jueves, 11 de diciembre de 2008

Un PPV decepcionante y para el olvido


Por Juan E. Brignone, editor@notifight.com

Los menos de 36 minutos de boxeo que mostró HBO PPV el pasado sábado fueron para el olvido y los 1.250.000 fanáticos que lo compraron deben estar lamentándose de los 55 dólares echados a la basura.
El choque estelar entre Manny Pacquiao y su jefe quedó nublado de suspicacias por la extraña inacción del “Golden Boy”. Es que con De La Hoya como organizador y participante todo se hace sospechoso, tal como sucedió en su combate ante Bernard Hopkins (luego su socio en la empresa promocional Golden Boy Promotions).
Ya la prestigiosa pluma de José Luis Camarillo comentó las innumerables dudas que presentaron los amantes del boxeo en NotiFight.com. Como suele suceder, las cuestiones turbias son difíciles de aclarar. Y lo único que está demostrado es que Oscar De La Hoya perdió credibilidad como boxeador y como promotor.
El californiano siempre resaltó su espíritu combativo e incluso una de sus empresas le erigió un monumento para rendir tributo a su campaña y a su dedicación, como parte de la promoción del combate. Ninguno de esos valores se vio el sábado.
De hecho, si al ring del MGM Grand hubiera subido la estatua de bronce que levantaron a la entrada del Staples Center, habría realizado mejor papel que el De La Hoya de carne y hueso. Es que al menos hubiera sido más resistente al ataque del ex campeón mosca.
Repentinamente, el estadounidense pasó de ser un boxeador aguerrido a un ex pugilista sin siquiera voluntad de guerrero.
Como deportista el Golden Boy puede esgrimir una mala preparación, que le costó bajar de peso y miles de otras excusas. Pero cualquier pretexto que utilice revelará que montó la cartelera a sabiendas de que él mismo, el protagonista central, no estaba en condiciones de pelear.
Pero nada de lo que diga, como promotor o como boxeador, puede terminar con la sensación extraña y sospechosa que dejó su combate.
Tampoco pudo verse acción en el choque semi-estelar, que en esta misma columna se había resaltado. El argentino Sergio “Rocky” Medina sucumbió ante el poder del invicto boricua Juan Manuel López y prefirió descansar en la lona en vez de presentar oposición.
Medina denunció presiones para perder, las cuales supuestamente recibió tras el pesaje. Incluso menciona a la esquina de López como partícipe de las amenazas.
Lamentablemente “Rocky” recién expresó esto cuando llegó a su Salta natal y no aprovechó a difundirlo antes del combate, ante el micrófono de alguno de los cientos de medios que cubrieron la velada en Las Vegas.
Mencionar esto tras haber sido noqueado de manera patética en 98 segundos suena a excusa.
Aparte, ni HBO, ni Golden Boy Promotions, ni el propio “Juanma” se vieron beneficiados por las zambullidas de Medina. ¿Qué provecho podrían obtener de eso?
“Rocky” menciona a una casa de apuestas que pagaba más por una victoria de López en el primer asalto. Si algún casino ofrecía mayor pago por un triunfo del boricua está destinado al fracaso comercial en breve.
Lo único que se puede conseguir con estas denuncias es intentar manchar el honor de López o dar excusas para la peor actuación de un boxeador argentino en títulos mundiales.
Pero “Rocky” juró por sus hijos que esto sucedió, así que vamos a suponer que fue verdad…
La situación detallada por Medina, fue sufrida por Muhammad Ali en infinidad de ocasiones. Y con amenazas escalofriantes. El “bocón” de Lousville por su personalidad y sus declaraciones, como campeón del mundo de la máxima categoría, era una molestia grande para algunos grupos de poder racistas.
No hay que olvidar que por esos tiempos fueron asesinados John F. Kennedy (en 1963), Malcolm X (en 1965) y Martin Luther King (1968).
Había razones de sobra para asustarse.
Sin embargo, a pesar de que el FBI buscaba francotiradores en los estadios donde se presentaba, no recuerdo haber visto a Ali arrojarse a la lona como lo hizo Medina el sábado.
Por eso, entre otras muchas cosas, la gente siempre se acordará de Muhammad Ali y se olvidará pronto de Sergio Medina.
En la misma jornada, Víctor Ortíz y Daniel Jacobs parecen tener un gran futuro, pero ninguna conclusión puede sacarse de las rápidas victorias que lograron en el MGM Grand.
Poco podía esperarse del texano Víctor Lares frente a Jacobs, pero más decepcionante fue la poca durabilidad del neoyorquino Jeffrey Resto.
A pesar de todo lo mencionado, esos dos combates fueron los mejores momentos del PPV.
En total fueron televisados 35 minutos con 41 segundos de “actividad sobre el ring”. Es difícil decir que ese tiempo fue “de acción” o “de boxeo”, especialmente cuando 24 de esos minutos están sospechados de “farsa”.
A un precio sugerido de 55 dólares (en realidad hubo múltiples campañas que entregaron descuentos) el valor de cada minuto fue de aproximadamente 1,60 dólares que, a la luz de lo mostrado, parece una cifra demasiado alta.
Pero el dinero resignado por los fanáticos es ínfimo a comparación de todo lo que perdió la imagen del boxeo el pasado sábado.

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