viernes, 4 de febrero de 2011

GARCÍA MÁRQUEZ INMORTALIZA A HENRY ARMSTRONG


José Rodolfo Castro

Época actual de campeones del mundo en dos, tres o cuatro diferentes categorías, el recurso para ser reconocidos por las mayorías, para tratar de equipararse a legendarios.
Recursos actuales que agigantan al histórico Henry Armstrong sobre los más ganadores de campeonatos mundiales en distintos pesos: Óscar de la Hoya, Manny Pacquiao.
¡En sólo diez meses Armstrong se convirtió en triple campeón simultáneo! En octubre de 1937 derrota a Patey Sarron en seis episodios, y se proclama rey mundial Pluma. En mayo de 1938 vence a Barney Ross en 15 asaltos, alcanzando la faja Welter. En agosto de ese mismo 1938, le gana por puntos a Lou Ambers, para proclamarse rey de los Ligero.
Arte de la defensa y el ataque, de registros insuperables, de exquisitez y contundencia, conjunto de cualidades innatas, propiedad de un fuera de todas las series, que cautivó al intelectual y premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, quien lo inmortaliza en su obra periodística, Textos Costeños, con la crónica “El reverendo Henry Armstrong”, que se publicó en el Heraldo de Barranquilla en 1950.

Aquí parte del texto que escribió García Márquez: “El último Domingo de Resurrección los admiradores de Henry Armstrong –-el negro magnífico que lograra reunir un título tres veces campeón-- se congregaron en el estadio de Uline, en Washington, para presenciar una última y tardía intervención del extraordinario pugilista.
Apenas cuando los presentes adivinaron por la intensidad del ambiente, que había llegado la hora de iniciarse el espectáculo, levantaron la vista y vieron, otra vez, al mismo Henry Armstrong de siempre, de pie en el ring, beatíficamente apoyado contra las cuerdas. Él, como sus admiradores del Domingo de Resurrección, había logrado también el angélico instante de la serenidad.
Y cuando empezó a hablar, cuando la garganta metálica que el jueves Santo había cantado himnos religiosos en un coro de Baltimore, habló del hijo de Dios suspendido sobre la piedra removida del Santo Sepulcro, los puños que una vez forjaron una de las más resonantes trayectorias deportivas, descargaron todo su poderío sobre las cuerdas y resonaron hueso contra hueso en la mandíbula del diablo.
Henry Armstrong, después de colgar los guantes, vistió un hábito de predicador”.
Henry Armstrong nació en 1912 en Columbus, Mississippi. Falleció en 1988.
Y por ahí estaré atisbando.

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