viernes, 1 de enero de 2010

El ‘Gatopardismo’ de Pacquiao destruyó la mega-pelea


Por Ismael Rubio

“Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie.” Frase célebre de Tancredi Falconeri, personaje de la novela ‘Gatopardo’ de Giuseppe Tomasi di Lampedusa.
No sería difícil adaptar esta frase a la situación por la que atraviesa la figura del actual ‘Rey libra por libra’ Manny ‘Pacman’ Pacquiao, si sólo al menos se intentara comprender cómo se manejan los hilos del boxeo hoy en día.
Se requiere que el filipino Manny Pacquiao siga siendo considerado como un fenómeno inexplicable, como un sobrehumano que hace maravillas en los ensogados. Y para que prevalezca tal concepción fue necesario tirar a la basura $ 40 millones de dólares en ganancias, de lo que pudo ser el combate más importante de la era moderna del boxeo.
Si bien, la ‘dignidad’ y el ‘temor a dios’ pudieron ser los factores que convencieron a Manny Pacquiao de echar a andar la maquinaria jurisdiccional, para quitarse de encima la intranquilidad infringida por Floyd Mayweather y su séquito, incluido Oscar De la Hoya, que se resume a ‘Conductas Difamatorias’. También podríamos creer que el ‘Gatopardismo’ de él, lo llevó a inventarse una estrategia para evitar pasar por el ‘Random Test’ (Prueba aleatoria o al azar) al que lo pretendían obligar para su pelea contra Lil’ Floyd.
El ‘Gatopardismo’ es la actitud de pretender que las cosas han cambiado para que prevalezca lo que antes existía. Y con la demanda por ‘Difamación’ presentada por Manny Pacquiao en días pasados, se quitó a una piedra del zapato, que quizá pudo revelar todos esos males que escapan cada vez que se abre ‘La Caja de Pandora’, esto es, cada vez que el ‘Pacman’ realiza una magistral actuación.
Manny Pacquiao ganó más de lo que perdió, porque se habla de que posiblemente esté reapareciendo el 20 de marzo de los corrientes, buscando un octavo título mundial en diferente división contra Yuri Foreman, monarca universal superwelter de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB). Y para esa pelea sólo tendrá que pasar por los exámenes de orina que realiza la Comisión Atlética del Estado de Nevada, mismos que ha aprobado durante los últimos 10 años.
Cualquiera le preguntaría, “Hey, ¿Dejarás de ganar $ 40 millones de dólares por no querer someterte a análisis de sangre al azar?”… Sus justificaciones fueron muchas desde el principio, desde temor a las agujas hasta injurias graves a su persona por parte de su contraparte, hoy demandada en el Tribunal del Distrito de Nevada. Pero el trasfondo del asunto es que con éste movimiento, impidió que se sentara un precedente en combates de boxeo, que es el de someter a los púgiles a exámenes aleatorios de sangre, en la búsqueda de sustancias ilícitas que no se podrían detectar a través de exámenes de orina o de saliva. Para lograrlo tuvo que hacer lo impensable, lo que nadie en su sano juicio o que no tuviera nada qué esconder haría, que es el de rechazar el mejor día de pago de su vida.
Como diría Nicolás Maquiavelo “El fin justifica los medios”.

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