Kiko Martínez logró en Atlantic City cosas muy importantes al margen de la obvia, vencer de forma contundente a Jonathan Romero y proclamarse campeón del mundo del peso supergallo por la IBF.
Y es que Kiko Martínez enamoró a cualquier televisión que
estuviera encendida y sintonizando la HBO. O lo que es lo mismo, en la meca de
las grandes veladas y los contratos con muchos ceros.
La preparación mostrada por Kiko fue sobresaliente, tanto en
el aspecto físico como en el estudio de su rival. Supo qué hacer en cada
momento y cómo realizarlo. Desde el primer asalto Romero supo que iba a pasarlo
muy mal. Martínez eliminó la distancia, se plantó en la corta, siempre hacia
delante, y soltando un arsenal de golpes, arriba y abajo, sin descanso.
Su sencillez se ganó a los americanos
Se llevó el combate por KO por aniquilación, y se proclamó
campeón del mundo. Allí, delante de los ojos de los americanos. Delante de
Michael Buffer. «Ha dicho mi nombre, es increíble». Respondiendo a Max
Kellerman: «os veo en la tele, pellízcame, no me lo creo» y mandando mensajes
rebosantes de modestia y humildad: «Esto es lo máximo, es una fiesta, no me lo
puedo creer». Se atrevió hasta a lanzar un nombre: «'Donito', quiero a 'Donito'
Donaire».
Nonito retuiteó un mensaje en el que se le reclamaba como
rival de Kiko, dando a entender que aceptaría el desafío.
Así se redondeó una noche perfecta para el boxeo español. La
humildad de Kiko Martínez (le dijo a Maravilla en Intereconomía: «gracias, por
todo, gracias a ti mi familia vivirá mañana un poco mejor») conquistó los
corazones de los americanos, y su boxeo el título mundial. Cóctel perfecto para
triunfar en la meca del boxeo, Estados Unidos, y en la casa de la meca, la HBO.