jueves, 3 de junio de 2010

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Los mejores boxeadores de Puerto Rico




Graham Houston

Puerto Rico ha tenido varios peleadores de clase mundial a través de su historia. Aquí va una lista de los mejores cinco peleadores en salir de la isla.
5. Héctor Camacho
Desafortunadamente, Héctor Camacho probablemente será recordado mayormente por sus amplias derrotas por puntos a manos de Julio Cesar Chávez, Félix Trinidad y Oscar De La Hoya en grandes peleas, pero Camacho ganó títulos grandes en las 130, 135 y 140 libras, y derrotó a un gran número de boxeadores de nivel internacional en una larga carrera.
Nacido en Bayamón y criado en El Barrio (Spanish Harlem) neoyorquino, Camacho estaba en su mejor momento durante su paso por las divisiones de peso ligero junior y ligero como un zurdo rápido y hábil que sabía cómo pegar y cómo no dejarse pegar.
En sus mejores momentos, Camacho podía marear y volver loco a su rival, tal como lo hizo en su sorprendentemente fácil victoria sobre el duro mexicano José Luis Ramírez en una unificación entre pesos ligeros zurdos en agosto de 1985 en el Riviera Hotel y Casino de Las Vegas.
Camacho boxeó maravillosamente en ese combate. Tal como Richard Hoffer lo reportara en el periódico Los Angeles Times: "Fue una actuación brillante, realizada a costa del esfuerzo de un laborioso pero técnicamente superado y muy sangrante Ramírez".
Jack Fiske report en el San Francisco Chronicle que fue una "pelea extraordinaria", y el legendario armador de peleas Teddy Brenner describió a Camacho como un Willie Pep zurdo.
Camacho nunca fue tan bueno como lució esa noche. Algo de su espíritu se quebró cuando ganó una muy impopular decisión sobre el también puertorriqueño Edwin Rosario en el Madison Square Garden un año más tarde. Algunos pensaron que la dolorosa experiencia hizo que Camacho se hiciera más cauto. (Luego de su pelea con Rosario, Camacho fue citado en la revista "Sports Illustrated" diciendo: "Hey, si esto es ser macho, entonces no quiero saber nada de eso").
Aún así, Camacho tenía dureza y coraje, tal como lo demostró cuando (a pesar de estar lastimado, cortado y golpeado) produjo algunos intercambios muy hábiles para alzarse con rounds vitales ante Rosario. También mostró valentía al soportar 12 asaltos ante Chávez. Nadie lo hubiese culpado a Camacho si hubiese abandonado en su rincón antes del final, pero aún así logró mantenerse ahí hasta el amargo final.
4. Wilfredo Gómez
A pesar de ser campeón mundial en tres pesos diferentes, "Bazooka" Gómez estuvo en su mejor momento durante su paso por las 122 libras, un peso en el cual realizó un asombroso total de 18 defensas. Entre ellas se incluyen victorias clásicas sobre campeones de peso gallo de origen mexicano, como su nocaut ante Lupe Pintor en el 14to asalto y sobre un apabullado Carlos Zárate en el quinto. Ya lucía en decadencia cuando cerró su carrera con campeonatos en el peso pluma y gallo junior.
Salvador Sánchez, el magnífico campeón de peso pluma mexicano, noqueó a Gómez en Las Vegas, pero el bravo campeón puertorriqueño dejó atrás un calamitoso primer asalto para terminar haciendo de ésta una pelea cerrada y competitiva antes de ser noqueado en el octavo asalto. Gómez lo tenía todo. Era un boxeador-peleador de la mejor calidad que era consistentemente impresionante en sus peleas. Su pelea con Pintor en Nueva Orleans bien puede ser considerada una de las mejores en las divisiones más pequeñas del boxeo. Fue una victoria heroica: Gómez sufrió un corte bajo su ojo derecho a comienzos del combate, y su ojo izquierdo estaba hinchado y cerrado. Prensa Asociada reportó: "Estos dos pequeños guerreros se castigaron duramente a lo largo de 13 asaltos. Gómez conectó bombazos de derecha y Pintor respondió con ganchos y jabs duros". En el 14to, sin embargo, fue Pintor quien sucumbió, cayendo dos veces a las lonas.
3. Wilfred Benítez
Benítez fue un artista del boxeo que tenía una innata habilidad de hacer que su oponente erre sus golpes. Pocos boxeadores eran tan adeptos como Benítez a trabajar esquivando golpes y contraatacando de espaldas a las sogas.
