martes, 22 de abril de 2008

IVÁN POZO, EN INTERVIU


El tres veces campeón de Europa del peso mosca está que se sale. Tras meses de entrenamiento en su gimnasio de toda la vida, en pleno centro de Vigo, la hora de su gran momento se acerca. El esfuerzo se intensifica para llegar al ring en el mejor estado físico y mental. Cordial y humilde, Iván Pozo nos recibe con los guantes puestos: “Yo no voy a ser de esos que dicen que van a arrancarle los ojos a su contrincante. ¡Pero si ni siquiera lo conozco!”.

Se muestra risueño, pero algo ansioso por llegar a su día D y su hora H en las mejores condiciones: “Esta oportunidad es muy importante para mí. Hay mucha ilusión puesta en este combate. No sólo mía, sino de mucha más gente. De interviú, por ejemplo, que es un gran honor que patrocine la velada. Del organizador, Kiko Matamoros, que está montando un espectáculo impresionante y, sobre todo, de la afición viguesa, que se merece un título mundial”. Bajo el éxito, el sacrificio El camino hasta la gran velada del 9 de mayo no ha sido precisamente de rosas para Iván: “Comencé a boxear a los 13 años. Al principio nos íbamos unos cuantos amigos a un parque y nos zurrábamos con los guantes. Las tonterías de la edad”.

A Iván le sale una media sonrisa pícara al recordar aquellos años: “Recuerdo quedarme de madrugada con mi padre para ver por la televisión los combates de Tyson. ¡En aquellos momentos era el mejor! Ahora mi ídolo es Óscar de la Hoya”. Poco a poco se fue metiendo en el mundo del boxeo y comenzó a entrenarse en el gimnasio Saudade bajo las órdenes de Francisco Amoedo: “Sigue siendo mi entrenador, él fue quien me descubrió y me ha visto evolucionar”. Los perros viejos son los que mejor olfato tienen, y Francisco, que lleva toda su vida metido en el mundo del boxeo, ha conseguido que Iván gane el título de campeón de Europa y su defensa en dos ocasiones, aunque juntos también han sufrido varapalos importantes: “Cuando eres un boxeador sin ningún promotor importante detrás, hay que salir al extranjero para pelear por los títulos importantes, ya sea el europeo, el mundial, el de la Unión Europea... Nosotros tuvimos que ir a Bélgica y a París para pelear por el título de la Unión Europea y por el europeo, que son dos títulos distintos, pero el problema es que allí te cuelgan directamente la etiqueta de perdedor. Y es casi imposible ganar. O ganas por KO, o lo tienes crudo.

Y así nos pasó. Peleé con un campeón de Europa y otro del mundo, merecí ganar, pero al llegar a los puntos, después de haber dado los mejores golpes y haber tenido mucha más presencia en el ring, la victoria se quedó en sus casas. Hay demasiadas influencias, intereses. Y pierde, al final, el que tiene que ganar. Aquellas experiencias fueron muy frustrantes y desmoralizantes. Fue además en un momento en el que no tenía demasiadas ayudas y muchas veces estuve tentado de dejarlo”. Pero justo tras esta mala etapa Iván tuvo la gran suerte de conocer en el gimnasio que entrenaba a Michel Salgado, el jugador del Real Madrid, que se fijó en la actitud y valía del boxeador. Junto con su suegro, Lorenzo Sanz, ex presidente del Real Madrid, decidieron apoyar al deportista: “Fue decisivo en mi carrera. Supuso un gran salto cualitativo y en un momento que lo necesitaba. Les estaré siempre agradecido, además se han convertido en amigos”. Con el apoyo de Lorenzo Sanz, Iván disputó el título del mundo sin necesidad de salir al extranjero. Esta vez el combate se realizó en casa, en Vigo... “Y ganamos. Fue un ¿Quieres asistir al combate entre Iván Pozo y Omar Narváez? gran espectáculo”. Pero cada una de sus victorias exige seguir unos hábitos de vida muy estrictos: “Tengo que seguir unas dietas muy duras, me entreno todos los días muchas horas... Es una pena, un futbolista campeón de la Champions League puede vivir toda su vida, y sus hijos, con el dinero que amasa en su vida profesional. Nosotros, los boxeadores, no”. En cuanto a su situación familiar, Iván se siente muy apoyado: “Ahora vivo con mi novia, que me ayuda mucho y me acompaña siempre. Algún día me casaré con ella y tendré hijos, pero ahora no es el momento. Mi madre, que es ama de casa, también suele venirse conmigo al ring, pero jamás se ha quedado a ver un combate; le da miedo lo que me pueda pasar”.

Fue su padre quien inculcó a Iván el espíritu de lucha y sacrificio. “Él es director financiero de una empresa de productos de limpieza y toda su vida ha trabajado mucho, de ocho de la mañana a nueve de la noche. Siempre me ha transmitido la idea de que para llegar hay que sufrir y luchar. Además, fue jugador de balonmano y entrenador después, por lo que siempre he estado muy vinculado al mundo del deporte gracias a él. Y esos valores me los han inculcado desde que era pequeño”. Aparte de tener el calor de su familia en los combates de boxeo, Iván considera muy importante, también, tener grandes amigos que apoyen en los momentos difíciles: “A los amigos, como al boxeo, hay que darles dedicación. Mis amigos son de toda la vida y me hacen equilibrarme. Uno de ellos es subcampeón de España del peso superpesado”. Quedan menos de tres semanas para que Iván Pozo se mida con el argentino Omar Narváez y sabe que el combate no va a ser fácil: “Es una bestia. Muy bueno, una especie de leyenda en activo. Lleva 12 defensas del título mundial, y el récord está en 14. Pero vamos a ir a darlo todo Por la afición de Vigo, de Galicia y de España. Para situar este ring en el mapa del boxeo mundial”.

Sobre la estrategia para ganar el combate, no duda: “Salir a ganar, a intentar destrozarlo. Y, sobre todo, dar espectáculo, que la gente vea un gran combate que se recuerde durante años. Creo que si luchamos con hambre ganadora y con ganas, seremos campeones”. Iván Pozo se sube de nuevo al ring para seguir entrenándose. Se pone el protector en la boca y se despide con una frase lapidaria: “Tendré que hacerle sufrir”.

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