martes, 2 de diciembre de 2008
De La Hoya promueve su pelea en un período de crisis
(AP)
Richard Schaefer es un banquero suizo de profesión y optimista por naturaleza.
Si bien tiene clara la magnitud de la crisis financiera mundial, Schaefer no avizora dificultades para la pelea que Oscar De La Hoya disputará la noche del sábado contra Manny Pacquiao.
"He empezado a notar algunas señales alentadoras", dijo Schaefer. "Creo que ya hay luz al final del túnel".
Lo que facilita las cosas es que el socio de negocios de Schaefer sea el mismo De La Hoya, protagonista de varias de las peleas más taquilleras en la historia del boxeo y que puede promover la venta de compra por ver en televisión con tan sólo esbozar su sonrisa. Recién el año pasado, su duelo con Floyd Mayweather fue el combate que más dinero recaudó.
Pero estos son períodos duros y la gente se cuida con sus gastos. Se acerca la Navidad, y la gente está más preocupada sobre sus empleos que sobre si Pacquiao podrá esquivar el gancho de izquierda de De La Hoya.
Inesperadamente, hay asientos disponibles para presenciar una pelea en la arena del hotel MGM, luego que se había garantizado un lleno completo asegurado apenas dos horas después que las entradas fueron puestas en venta el pasado septiembre. Repentinamente, se rumorea que el carisma de De La Hoya y los antecedentes de Pacquiao no bastarán para que esta sea el megacombate que se suponía iba a ser.
Pero esto es el boxeo, así que las respuestas se conocerán después que se contabilice la cuenta de los recibos y los peleadores hayan recibido sus pagos.
Lo que no deja de llamar la atención es que en estos momentos se puedan conseguir habitaciones con precios normales para el fin de semana en el MGM Grand, y que las entradas cerca del ring que usualmente son para los famosos y poderosos se puedan adquirir en internet mediante una oferta del hotel (3.399 dólares), que incluye un par de boletos, dos noches de alojamiento y derecho de ingreso a la zona reservada para la fiesta tras el combate.
Esto no pasa cuando son tiempos de bonanza y cuesta encontrar entradas y habitaciones. Las Vegas se encuentra inmersa en un declive del turismo y los aficionados que suelen disfrutar de una pelea de alto relieve han preferido quedarse en casa.
Fue lo que precisamente ocurrió el mes pasado, cuando apenas 9.000 espectadores estuvieron en el mismo hotel para el combate entre Ricky Hatton y Paulie Malignaggi. Esto fue en el mismo escenario que Hatton y Mayweather llenaron por completo hace un año.
Ni siquiera en tiempos buenos es fácil promocionar una pelea, aunque De La Hoya ha demostrado que es uno de los pocos capaces de vender entradas, y muchas. Pero con taquillas cerca del ring que alcanzan los 1.500 dólares y los 54.95 que costaría para verla por cable, los seguidores de De La Hoya podrían tomar en cuenta sus recientes resultados y quizás decidan no prestar atención esta vez.
No es que los promotores se hubiesen dormido en sus laureles. Después de todo, la gira de promoción comenzó con presentaciones en la Estatua de la Libertad y el Alamo. HBO produjo un reality show en torno a la pelea. Y ambos boxeadores salen hasta en la sopa.
La pelea en si es atractiva. Aunque Pacquiado ha subido dos categorías de peso y es de menor estatura que De La Hoya, al filipino es considerado como el mejor boxeador del momento libra por libra. Su estilo fajador garantiza que esta pelea ofrecerá más acción que el que libraron De La Hoya y Mayweather.
Y si bien se puede argumentar que De La Hoya lleva seis años sin ganar una pelea importante, nadie puede poner en tela de juicio que no dará guerra. De La Hoya es un tipo con mucho orgullo propio y sabe que a sus 35 años se le agota el tiempo para lograr una victoria resonante.
"El reloj hace tic-tac", dijo De La Hoya al llegar el lunes a Las Vegas. "Es como si uno se está quedando sin tiempo y apenas quedan unas cuantas peleas para tener ese nivel perfecto".
Pese a los momentos difíciles, esta pelea garantiza ingresos decorosos. De La Hoya quizás no embolsará los montos que quisiera, pero serán más que suficientes.
La pregunta que queda en el aire, sin embargo, es qué pasará cuando De La Hoya y el boxeo se queden sin ninguna superfigura. ¿Quién va a pagar 54.95 dólares por una pelea?
"Esa es la pregunta del millón de dólares", comentó De La Hoya. "¿Quién tomará mi puesto como la próxima gran estrella? Es un verdadero reto para nosotros los promotores".
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