Benítez ganó títulos mundiales en las 140, 147 y 154 libras, pero su mayor victoria llegó cuando se transformó en el campeón más joven de la historia a sus 17 años, superando al mucho más experimentado Antonio Cervantes en 1976. Benítez estaba invicto en 39 peleas cuando Sugar Ray Leonard lo noqueó a seis segundos del final del 15to asalto de su pelea por el título welter, pero él regresó para ser campeón en el peso mediano junior.
Cuando Benítez ganó el título welter al superar a Carlos Palomino, el fallo dividido fue muy criticado, porque el juez de Filadelfia Zack Clayton tenía a Palomino ganando el combate. Hasta el mismo Palomino admitió luego que había perdido. "El boxeó una tremenda pelea", dijo Palomino sobre Benítez. "Se movió en el momento justo".
Moverse en el momento justo era uno de los elementos clave del estilo de Benítez. Sus oponentes querían pegarle, pero él no estaba allí. Pat Putnam escribió en la revista Sports Illustrated que Benítez jugueteó con Palomino, "hasta mostrando cierto desprecio".
Benítez nunca fue considerado un peleador muy duro, pero capturó su título de las 154libras con espectacular estilo al noquear al británico Maurice Hope en el 12do asalto. La enorme derecha que terminó el combate le costó dos dientes a Hope. La victoria transformó a Benítez en el primer campeón mundial en tres categorías diferentes desde el fabuloso Henry Armstrong, 43 años antes.
La arrogancia de Benítez sorprendió a los periodistas británicos, pero todos concordaron en que habían visto una magistral demostración de boxeo. El veterano Frank McGhee reportó en el Daily Mirror que Hope había perdido su título ante "un excepcional, quizás hasta fenomenal, joven boxeador".
2. Félix Trinidad
Como peso mediano, Trinidad fue dominante y en última instancia fue destruido por Bernard Hopkins, pero fue un gran campeón en las divisiones de peso welter y mediano junior.
El Doctor de las Peleas, Ferdie Pacheco, fue uno de los primeros en reconocer el talento de Trinidad. Me dijo una vez que le aconsejó a un fanático del boxeo que deseaba apostar en las peleas que "apueste por él hasta que pierda".
Trinidad hizo 14 defensas del título welterweight, dos en las 154 libras, y luego agregó un tercer título mundial cuando barrió a William Joppy en el peso mediano.
Sin embargo, fue en el peso welter que Trinidad tuvo su mejor época, una máquina de pelear similar a un "robot asesino", debido a que estaba programado para destruir al otro hombre cuando atacaba, con sus manos levantadas y completamente concentrado en conectar duros golpes como si nada pudiese interponerse en su camino.
Trinidad fue derribado varias veces en peleas que eventualmente ganó por nocaut. Era inusual debido a que después de haber sido derribado su mandíbula mejoraba a medida que la pelea se hacía más difícil. Su presión era auténticamente imparable, y cuando tenía a su rival en problemas sus combinaciones al cuerpo y la cabeza eran maravillosas para ver.
Yo tuve la suerte de poder cubrir varias de las peleas de Trinidad desde el ringside. Cuando Trinidad regresó de un nocaut en el segundo asalto para noquear al previamente invicto Yory Boy Campas en cuatro violentos asaltos, escribí en la revista Boxing Monthly que aquello había sido "una demostración de poder de pegada tan sorprendente que arrancó gritos de sorpresa en el ringside" del MGM Grand en Las Vegas.
El gancho zurdo de Trinidad y sus derechazos eran, como lo reporté en su momento, "como balas de cañón impactando las paredes de una fortaleza". El promotor Don King dijo en la conferencia de prensa posterior a la pelea que "hemos visto una de las más extraordinarias actuaciones que he podido presenciar en el boxeo. Esto me ha hecho acordar al gran Sugar Ray Robinson".
Quizás este último comentario fue ligeramente exagerado, pero no lo pareció en su momento. Trinidad fue espectacular esa noche, y luego llegarían muchas más actuaciones igualmente dramáticas.

