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Los hombres del boxeo suelen ser personas que
llevan consigo una historia de vida muy particular. La de Pablo Sarmiento, el
entrenador de Sergio “Maravilla” Martínez, no es la excepción. A sus 42 años, el
cordobés oriundo de Las Varillas estuvo en Salta visitando algunas escuelas
municipales de box amateur, compartiendo con Mario Moreno (presidente de las
escuelas), y se hizo un tiempo para acercarse al diario El Tribuno. Y recordó: “Yo estuve acá, en el
diario, cuando defendí el título (sudamericano) con el Gauchito Paz en el
Delmi”.
¿Cómo llega el boxeo a tu
vida?
Por intermedio de mi familia, todos eran boxeadores... mi viejo, mis abuelos,
mis tíos y mis primos. A los 12 años me metí a un gimnasio. Comencé en Las
Varillas con el profesor Antonio Farías, todavía me acuerdo mucho de él. Me hice
amateur y en la zona quedaban pocos rivales, había otro gimnasio más grande en
Villa María, a 100 kilómetros. Como no tenía dinero viajé durante seis años a
dedo, viajábamos con Fabricio Oberto, el de la NBA, el jugaba en Ameghino de
Villa María. Me hago profesional y me acuerdo que mi entrenador me dijo que el
pueblo ya me quedaba chico, que tenía que buscar una ciudad donde hubiera
televisión y todas esas cosas, así que me fui para Buenos Aires.
Y en Buenos Aires, ¿qué pasó?
Tuve suerte de caer en manos de un buen entrenador como Juan Carlos Pradeiro;
al principio, en Buenos Aires, nos iba bien porque había peleas y la Federación
nos ayudaba, después se hizo muy difícil. Peleábamos cada cuatro o cinco meses y
para los que teníamos familia era complicado: no podíamos pagar un alquiler. La
necesidad me llevó a usurpar una casa para vivir. Fue de 1996 en adelante, a
pesar de estar tan mal, yo nunca dejé de entrenar, seguía y pude ser campeón
sudamericano (ligero), latino e IBO. Después, la situación en el país se hizo
insostenible y en el 2000 me fui para España.
¿La historia empezó a
cambiar?
Sí, pero al comienzo no fue fácil, sin papeles no te dan trabajo en ningún
lado. Con Sergio (Martínez) estuvimos trabajando así y corrés el peligro
permanente de que la Policía te pare y te deporten a tu país. Muchas veces
tuvimos que disparar de la Policía, fue muy complicado... Además, sin papeles
tenés que trabajar de cualquier cosa. Mucho tiempo laburé de seguridad, un
tiempo lo hice en una fábrica de noche medio escondido; otro de los trabajos fue
ir al campo por la noche a cargar pollos, camiones enteros que teníamos que
llenar por 20 o 30 euros que no era nada. Fue muy duro.
¿Qué fue lo más duro que te pa
só?
Lo más duro fue una noche que nos llevaron al campo, había unos 7.000 pollos
y teníamos que agarrar seis, tres en cada mano, y cuando los agarras empiezan a
aletear y a largar mierda. Llovía un montón estábamos embarrado y llenos de
mierda de los pollos. Fue lo peor que me tocó hacer, había quedado muy mal
físicamente y también de la cabeza. Fue la peor noche de mi vida. Después de
eso, es como que me hizo un clic en mi cabeza, me fui a las Islas Canarias, ahí
daba clases particulares y en un gimnasio empezó a revertirse la situación.
¿Y qué momento grato te gusta
recordar?
Pase una noche inolvidable cuando me llevan de España a Inglaterra para
pelear por el título del mundo. Me llevan con 12 peleas perdidas, iba de punto
ante Billy Schwer, pero yo había entrenado más de seis meses y esa noche lo dejé
nocaut en el 11er. round, fue increíble. Después regrese a España y cobraba
entre 60 o 70 mil dólares, el cambio era una realidad... empezaba a vivir
mejor.
¿Cómo conociste a Martínez?
Después de que él llega a España y no la pasa tan bien, estaba en una
situación jodida y en el momento que decide volverse a la Argentina revolviendo
la ropa, en un pantalón toca algo que primero pensó que era dinero, metió la
mano y sacó un papel con un número de teléfono que le había dado Juan Carlos
Pradeiro para que me llame a mí. Me llamó y a las dos horas estábamos juntos.
Cuando me llama desde Madrid, yo estaba en la provincia de Guadalajara, le dije
que se tomase el tren y yo lo esperaba en un pueblo. Cuando lo ví llegar estaba
con su novia, toda la ropa sucia y una cara de cansado bárbara. Ahí empezó la
historia, ese fin de semana ya estaba entrenando. No nos conocíamos, yo lo había
visto una o dos veces entrenando en la Federación y algo me acordaba de un zurdo
interesante, pero muy poco.
¿Qué te dejó la noche en
Vélez?
