domingo, 6 de marzo de 2016

VICTORIA DE MARGARITO CON ÉPICA


Salvador Rodríguez
ESPN Digital

El ‘Tornado’ de Tijuana, Antonio Margarito, se levantó de la lona en el sexto asalto para terminar con un ayuno boxístico de más de cuatro años y lograr la victoria por puntos sobre el mexicalense Jorge ‘Maromerito’ Páez ante más de 10 mil fanáticos en la Arena Ciudad de México en una velada de Zanfer Promociones.
Las tarjetas fueron de 95-94, 97-93 y 96-93 para Margarito, quien sólo pudo sobrevivir a ese sexto asalto gracias a que Páez se cansó de tirar golpes y no pudo terminarlo, pues luego, con mejor condición física, fue por él y cerca estuvo de noquearlo en el décimo y último asalto.
Fue la primer pelea de Margarito en 51 meses y mostró que aún tiene fuelle para combatir de tú a tú, mas sufrió demasiado con un Páez voluntarioso que no pudo aguantar el ritmo y terminó cediendo la iniciativa, y la pelea, al ídolo tijuanense que volvió a demostrar que tiene imán con la gente.
La pelea resultó dramática y el público terminó por reconocer a los dos peleadores, a Margarito por la valentía de levantarse de la lona para ir en busca del nocaut y a Páez por ponerse de tú a tú con un hombre más grande y más acostumbrado a este tipo de guerras.
Con este resultado, Margarito mejoró a 39-8 y 27 nocauts, mientras que Páez se quedó con 39-8-2 y 23 nocauts.
Comenzó Páez con muchas fintas, tratando de marcar con el 1-2 pero pronto Margarito comenzó, con su jab a marcar el ritmo del combate; sin embargo, el ‘Maromerito’ logró cimbrar al tijuanense con una sólida combinación y recibió respuesta con castigo al cuerpo. En la esquina a Tony comenzaron a tratarle el pómulo derecho con la plancha helada.
La pelea llegó en el segundo round al terreno donde quería Margarito, en el corto, ahí cruzaron una gran cantidad de upers y fuertes combinaciones en las que Tony salió mejor librado, pero encontró a un ‘Maromerito’ valiente que ofreció castigo y dejó en claro que iba a combatir como quisiera el tijuanense.
Para la tercera ronda salió Páez a boxear, metió veloces combinaciones al rostro de Margarito que pese a ello no dejó de buscar la pelea. En algún momento se paró el mexicalense al tú por tú y nuevamente se vio favorecido Tony, pero al final una derecha portentosa de Páez aterrizó en el rostro del excampeón de forma espectacular.
El cuarto capítulo fue todo de Margarito, Páez no pudo boxear de nuevo, las piernas no le respondieron y no le quedó de otra que fajarse con el ‘Tornado’, quien acostumbrado y cómodo con la pelea en un metro cuadrado le metió cuantos upers quiso y comenzó a inclinar así la balanza.
Margarito volvió a apropiarse del quinto episodio, pero Páez no dejó de tirar los puños. Tony de nueva cuenta fue quien sacó ventaja de su estilo y capitalizó con combinaciones de cuatro o cinco golpes para mantener ocupado al de Mexicali en la defensa y no permitirle tirar como quisiera.
En el sexto renació Páez. Con un cruzado de derecha Páez mandó a la lona a Margarito quien muy lastimado se levantó como pudo y sobrevivió apenas el asalto gracias a que ‘Maromerito’ no pudo acabarlo porque se cansó de tirar golpes. La fanaticada vivió medio round de pie electrizada por las acciones en el ring.
Ya agotados salieron al séptimo a tratar de hacer daño, pero sin mucho éxito. Ya repuesto de los golpes Tony y su ligera mejor condición le permitieron ofender y recibir muy poco en contra, pues incluso hizo que Páez rehuyera al pleito en más de una ocasión y evitara el intercambio.
Ya más recuperado, comenzó a soltar las manos Páez en el octavo y con un volado de derecha logró que se pusieran de pie los fans, pero sin reversa Margarito fue por él y lo llevó contra las cuerdas y lo obligó a pararse de nuevo al intercambio, cerrando los dos muy fuerte en los últimos segundos del round.
Con más potencia y aire, Margarito fue por Páez que no pudo responder en el noveno ante tal presión y cerca estuvo de enviarlo a la lona con sus impactos, pero con más corazón que condiciones logró terminar de pie el round y hasta tiró una seguidilla de impactos que sorprendieron a Tony.
En el décimo, Páez ya no tuvo para competir y cerca estuvo de ser noqueado por un Margarito que trató de terminarlo antes de que sonara el último campanazo, lo cual obligó a que el público aplaudiera a ambos tras el final del combate.