1. Carlos Ortiz A pesar de haberse criado en Nueva York, Ortiz es considerado un campeón puertorriqueño. Algunas de sus mejores victorias tuvieron lugar en su país natal, tal como aquella en la que noqueó al excelente boxeador cubano Douglas Vaillant en 13 rounds, y luego superando a boxeadores como el duro y astuto zurdo Kenny Lane y al hábil panameño Ismael Laguna.
Un vistazo al record de Ortiz muestra lo diferente que las cosas eran cuando él peleaba en las décadas de 1950s y '60s. Campeón en dos categorías distintas, combatió con todos los mejores boxeadores en las divisiones de peso ligero y welter junior, a menudo en sus propios países.
Ortiz boxeó en la Costa Oeste y en Gran Bretaña, Italia, Japón, Panamá, las Filipinas, Argentina y México, pero no parecía preocuparle dónde iba a pelear. Lo tenía todo. Era un boxeador-pegador casi perfecto: rápido, fuerte, astuto y de fuerte pegada, con un jab de izquierda veloz y picante. Combatió con boxeadores que pueden justificadamente ser denominados grandes: un maestro del boxeo como Joe Viejos Huesos Brown, el rápido y dotado Flash Elorde, y los muy logrados y técnicos Duilio Loi y Nicolino Locche.
Cuando Ortiz combatía en Nueva York atraía a miles de fanáticos de El Barrio. Se consideraba a sí mismo como un "héroe de mi gente", pero era muy popular en la comunidad en general. El New York Times lo describía como "la contribución puertorriqueña al Regimiento de Irlandeses Combativos" (era sargento en una unidad de la Guardia Nacional).
Ortiz tuvo muchas victorias memorables. Una de sus mejores victorias llegó cuando derrotó al veterano Joe Brown en Las Vegas para transformarse en campeón mundial de peso ligero, no solamente dominando la pelea sino también superando en jabs al campeón, conocido por su soberbia izquierda en punta.
Una multitud de 20.000 personas en el estadio Hiram Bithorn de San Juan vió a Ortiz noquear a Ultimio Sugar Ramos en el cuarto asalto de su pelea revancha. Ortiz ya había noqueado a Ramos en circunstancias controvertidas en la Ciudad de México City nueve meses antes, pero en la revancha logró lastimar al cubano en cada asalto. El referí Zach Clayton dijo luego que Ramos estaba a punto de caerse, pero que un tremendo uppercut de derecha logró ponerlo nuevamente en balance para luego ser conectado con más golpes. El uppercut "lo mantuvo en pie para que después lo golpeen con combinaciones de izquierda y derecha", dijo Clayton.
La última gran victoria de Ortiz llegó al aire libre en el Shea Stadium de Nueva York en agosto de 1967, cuando se impuso por decisión unánime ante Laguna en el combate de desempate entre ambos. El veterano periodista de boxeo Barney Nagler escribió de Laguna: "puede hacer lo que quiera en el ring. Lanza ganchos, jabs, y hasta uppercuts con su brazo izquierdo, y luego cruza la derecha y se mueve con una velocidad extraordinaria". Aún así, Ortiz derrotó al excepcional boxeador por amplios márgenes en las tarjetas. Dijo luego que lo logró haciendo que el panameño venga hacia él en lugar de ir a buscarlo, y así fue como sus jabs acumularon los puntos necesarios.
El periodista de boxeo británico Hugh McIlvanney dijo en el periódico The Observer que, al derrotar esa noche a Laguna, Ortiz "demostró nuevamente que posee virtualmente cada atributo requerido en un boxeador profesional".

--Graham Houston es el editor americano de la revista Boxing Monthly y escribe para FightWriter.com.