jueves, 4 de diciembre de 2008
¡La última y nos vamos!
Edgar Valero Berrospe
No he podido olvidar su rostro de alegría aquel 6 de junio de 1996, hace 12 largos años, cuando tras un breve pero absolutamente desigual combate conquistó el campeonato mundial de peso superligero. Había vencido a sus imberbes 23 años a la leyenda más grande del boxeo mexicano, al gran Julio César Chávez.
La pelea más que significarle mucho en materia económica, a pesar de los muchos peros que se le pusieron, fue para Óscar de la Hoya la entrada a las grandes ligas del boxeo, la puerta del verdadero éxito y, por supuesto, de la fortuna.
Hemos cuestionado mucho su victoria, y hay quien sigue pensando que la historia pudo ser diferente, pero para bien o para mal de uno o del otro, Chávez no pudo vencer a pesar de la enorme bravura que siempre mostró en el ring, a quien pasó a ser no su sucesor, sino la siguiente estrella a seguir en el firmamento del mundo del boxeo.
A pesar de haber sumado triunfos sobre Rafael Ruelas, Jorge Maromero Páez, Genaro Chicanito Hernández y muchos más, la realidad es que Óscar sólo se ganó el respeto de los verdaderos aficionados al boxeo hasta la segunda parte de su carrera, cuando otra vez en circunstancias poco deseables, enfrentó el 18 de septiembre de 1998 al gran JC en Las Vegas.
A pesar de que Julio cedió en estatura y peso (debido a que pelearon por el título mundial welter en poder del Golden Boy) pero sobre todo en juventud, Julio César brindó una épica batalla ante un adversario que dejó de ser un jovencito apoyado por un gran promotor, Bob Arum, para pasar a pelearle al tú por tú al más grande peleador que haya dado México.
Ocho rounds de una enorme bravura por parte de Chávez no fueron suficientes para frenar a la locomotora de paso perfecto en que se había convertido para entonces Óscar de la Hoya, quien con toda justicia, con el labio reventado y la cara enrojecida recibió el veredicto a su favor, cuando Chávez ya no pudo salir a combatir a la llamada del noveno episodio.
Pero eso fue hace 10 años. Desde entonces Óscar encaró a los mejores peleadores del mundo, con poca suerte en muchos casos, como con Félix Trinidad o Shane Sugar Mosley, quien le pasó por encima en dos ocasiones o ante Bernard Hopkins, quien tiene el enorme mérito de ser el único boxeador que pudo derrotarlo por nocaut cuando se midieron en pos del campeonato mundial medio absoluto.
A cambio Óscar se impuso a otros como Miguel Ángel González, como el tremendo barretero Fernando Vargas o el español Castillejos. Dirimió siempre con los mejores el derecho a la victoria en noches inolvidables para el deporte de los puños.
Recuerdo haber platicado con Óscar vía telefónica hasta su casa de Puerto Rico cuando neceaba sobre su regreso al boxeo. No quería irse con una derrota a cuestas como lo último que los aficionados recordaran de él arriba de los rings.
“Quiero retirarme ganando, no quiero que cuando hablen de mí lo hagan de manera despectiva, voy a regresar y voy a ganar”. Fue así como le dio aquella espectacular paliza a Ricardo Mayorga, pero el gusanito del boxeo no se le va a salir nunca.
A mí no me gustó la pelea con Floyd Mayweather, Óscar es con mucho un mejor boxeador que ese arrogante moreno que es especialista en escapes más que en boxeo, a quien de manera injusta se le dio el nombramiento de ser el mejor peleador del mundo libra por libra.
Cuando con el paso de los años se hable de quienes fueron los mejores peleadores de la historia, se hablará de Ali, de Leonard, de Chávez, se hablará de Óscar de la Hoya, pero difícilmente alguien incluirá en la lista a un boxeador que acabó siendo parte de un show prefabricado de lucha libre que nada tiene que ver con jugarse la vida cada noche arriba del ring en una pelea de boxeo. Y que no se malinterprete, no hablo de la lucha libre que quiero y respeto, hablo de los ridículos shows en los que participó Mayweather que sólo lograron denigrar el respeto que alguna vez se le tuvo como boxeador profesional.
Óscar es una máquina de hacer millones de dólares. Lo saben todos los que están a su alrededor y por supuesto los boxeadores ante quien se enfrenta en el ring. Lo supo Mayweather y lo sabe Pacquiao. Óscar se llevará la bolsa más grande en la historia del boxeo, más de 50 millones de dólares, nada mal para una noche fría en la glamorosa ciudad de Las Vegas.
Yo creo que Óscar va a ganar y entonces sí, estará listo para el retiro. Ya no necesita más arriesgarse a un mal golpe ni siquiera por afición o por el cariño al boxeo. Yo espero que la imagen del sábado, después de la pelea, con la mano en alto, o no, sea la última en la gran carrera de unos de los mejores boxeadores de la historia.
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