miércoles, 6 de mayo de 2009
ES BUENO SER EL REY
DAN RAFAEL
El día comenzó al igual que tantos otros domingos después de una gran pelea: Me desperté en una habitación del MGM Grand un poco cansado tras una larga y sin ganas de encarar un día agotador de viaje de regreso a Virginia del Norte.
Encaré mi rutina usual empacando, trabajando en el scorecard del fin de semana y tomando llamadas telefónicas y pedidos de entrevistas radiales en todas partes del país de aquellos que querían hablar de la pelea.
En este caso, la gran pelea fue Manny Pacquiao, el mejor boxeador del mundo, contra Ricky Hatton. Pacquiao había barrido a Hatton en dos rounds la noche antes de ganar el campeonato de welter junior para darle un título de empate en una sexta clase de peso y un cuarto campeonato lineal.
Como siempre, planeaba quedarme en mi habitación trabajando hasta mi vuelo de las 4:21 pm, gracias a la bella Stephanie Heller del equipo de relaciones públicas del MGM Grand, quien siempre se ocupa de mi. También había planeado almorzar con un amigo que vive en Las Vegas antes de partir al aeropuerto.
El PacMan se había devorado a Hatton, anotando dos derribamientos de primera ronda para luego ponerlo a dormir con un masivo golpe izquierdo --uno de los derribamientos más impactantes que yo haya visto en vivo-- justo antes del final del segundo round.
En ese momento no tenía idea que 15 horas más tarde tendría una audiencia inesperada con el rey de la libra por libra en su habitación privada en The Hotel en Mandalay Bay, donde observaría la pelea con Pacquiao, quien estaba mirando el video por primera vez.
Fue un día importante. Esto es lo que sucedió:
Recibí un llamado de mi amigo Brad Abdul Goodman, el realizador de peleas de Top Rank con quien he sido amigo desde comienzos de los 90s, mucho antes de que ambos tuviéramos nuestros actuales trabajos. Goodman, quien vive en Las Vegas, había sido preguntado por el consejero de Pacquiao Michael Koncz si podía grabar un DVD de la pelea porque Pacquiao quería verla.
Con lo que Goodman me llamó para ver si me quería juntar un poco antes de lo planeado. Me buscaría por el MGM y lo acompañaría a Mandalay Bay a dejar el DVD para luego almorzar. Me pareció un buen plan, con lo que terminé de empacar, escribí lo más que pude del scorecard del fin de semana e hice el checkout del hotel.
Goodman me pasó a buscar y partimos para The Hotel. Resulta ser que Koncz y Pacquiao y el equipo estaban llegando tarde porque Pacquiao, un católico responsable, había asistido a la Iglesia el domingo por la mañana y no tenía apuro por regresar. En vez, se había quedado una vez terminada la misa para tomarse fotos con los fans y para firmar autógrafos.
Goodman y yo almorzamos y luego nos cruzamos con el jefe de Top Rank Bob Arum y su mujer, Lovey Arum, en el lobby. Ellos también estaban esperando que Pacquiao regresara porque se debían reunir con amigos a quienes les habían prometido presentar a Pacquiao.
Mientras esperábamos, el entrenador superestrella de Pacquiao, Freddie Roach, se presentó. Eso fue un episodio.
Varios huéspedes del hotel se habían acercado a Arum para tomarse fotos con el, para las que posó con alegría. Un huesped japonés aparentemente me había reconocido de mis apariciones en la TV y me preguntó si podía posar en la foto con Arum y él.
Pero una vez que llegó Roach, los huéspedes viraron su atención hacia el. En un punto, como una docena de personas se habían ubicado a su alrededor y comenzaron a aplaudir espontáneamente por un trabajo bien realizado. Luego se presentaron los invitados de Arum --el senador de Nevada John Ensign y sus dos hijos. Arum me presentó al senador y conversamos por un rato. Resulta ser que el senador es un gran fanático del boxeo y tiene 1/8 de sangre filipina, con lo que estaba entusiasmado de conocer a Pacquiao y posar para una foto con sus hijos y él.