MUHAMMAD ALI: ERA EL MEJOR (Y ÉL LO PROCLAMABA A GRITOS)

LUIS VENTOSOL
ABC.es

Tal vez fue el mejor. De hecho él lo proclamaba a gritos, con su locuacidad efusiva, tantas veces histriónica. Pero además Cassius Marcellus Clay Jr., o Muhammad Alí, pues así quiso llamarse («el otro fue el nombre que los blancos dieron a mi amo esclavista»), fue el primer deportista de predicamento planetario que gobernó su propio destino y se convirtió en un símbolo de la contracultura.
Alí ganó tres veces el título del mundo. Lo hizo con solo 22 años, en 1964, y lo repitió ya más lento, pero más taimado, en 1974 y 1978. Disputó 61 peleas profesionales y solo bajó del ring derrotado cinco veces. Se pavoneó al lado de Malcolm X, vociferando ambos provocaciones racistas desde el otro lado que han envejecido mal. Pero su sincero aldabonazo en favor de los derechos de los negros supuso una inmensa ayuda contra una segregación repulsiva. Fue un San Sebastián pop, martirizado por las flechas para la portada de «Esquire» en 1968. Charló con Dylan y encandiló a los hippies cuando en 1967 el deportista musulmán se negó a enrolarse en el Ejército para combatir en Vietnam. «Yo no tengo ninguna pelea con los del Vietcong. Ninguno de ellos me ha llamado negro».
El establishment lo desposeyó de sus títulos y durante tres años largos, de su licencia para combatir. Le impusieron una pena de cinco años de cárcel que no llegó a cumplir y una multa de diez mil dólares. El Supremo acabó dándole la razón en su objeción por motivos religiosos. Pero como decía el zorro Angelo Dundee, su entrenador blanco de siempre, «le robaron sus mejores años». Alí es también materia literaria, fascinación de prosistas rocosos como Norman Mailer, instalados en la dudosa tesis de que reventarse a golpes es el epítome de la más alta virilidad.
El 02 Arena, el inmenso coliseo del rock de Londres, celebra esta semana a los dos Alí, al boxeador y al agitador político. La exposición «Soy el más grande», a la que cuesta 20 libras entrar, estará en cartel hasta finales de agosto. Se han reunido 200 objetos del boxeador. Allí está desde el marco de la puerta de la casa de tablas de Louisville (Kentucky) donde nació, hijo de un pintor de señales y de una ama de casa que limpiaba fuera, hasta los entorchados de sus títulos, sus guantes de peleas nunca olvidadas, carteles de combates, infinidad de maravillosas fotografías.
Pero lo que más impone es el desparpajo provocador del joven, guapo, elegante a su modo y siempre arrogante Cassius Clay, que emerge con su magia lenguaraz en películas en blanco y negro del siglo pasado. Muy especialmente, fascina observarlo bailando y a veces sufriendo hasta la agonía en el cuadrilátero. Peleas de los días en que sus pies volaban, que ganaba casi como si se pegase vestido de esmoquin, haciendo buena su máxima: «Baila como una mariposa y pica como una abeja». Pero también luchas tan sanguinolentas como su tercer choque de trenes con Joe Frazier, bajo una humedad alucinada de 38 grados en la Manila de 1975. «Lo más parecido que he conocido a la muerte», en palabras de Alí, triunfal, pero por una vez vulnerable.
Hasta el final se rumoreó que Muhammad Alí podía viajar a Londres para inaugurar la muestra. Una fantasía publicitaria, dada su postración física. Quien acudió fue Lonnie Williams, la cuarta mujer de un hombre que ha tenido nueve hijos, una amiga de su primera juventud con la que se casó en 1986, recién aparecido el Parkinson, y con la que vive en Scottsdale (Arizona). Alí, que cumplió los 74 el pasado 17 de enero, ha iniciado el año con dos ingresos hospitalarios, uno por problemas respiratorios y el segundo por una infección urinaria. Hace dos años largos que ya no puede hablar, otra dentellada de un Parkinson que se atribuye a los golpes en la cabeza. Hace muchos lustros que ha perdido la expresividad facial. El rostro sonriente que no tenía miedo a nada se contrae ahora en una máscara perpleja. A pesar de su mala cabeza en las inversiones, que explica que todavía se subiese al ring con 38 años, conserva un patrimonio de 50 millones de dólares y es un ídolo mundial. «Espero que esta exposición lo una a una nueva generación de seguidores», comenta su mujer. No hace falta. Alí está tatuado a golpes y palabras en memoria humana.
Veo en una calma silenciosa las dos obras maestras de Alí. Las dos peleas que le programó Don King en escenarios exóticos, en un tiempo en que el boxeo detenía el reloj del planeta. Una es su celada de astucia en la noche de Kinshasa frente al joven Foreman, al que un estratégico Alí de 32 años tumbó en el octavo tras dejarse acosar en las cuerdas y provocar que su rival se desfondase. Un triunfo de la inteligencia. Y veo también, no sin espanto, su carnicería de Manila frente a Frazier, al que derrotó tras 42 minutos de violencia sin tasa.
Frazier, su péndulo moral
Frazier es el péndulo moral de Alí, el espejo donde vio reflejado lo mejor y lo peor de su mito. Murió en 2011, lo que provocó una fuerte depresión a su rival, porque había quedado una cuenta sin saldar: nunca supo presentarse ante él y pedirle perdón. Tal vez como una máscara para tapar su puro miedo; tal vez por mero afán publicitario, o por la humana soberbia de quien se sabe el mejor, Alí humilló a Frazier antes de su pelea de una manera extremadamente cruel. Lo llamó «Tío Tom», gorila, retrasado. Frazier sería el negro que seguía aceptando sumiso la bota del blanco y Alí, el liberador que ya ha roto el yugo. Joe Frazier no se reconoció en esa acusación y nunca se lo pudo perdonar. Alí, obligadamente sigiloso, seguramente tampoco se lo ha perdonado a sí mismo.

