jueves, 25 de septiembre de 2008

La tragedia de Urtain se estrena en el Valle Inclán


La obra de teatro Urtain, basada en la vida del boxeador vasco al que se le consideró un héroe deportivo de la España de finales de los 70 y principios de los 80, se estrena hoy en el teatro Valle-Inclán de Madrid, en el Centro Dramático Nacional. Urtain fue campeón de Europa de los pesos pesados el 3 de abril de 1970 ante Peter Weiland después de encadenar 28 victorias por K.O., pero toda su carrera se desarrolló bajo la sospecha del tongo. De las 71 peleas (56 victorias, once derrotas y cuatro nulos) que disputó en sus casi diez años de carrera, sólo se representará una, aquella en la que pierde ante Henry Cooper, en Londres, su cinturón de campeón de Europa. Esta pelea supuso el principio del fin de su carrera y el comienzo de su declive.

Escrita por Juan Cavestany y dirigida por Andrés Lima, se representa en un ring y está estructurada en doce asaltos. Se representará hasta el 2 de noviembre, de martes a sábado (20:30) y domingos (19:30).

Arranca con el suicidio del boxeador el 21 de julio de 1992 en Madrid y no sólo es la historia de Urtain, sino de la España de aquellos años. Andrés Lima describe Urtain como "una obra teatral con la estructura de una tragedia clásica griega, el héroe que sale de la nada, llega a lo más alto y una vez allí los dioses juegan con él y lo llevan a un desenlace trágico". Roberto Álamo, el actor que da vida al púgil, fue instruido por un ex boxeador, Jerónimo García, que se ha encargado de enseñarle a moverse en el ring como Urtain.

La tarde que Carlos Monzón le dio una paliza a Griffith


Fue una de las tres defensas que Monzón hizo en el Luna. Y una de las más difíciles por la jerarquía del veterano oriundo de las Islas Vírgenes. Lo dejó en posición "fetal", pero de pie.

Hace exactamente 37 años, el sábado 25 de septiembre de 1971, el santafesino Carlos Monzón defendió exitosamente en el mítico estadio Luna Park por segunda vez el título mundial de la categoría mediano, venciendo por nocaut técnico en el decimocuarto asalto al experimentado Emile Alphonse Griffith, oriundo de las Islas Vírgenes estadounidenses.

Desigual pelea
Cuando el árbitro norteamericano Ramón Berumen no dudó y, a los dos minutos 50 segundos del penúltimo capítulo, decidió detener el desigual combate, el público que colmaba el histórico escenario de la avenida Corrientes y Bouchard estalló en una prolongada ovación, saludando efusivamente el éxito del hijo natural de San Javier.

Los antebrazos de Griffith, en sus últimos esfuerzos, se resistían a mantener la defensa de su rostro y cabeza; estaba echado hacia delante, con los ojos semicerrados, la boca abierta buscando oxígeno y presentaba una cintura sin movimientos.

Abanderado
El remero Alberto Demiddi, campeón del mundo de 1970, en Saint Catherines, Canadá, fue el abanderado del espectáculo boxístico. Se lo llamaba en el ámbito mundial "La Máquina", había ganado la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de México '68.

Triunfó en 1971, en Henley, Inglaterra, sobre las aguas del Támesis, donde había logrado el segundo puesto en las disputas de 1964 y 1966. Venía de ser campeón de Europa en Copenhague, Dinamarca, repitiendo el éxito de dos años antes en Klagenfurt, Austria.

Demiddi era un remero solitario, también en el single-scull fue campeón argentino desde 1962 a 1972; sudamericano en cuatro temporadas, en 1964, 1965, 1968 y 1970, y obtuvo tres medallas de oro en los Juegos Deportivos Panamericanos.

"Pepitito", su amigo
Al promediar la tarde llegó, apresurado, al Luna Park, uno de los más prestigiosos cómicos de la Argentina y hombre de la revista porteña, José Marrone. Recibió el saludo afectuoso de Juan Carlos Lectoure y se ubicó en el ringside.

"Pepitito" alentó a su amigo Monzón y agitaba su tradicional sombrero, con una sonrisa en sus labios. Antes de retirarse, enfatizó: "El campeón mundial (por Monzón) es un campeonazo. Sufrí un poco, pero me voy contento y feliz al Maipo; ahora hay que hacer reír y divertir a la gente sobre las tablas...".

Seis horas de cola
Uno de los hinchas más fanáticos del campeón mundial de los medianos estuvo seis horas aguardando en la cola, frente a las populares para ingresar al estadio Luna Park, a fin de ver en acción a su ídolo.

El misionero Carlos O. Linares, de 26 años, llegó a las 8 de la mañana para poder ingresar y ubicarse cómodamente en la tribuna popular. Las puertas de acceso se habilitaron a las 14, tres horas antes del inicio de la pelea estelar. Linares predijo que "el "Gaucho de Hierro' va a triunfar por la vía rápida". Y acertó.

La jugada de ajedrez de Brusa
Brusa, desde el rincón, diagramó la pelea como si fuera una apertura siciliana de Bobby Fischer, con las piezas blancas. El inteligente trabajo en el ring lo ejecutó Monzón casi a la perfección.