Sensaciones muy buenas, el balance de nosotros es excelente: 45 mil personas
en el estadio, nunca se había visto en Argentina. La verdad, que muy contento
porque esa noche llovió, hubo truenos, refucilos y la gente no se movió del
estadio y vimos una gran pelea, en la que vino un inglés que no dejo nada, tiro
toda la carne al asador y no le alcanzó. No fue suficiente para llevarse el
título.
¿Cómo viste el combate, hubo sensaciones
encontradas?
Pasa que la gente vino a ver una pelea como la que hizo con Chávez Jr., el
mexicano era el campeón y Sergio le pego una paliza y le ganó muy bien el
título. Murray le hizo una buena pelea, muchos opinan que gano por un punto,
para mí, desde el rincón, Sergio gano por uno o dos puntos. Y estamos hablando
de una pelea muy pareja y eso no te alcanza para ganar el título. La corona se
gana como la gano Sergio ante Chávez, con una tremenda paliza en los 12 asaltos
a pesar de lo que paso en ese último round.
¿Pero en cuanto a rendimiento, no fue el
mismo que ganó el título?
El inglés es un boxeador muy cerrado, muy fuerte y no le dio chances de hacer
su boxeo. Yo soy su entrenador, sé cómo está él e hizo un trabajo correcto.
Todos los rivales son distintos, Murray seguramente lo estudio mucho a Sergio y
le planteo una buena pelea.
¿El marco, el contexto, influyó sobre
Martínez?
No creo que le haya jugado en contra, Sergio sabía que tenía que estar muy
concentrado y no perder la cabeza. Pasa que fue mucha gente a ver otra pelea y
los rivales no son iguales.
¿Cómo estaba cuando volvió al
vestuario?
No estaba con bronca, lo noté muy dolorido de la mano, todo el equipo lo
estaba felicitando, lo vi bien. En la pelea, los primeros cinco asaltos lo vi
ganador, en los últimos dos también. Son siete, otros lo ven de otra manera. Muy
contento por todo lo que se vivió esa noche. Una fiesta increíble.
¿Creés que la gente acompañó, hubo
química?
La gente respondió bien, no paro de cantar y en muchos asaltos se escuchaba
solo al público y eso al boxeador lo levanta. Hubo conexión, se siente mucho a
diferencia de combates en Las Vegas o en Nueva York. La verdad que la gente se
hizo sentir.
¿Se vienen las revanchas?
No creo que haya revancha ni con Chávez ni con Murray. Ahora Sergio tiene
todo un año para recuperarse de la mano, seguramente en marzo o abril estará
peleando de nuevo y ya veremos el lugar, la fecha y quién será el rival.
¿Cómo fue lo de la mano?
El siente la lesión en el segundo asalto pero recién en el 11er. round me
avisa lo de su mano. El siempre quiere sacar las cosas adelante, tiene mucho
amor propio; con dolor o sin dolor, siempre quiere sacar las cosas adelante.
Pelear así te pasa factura después de la pelea.
¿Las lesiones hacen más prematuro su
retiro?
Seguramente que sí, Sergio está sufriendo mucho, las lesiones que tiene son
importantes, la rodilla por más que esté operada no es lo mismo, no es lo mismo
bajar una montaña con el pie bien a bajarla con la rodilla operada, le afecta
cada vez más. Seguramente que las lesiones vayan a acelerar el retiro de
Maravilla. Una lástima.
¿Quiénes pueden ser sus próximos
rivales?
Hay varios: Miguel Cotto, Mosley, muchos... pero la verdad que no depende
tanto de los rivales sino de la televisión que acepte los posibles nombres para
Sergio.
Después de la pelea con Murray, hubo
muchas críticas y dudas. ¿Por qué?
Hay que respetar las opiniones de la gente, yo entiendo que fue una pelea muy
ajustada. Ahora, lo que no voy a permitir es que salgan a hablar de otra cosa
que no haya sido la pelea, como salieron a hablar Coggi y Castellini (pusieron
en duda la defensa de Sergio Martínez en Vélez).
¿Qué pasó, tenes algo para
decir?
Sí, se trata de gente resentida porque si ellos no supieron hacer las cosas
como las tenían que hacer no es culpa de Sergio ni de su equipo. Ellos son
boxeadores resentidos que no pueden salir a hablar de robo, y mucho menos Látigo
Coggi, que en Tucumán lo tuvieron una hora atado para que no se cayera (en 1993
contra Eder González). Y menos el hijo, no tiene idea. Buscaron su minuto de
fama y lo tuvie ron.
¿Cómo sigue el futuro de
Maravilla?
Quisiera que haga dos peleitas más y luego se retire. Imagino que después
seguirá trabajando con su equipo fichando boxeadores de Argentina y Sudamérica.
Trabajará con las empresas de España, tiene futuro empresario. También lo buscan
para hacer publici dades, él es medio guapera (risas).