparación, porque al final soy más pesada que las rivales y tengo que vigilar la báscula. ¡Ya me pegaré algún que otro atracón cuando pase la pelea!”. Las rutinas tampoco se abandonan los fines de semana, por más que eso sea pelear desde las cuerdas contra la vida social: “En esos momentos tienes que obviar las salidas con los amigos, el fin de semana es sinónimo de descanso y nada debe alterar tu día a día”.
Pero todo ello se complica si la Navidad se cuela en mitad de esa preparación: “Tuve suerte de que este año las fiestas caían entre semana. El mismo día 1 de enero estaba entrenando por la tarde, también el 24 o el 25 de diciembre entrenamos. Así rebajamos los pocos excesos que nos permitimos, de hecho en casa ya saben que si como algo es porque lo puedo tomar”. Joana se explaya relatando cómo para competir en su categoría de peso mínimo (47,63kg) tiene que hacer malabarismos para perder el peso de manera equilibrada: “No se trata de dejar de comer, porque también hay que estar muy fuerte para afrontar los entrenamientos, muchas veces tienes que tirar con lo que tienes, aunque tu cuerpo te esté pidiendo más energía”.
En todo ese proceso resulta fundamental su equipo, Guantes de lobo: “Me demostraron desde el principio que son los mejores y sin ellos no voy a ningún lado, no les cambio por nada”. Joana se refiere a Álvaro Gil Casares, su mánager, y a Nicolás González, su entrenador, que además ejercen de psicólogos con la madrileña porque “se comen mis marrones, son los encargados de mantenerme alerta, con ellos paso más tiempo que con mi familia y, después de todo, ya forman parte de ella”. Al hablar de sus referentes, Joana señala precisamente a Nico, porque su entrenador hizo el viaje a la inversa y ahora ella se aprovecha de esa experiencia. “Es el caso contrario al mío, él era el más pequeño de su categoría, el de menos peso, así que me enseña las tácticas y las estrategias que utilizaban contra él, los golpes que él sufría y yo lo aplico a mis combates. Nico lo sabe transmitir muy bien y así es como evolucionamos. También le he visto boxear y es de los que más me gustan”.
Cuando Pastrana se sube al cuadrilátero no solo le cambia la cara, también el carácter: “La Joana que se sube al ring no está en ningún otro momento de mi día a día”, dice mientras explica cómo su forma de pelear tuvo un punto de inflexión cuando se rompió la mano. Fue en la única pelea que no pudo ganar (sus números son 14 victorias, 1 nulo y cero derrotas) en Augsburg (Alemania) en octubre de 2016 en su combate ante Tina Ruprecht, donde aguantó ocho de los diez asaltos con el segundo metacarpiano de su mano derecha fracturado. “A raíz de aquello mejoré. Antes no pensaba a la hora de subirme al ring, solo buscaba sacar golpes, lanzar manos, pegaba a lo loco. Ahora me caracterizo por pensar, actúo también en función del rival”.
A su competitividad pura, Pastrana ha añadido ahora una pátina de frialdad: “Eso te lo da la experiencia, los minutos de asalto encima del ring y además ahí arriba no estás sola, también es importante saber escuchar a tu equipo, las indicaciones que te dan en ese momento de estrés, cuando todos gritan y tú estás ahí intentado aplicar lo que ellos están viendo desde fuera”. La bicampeona del mundo identifica en las rivales errores propios: “Son ellas las que ahora pegan a lo loco, mientras yo leo sus movimientos”. Y se machaca buscando la distancia perfecta, el número áureo de la dulce ciencia: “Siempre un poquito más lejos de lo que la rival se cree, que piense que me va a alcanzar y que nunca lo haga. Por mi envergadura tengo la ventaja de que siempre las alcanzo yo a ellas. Al principio de mi carrera yo no sabía coger esa distancia y me llevaba una gran cantidad de golpes, porque me metía en su territorio. Ahora es donde mejor me muevo”.
Una de las mujeres más destacadas del deporte español en el recién terminado 2018 reconoce que ha sido un año muy femenino, cargado de reivindicaciones sociales que han tenido a la mujer como protagonista. El empoderamiento de la mujer también es conseguir que los éxitos femeninos sean tratados igual que los masculinos y la noticia no sea el género del campeón, sino el logro conseguido. En esa lucha Joana también se siente muy cómoda: “Abres cualquier periódico y te encuentras noticias de una mujer española campeona del mundo en algo. Me siento muy orgullosa de ser una de las personas que ha puesto un granito de arena en el deporte español y en ningún caso es una carga para mí, para nada, saco pecho y digo ‘Yo estoy entre ellas”.
Al 2019 le pide que las mujeres sigan saliendo en primera plana por sus logros. Ella, por su parte, intentará retener ese cinturón que se ha convertido ya en su compañero inseparable. Pastrana no quiere perder su maletín y eso supone conquistar el mundo por tercera vez. La cita es el próximo 9 de marzo, frente a la mexicana Ana ‘La Bronca’ Arrazola, en la Ciudad Deportiva Navafría de Moralzarzal (Madrid). Buen momento para comprobar por qué Talese disfruta tanto escribiendo de boxeo, “es drama, es teatro, pero sobre todo es verdad”. Joana pondrá la suya en juego para seguir haciendo historia.

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