Griffith había resultado ser el oponente más difícil en toda la campaña del santafesino, mostrando su velocidad para entrar y salir del cuerpo, flexibilidad de su cintura, inclaudicable vocación para responder en todo momento, su experiencia para neutralizar y la estructura de su potencia física para asimilar los golpes del campeón.

Los consejos del maestro
Los gritos y la sapiencia del gran maestro para Monzón, quien le dijo: "No sentí ninguna mano, solamente aplicó tres o cuatro golpes". Brusa le ordenó: "Carlos, no hay que desesperarse, hay que ablandarlo, vos tenés que trabajar para que Griffith se canse y debes restarle piernas, pegándole abajo, porque lo demás viene solito; seguí girándole la derecha, para que no pueda aplicar la izquierda ".

La demolición
A partir del undécimo asalto, comenzó la demolición del insuperable campeón sobre esa morena figura de una trayectoria espectacular, alentado estruendosamente por miles de aficionados que coparon esa tarde el mítico estadio de Corrientes y Bouchard, que no cesaba de hacer escuchar su voz: "íY pegue, y pegue y pegue, Carlos pegue...!".

El de las Islas Vírgenes estadounidenses intentaba mantener las piernas de músculos elaborados, bíceps pronunciados, cintura armoniosa, espalda ancha, aunque su deterioro estaba en la parte interna de su golpeado cuerpo. Presentaba una escultura hueca que desafiaba su fragilidad con el peso de un gran corazón como su grandeza deportiva.

"Carlos, definilo ahora..."
Antes de la salida al penúltimo peldaño, se escuchó el vozarrón de Brusa: "Ahora, Carlos, ahora... Tenés que definir la pelea, con golpes ascendentes, firmes y seguros, porque la humanidad de Griffith no da más...".

El campeón aplicó un hook al hígado, interrumpiendo la respiración del aspirante a la corona, cuyas piernas parecían inmovilizadas; Monzón comenzó a golpear a su oponente casi a voluntad desde la distancia; Griffith, sólo con los codos pegados al cuerpo, buscaba amortiguarlos.

Berumen decreta el KOT
La pelea se definió contra las sogas que dan a calle Madero, cuando Monzón aplicó una derecha justa y vigorosa al mentón; seguida de una descarga de innumerables golpes desde todos los ángulos y el retador no respondía, se defendía con los antebrazos y cuando las piernas cedían con las rodillas casi flexionadas, el árbitro mexicano Berumen puso fin a la desigual confrontación, cuando dijo: "íAlto!, basta..."

Evidentemente, si Griffith no cayó, se debió evidentemente a una resistencia casi fuera de serie, porque la andanada de golpes aplicados por "Escopeta" Monzón en los últimos 30 segundos fue realmente demoledora...

La primera en el extranjero
Hasta el 25 de septiembre de 1971, Emile Griffith había combatido en 11 oportunidades fuera de los Estados Unidos de América, manteniendo la condición de invicto, hasta la fatídica tarde en que fue derrotado por una verdadera paliza, que le infringiera el santafesino.

Esa leyenda había triunfado en nueve ocasiones. Por otra parte, el encuentro ante otro argentino, Juan Carlos Durán, en Roma, había sido declarado nulo; es decir que la derrota ante "Escopeta" Monzón fue el primer traspié fuera de su país de origen.

Monzón, el sanjavierino de nacimiento, fue el único capaz de terminar con el clásico pleito entre el "Tano" Benvenutti y el moreno Griffith, el natural de las Islas Vírgenes estadounidenses.

Griffith destronó el 25 de abril de 1966 al nigeriano Dick Tiger, cediendo éste la corona por segunda vez; sin embargo, el italiano Nino Benvenutti, que avanzaba en forma rápida y crecía con su estilo, le quitó el cinturón de campeón mundial de esa división casi un año después, el 17 de abril de 1967.

Cinco meses y 12 días más tarde, Griffith recuperó la sonrisa y el título de los medianos ante el itálico, quien el 4 de marzo de 1968, en una verdadera proeza, volvió a triunfar y reconquistar la faja de la más importante categoría de WBA.

Cabe consignar que ante Monzón fue la segunda vez en toda su carrera que Griffith perdió un combate antes del límite estipulado. Anteriormente, había experimentado una deshonra cuando lo batió en el primer asalto Rubin "Hurricane" Carter.

Hasta esa fecha, Emile Griffith era el único púgil de la historia que ganó en más de una oportunidad los campeonatos mundiales de las categorías mediano y medio mediano.

Se trataba, entonces, del tercero en cantidad de encuentros por la corona máxima. El magnífico Joe Louis, ex campeón mundial de la categoría pesado, en 27 ocasiones ascendió a un cuadrilátero a pelear por una corona universal.

Un "groso"

Griffith trepó con el combate librado con el argentino Monzón a los 21 compromisos por títulos mundiales. A su vez, el argentino Carlos Monzón estaba considerado como uno de los tres hombres que nunca habían sido noqueados, compartiendo ese notable halago, con Ralph "Gorila" Jones, en el marco de 141 confrontaciones y Billy Soose, con 41 encuentros realizados. El incomparable Monzón solamente expuso su faja de campeón mundial de los medianos en el estadio Luna Park de Buenos Aires en tres oportunidades, algo que lo diferencia de otros compatriotas que han lucido el cinturón universal.