miércoles, 8 de febrero de 2012

¿PUEDE COTTO DAR LA SORPRESA?



ESPN.com

Que nadie lo dude, un triunfo de Miguel Cotto sobre Floyd Mayweather Jr. o de Timothy Bradley Jr. sobre Manny Pacquiao serían una sorpresa mayúscula. Más que eso, serían un atentado suicida contra la pelea más cara de la historia y que debería ocurrir en noviembre. Me refiero a la de Mayweather vs. Pacquiao.
Pienso, y soy sincero conmigo mismo, que las posibilidades de un batacazo monumental son apenas del uno al dos por ciento. Tomando en cuenta ese porcentaje, la pregunta es: ¿Cuál de los dos rivales puede provocar ese desatino de la lógica comercial? Ante esa hipótesis no tengo dudas en señalar a Bradley Jr.
Mis razones no pasan tanto por las cualidades de Bradley sobre las de Cotto, más bien, aquí recurro a los antecedentes de Mayweather y Pacquiao a la hora de elegir a sus rivales. Siempre el filipino ha sido más arriesgado que el estadounidense. Mayweather, sin embargo, ha sido un experto a la hora de encontrar víctimas rentables. Y perdonen mi franqueza. Porque si no bastara con buscar adversarios que sabe de antemano serán fáciles de vencer, él no duda en apelar a otras herramientas. Como lo hizo en la trampa de la balanza contra Juan Manuel Márquez y lo arregló pagando una multa de 600 mil dólares.
¿Alguien duda de que Mayweather sabía a quién enfrentaba cuando eligió, por ejemplo, a Ricky Hatton o a Ricardo Ortiz? No, claro que no. Mayweather es un comerciante, astuto y conocer de que su futuro depende de mantener el invicto. El día que sea vencido, puede optar por el retiro. Ya no existirá para los fanáticos.
Pacquiao es diferente, basta con revisar su lista oponentes. Por esa única razón, yo considero que si alguien lo puede sorprender, es su rival de turno, sin importar quien sea. Pero hay más. Bradley está llegando a un círculo de privilegio, es joven y tiene una carrera por delante. Quizás le importe su invicto y se esfuerce por protegerlo. Y si le sumamos el aburguesado presente de Pacquiao, la sorpresa puede ocurrir. ¿Por qué no?
Cotto es todo lo contrario, ya tiene un nombre y su sola presencia es señal de buena taquilla. ¿O acaso es una casualidad que Julio Cesar Chavez Jr. también haya pensado en el boricua como futura víctima, perdón como futuro rival? Cotto va rumbo al ocaso de su carrera y en ese territorio, vale más el tamaño de la bolsa de dólares, que el tamaño de la derrota. Una nueva mancha, no afectara el cuero de ningún tigre. Nunca como ahora, vale esa popular frase. ¿Alguien cree que se esforzará para complicar a Mayweather? Yo ni en sueños me lo creo. Pero además, la velocidad de Floyd será un muro infranqueable para el pobre presente de Cotto.
Pero hay otros factores, como el peso pactado para una y otra pelea. Es muy cierto que el boricua, dólares mediante, hará alguna concesión a Floyd, algo que en el caso de Bradley no será necesario. El estadounidense, hoy en 140 libras, subirá de peso, así que no habrá sufrimientos previos al combate. Y todos sabemos cuánto merma el rendimiento de Cotto cuando la preocupación es la balanza. Sin embargo, nada sabemos cuánto va a mejorar el rendimiento de Bradley cuando deba fortalecer su condición física para aumentar de peso. Esa puede ser una sorpresa, con un antecedente positivo muy reciente. Márquez fortaleció su peso para enfrentar a Pacquiao en su última batalla y ya vieron lo que ocurrió.
Insisto, soy escéptico con las sorpresas. Previo a un combate por cien millones de dólares, ni Mayweather ni Pacquiao arriesgarán con rivales que los puedan sorprender, pero en el mínimo porcentaje de que ello sí ocurra, pese a lo que yo presumo, hay un solo aspirante a dejarnos con la boca abierta.

CHÁVEZ CARRASCO, EN EL NOMBRE DEL PADRE


JOSÉ MANUEL MORENO. "BOXEO VELEÑO".

Julio César Chávez Carrasco retuvo su corona del peso medio WBC tras imponerse por puntos a su compatriota Marco Antonio Rubio en pelea celebrada en el Alamodome de San Antonio, Texas, ante más de 14.000 espectadores. Julio César Chávez Jr. es, sin duda, el boxeador de toda la historia mejor llevado en volandas a los altares del boxeo. El nombre de su padre consigue el milagro de llenar recintos y provocar controversias y polémicas, como les conviene a todos mediáticamente hablando. En su pelea del sábado evidenció el cansancio provocado por su poca profesionalidad a la hora de preparar este combate, reconocido por el mismo peleador tras el combate, hasta el punto de que tuvo que rebajar tres kilos en las últimas 48 horas antes del combate. El inicio fue prometedor, con un Rubio que aunque tenga aspecto de peleador de mediados del siglo pasado, salió muy mentalizado de convertise en nuevo campeón del mundo. Chávez, amén de ser llevado por el "amo" del boxeo, Bob Arum, es preparado por el tótem en estos momentos de los entrenadores, Freddy Roach, y este debió de sugerirle que con su estado de forma le convenía una pelea a contraestilo, una pelea distinta a todas las que le habíamos visto hasta ahora. Agachado, encorvado, con la testa por delante, y soltando ganchos al cuerpo y uppers al mentón de su rival. Rubio parecía desconcertado y nervioso por la pelea que le proponía su "augusto" rival. Fruto de esa desesperación, un par de clamososos golpes bajos que no le quitaron puntos, no obstante, en criterio de Lupe García, árbitro también mexicano. La pelea en su fase intermedia era fea, además de decepcionante. Pero Chávez siempre hacía más que su contrario. Los dos últimos asaltos fueron los únicos en los que pareció una pelea entre guerreros mexicanos. Buenos intercambios, chispa en el ring y en las gradas, hasta esos momentos adormilada. Pero era tarde. Ganó justamente el hijo del mejor peleador mexicano de todos los tiempos, que sigue ganando, con la carrera de su hijo, peleas después de retirarse. Eso sí, Chávez Carrasco pasó en la noche del pasado sábado de ser un "adolescente" en el boxeo, quizas un niño malcriado fuera del ring (le detuvieron ebrio días antes de la pelea), gracias a sus bellas formas de boxear a pasar durante doce asaltos a ser un tipo duro, rocoso y hasta desesperante. Tuvo la decencia de confesar tras la pelea que con ese estado de forma nunca ganaría a "Maravilla" Martínez pero que cambiaría muchas cosas para enfrentarle y ganarle. Escrito dejo que ese combate nunca se dará y de hecho ya se habla del irlandés Andy Lee como próximo rival. Ante el argentino, la única duda sería, hablando de niños, si acabaría hecho papilla o simples migajas, y eso lo evitarán Arum y compañía. ¿Para qué un combate con Martínez si llena escenarios ante boxeadores como Rubio? Pues eso.