ÁNGEL MORENO LO DIO TODO, PERO EL CINTURÓN SE QUEDÓ EN FRANCIA

JESÚS MÍNGUEZ
AS.com

Ángel Moreno viajó a Arras (Francia) convencido de que sólo un KO le daría el cinturón de campeón de Europa del peso mosca que custodiaba el local Thomas Masson, y así fue. El vallecano fue un diablo, todo corazón y presión. Una caldera. Pero los jueces no se complicaron la vida y otorgaron una victoria por decisión unánime al galo: 117-111, 115-113 y 117-111. Una diferencia excesiva para un combate muy igualado, con alternativa en los asaltos.
El madrileño, de 32 años, pagó los tres primeros episodios, que se anotó Masson, y tuvo que ir a remolque. Un corte feo en la ceja izquierda en el cuarto round anunció un final prematuro. Pero no fue así. Al calor de la sangre, Moreno se encendió y llevó al campeón contra las cuerdas. "Esto es un ejercicio de devastar", le recordaba desde su esquina su preparador, Tinín Rodríguez. Contra la altura y el mayor alcance de Masson, Moreno se fajaba abajo.
El madrileño, con las manos bajas y las piernas rápidas, con la cintura flexible, apuntó al cuerpo del francés, siempre muy cerrado de guardia. No se desarboló y eso le salvó el cinturón. Sabía que si no le conectaban demasiado, la victoria sería suya. Es la ley no escrita que protege, casi siempre, al que boxea en casa en caso de duda.
"¡No puedes parar, esto es un infierno!", animó Tinín a su pupilo cuando el campeonato se ponía feo. Y el Golden Boy de Vallecas se jugó la cabeza. Todo pasión y corazón. Bien preparado, asumiendo el riesgo de comerse una mano letal por el cansancio. Decidido a no irse de vacío. Pero su pronóstico se cumplió. O KO o derrota. Demostró, eso sí, que llegó a Francia bien preparado y con ambición. Y no se dejó nada dentro. Eso también merece recompensas.