sábado, 2 de enero de 2010

¿POR QUÉ ME GUSTA EL BOXEO?


Alguien muy allegado me pregunta desde cuando me gusta el boxeo. Le contestaré a esa persona y, de paso, les cuento batallitas históricas. En enero de 1969, teniendo yo siete añitos, vi en casa de mi abuelo, el maestro Moreno Luna, el combate entre Pepe Legrá, campeón del mundo del peso pluma, y el franco-australiano Johnny Famechon, en Londres. Bajé a mi tienda ( la de Pepe El Músico, mi padre) hecho un basilisco, porque empecé a entender lo que era un robo en el boxeo y en el deporte en general: siete veces, siete, tiró el “Puma de Baracoa” al franchute, y le dieron perdedor a los puntos. Todavía no se me pasó el berrinche. El 3 de abril del 70, a pesar de que tenía mi habitual resfriado primaveral de todos los años, contemplé extasiado, siempre en compañía de mi padre, cómo José Manuel Ibar Urtain, “el morrosko de Cestona”, se proclamaba campeón europeo de todos los pesos, en Madrid, por K.O. en el 7º asalto, frente al calvo alemán Peter Weiland, quien sólo se quitó el tupé para la pelea. Por aquella época fue cuando asistí a la única velada de mi vida, en la antigua Caseta Oficial, en el entonces Parque Calvo Sotelo, que acabó con las sillas volando sobre el ring, tras intentar agredir el árbitro a uno de los dos boxeadores, tras escapársele a éste un golpe sobre el referee. De locos. El mismo año, 1.970, no me fui a la Feria de Capuchinos ( cuántos recuerdos) hasta que presencié una nueva victoria de Urtain, esta vez sobre el también alemán Jurgen Blin, en Barcelona. En marzo de 1971, gracias le sean dadas a mi amado padre, por levantarme de madrugada, para ver por TVE, la única, el mítico “combate del siglo” entre Cassius Clay y Joe Frazier. Mi padre iba con el “chico bueno” Joe y yo, con el rebelde Ali, como se le conoció después. En noviembre del mismo año, empezó la sonada trilogía entre el inolvidable Pedro Carrasco y el chicano Mando Ramos, con robo en el primero, robo con madrugón en el segundo y sentencia en el definitivo. Y serán también inolvidables peleas vistas y disfrutadas como la exhibición de José Durán en Japón en el 76 ante Wajima, o la proeza de Alfredo Evangelista de aguantarle quince asaltos nada menos que a Alí en el 77. Por medio, el célebre Ali.-Foreman, de Kinshasa. Y no sigo, por falta de espacio. Sí, me gusta el boxeo, como a Manuel Alcántara, José Luis Garci o Javier Bardem, quienes no tienen tan mal gusto.

JOSÉ MANUEL MORENO. BOXEO VELEÑO. (PUBLICADO EL 12 DE ENERO DE 2008)

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