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Luis
Ortiz (31-1, 26 KO) está ante su último tren. El cubano, de 40 años, peleará
por segunda vez en su carrera por un mundial absoluto (lo fue interino WBA). La
anterior fue por ante el mismo rival e idéntico cinturón que disputará este
sábado en Las Vegas. En aquella ocasión, marzo de 2018, el cubano fue noqueado
por Deontay Wilder, que sumaba una nueva defensa exitosa. Este 23 de noviembre,
el Bombardero de Bronce expone el Mundial WBC del peso pesado por décima vez.
Un legado importante y una revancha para despejar dudas. Ortiz estuvo cerca de
ganar a Wilder, pero el estadounidense se rehizo y acabó imponiendo su pegada.
El aspirante es consciente de la dificultad, pero llega muy confiado.
"Wilder
es el mejor peso pesado de esta década y hasta que alguien le derrote lo
seguirá siendo. Tenemos una estrategia diferente y creo que será la gran diferencia.
Mis planes son acabarle antes de la campana, pero si necesitamos llegar lejos,
estoy preparado. Aunque si tengo la oportunidad como en la pelea anterior, no
voy a dejar de golpearle hasta terminarlo. Lo voy a buscar y lo
destruiré", ha apuntado Ortiz en la previa. El cubano perdió, y aunque
durante mucho tiempo no lo reconoció es consciente que debe cambiar lo hizo y
tuvo fallos. Por ello ha cambiado su estrategia y más cosas.
Ortiz
se ha concentrado en Las Vegas (reside en Florida), ha hecho una preparación
dura y su aspecto es diferente al de 2018. Está más definido. Ha perdido peso y
parece más en forma que nunca. "Hice cosas diferentes con mi dieta y creo
que eso me hará rendir a un alto nivel. Mi peso está justo donde quiero",
admite. Hasta que llegó Fury, Ortiz fue quién más complicó a Wilder, el
estadounidense no quiere dejar dudas sobre su poderío y por eso aceptó la
revancha. Arriesga, pero más lo hace el cubano. Con 40 años y mejor que nunca
quiere subirse a su último tren para ser campeón mundial absoluto.