Finalmente nos enteramos que Pacquiao había regresado, en privado aparentemente. Entonces fuimos reunidos. Las personas querían subirse al ascensor, pero la seguridad no lo permitía. Subimos hasta el último piso de The Hotel. Cuando salimos del elevador habían personas y personal de seguridad, pero fuimos llevados a la habitación de Pacquiao.
Una vez dentro de la habitación, había al menos 20 personas dando vueltas y comiendo del buffet que había sido ubicado en la habitación principal, que tenía una vista espectacular del Strip de Las Vegas. Mientras el resto del grupo --Arum, su mujer, Goodman, Koncz, Ensign y los niños-- fueron llevados a la habitación privada de Pacquiao, yo tenía que grabar una entrevista telefónica previamente establecida para ESPN SportsCenter en ese mismo momento. ¿Buen timing no es cierto?
Encontré un espacio silencioso al otro lado de la sala, hice la entrevista y luego me dirigí a la habitación donde un empleado de seguridad asintió con la cabeza, abrió la puerta y me dejó entrar.
La habitación estaba dividida en dos. La esposa de Pacquiao, Jinkee, estaba a un costado empacando para el largo viaje a las Filipinas. Del otro lado, aproximadamente 15 personas estaban reunidas cerca del sillón y sillas y la TV. Pacquiao, claro está, tenía el mejor asiento para la proyección del DVD. Frente a Pacquiao en una mesa había un pedazo de carne, un bowl de arroz y un plato de frutas.
Ensign y los niños conocieron a Pacquiao, hablaron un par de minutos y se tomaron una foto con el. Pacquiao no pudo haber sido más simpático. Luego los Ensign y los Arum partieron, dejándonos listos para ver la pelea.
Una de las personas en la habitación era el padre Marlon Beof, el consejero espiritual de Pacquiao, quien, como resulta ser, es un lector habitual y un fanático de la página de boxeo de ESPN.com. Le agradecí por eso. ¿Quién hubiera dicho que mi blog y notebook semanal sería leído por integrantes de la iglesia Católica?
Mientras observábamos las presentaciones, los invitados de Pacquiao se mostraron muy emocionados. En un punto, Pacquiao me dijo cuando estaba comenzando la pelea, 'Es la primera vez que veo esto. Pelea fácil'. Luego me dio una gran sonrisa.
A medida que la pelea avanzaba, le pregunté a Pacquiao si estaba disfrutando de ver su dominante performance. Respondió 'Si', dio otra gran sonrisa antes de comer un pedazo de carne.
Cuando el anunciador de HBO Jim Lampley exclamó 'Es una tormenta de Pacquiao' en un punto de la pelea, Pacquiao repitió la misma frase y dio otra gran sonrisa.
También le habló a la TV. Durante el segundo round no paró de gritarle a su imagen en el televisor que 'golpeara y golpeara'.
Mientras la mayoría de los invitados de Pacquiao alentaban cada golpe, Pacquiao miraba atentamente la TV y comía su pedazo de carne.
Cuando la bomba de nocaut aterrizó en el mentón de Hatton, los muchachos en la habitación se volvieron locos. Pero Pacquiao tenía un rostro muy serio y se cruzó, como si estuviera rezando para que Hatton estuviera bien, cosa que ya sabía porque la pelea había sido la noche anterior.
De todas maneras, ese es el tipo de muchacho que es Pacquiao.
Me volvió a mirar y antes de que pudiera decir algo, me dijo "Si, es un buen golpe". ¿Crees?
"Lo sentí en mis puños", dijo Pacquiao.
Le pregunté si pensaba que sería el nocaut del año.
"Si, eso creo", respondió.
Luego sin que se le preguntara, dijo, "La gente cree que Hatton es más grande y fuerte que yo. No lo creo".
Y luego otra sonrisa.
Entre el gran nocaut que acababa de ver y ese jugoso pedazo de carne, Pacquiao parecía estar muy contento y con las manos en la cabeza. Es bueno ser el rey.
Ahora que la pelea había terminado, la gente comenzó a salir de la habitación. Mientras me iba, Pacquiao se paró, me dio un abrazo y me agradeció por haber ido.
Fue un placer.
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