Un boxeador que es capaz de atraer tribunas intensas y apasionadas en su pueblo es el sueño de promotor.
Kelly Pavlik sigue ganando y callando a sus críticos
Un boxeador que es capaz de atraer a esas mismas tribunas a 426 millas de su pueblo es un sueño hecho realidad para el deporte entero.
Era natural que Joe Mesi tuviera grandes negocios en Buffalo o que Paul Spadafora fuera en éxito en Pittsburg.
Es poco natural que 5,000 fans sigan a Kelly El Fantasma Pavlik de su pueblo nativo en Youngstown, Ohio, a Atlantic City, N.J., cada vez que llega allí.
Es un viaje de siete horas sin tráfico. Con precios de gasolina con la misma trayectoria que el pelo de Don King, fácilmente estamos hablando de un costo de 100 dólares para la ida y la vuelta, dejando de lado el costo de las entradas.
Cuando Pavlik defendió el título de los medianos contra el desconocido y poco calificado Gary Lockett el sábado por la noche, el fiel de Youngstown podría haber sido perdonado por disfrutar de una noche tranquila en casa con HBO encendido en la TV.
Pero miles de ellos optaron por otra cosa. Se acercaron a esta pelea en números similares a lo que produjeron para la victoria del título de Pavlik en el Boardwalk Hall contra Jermain Taylor.
La asistencia total fue de 7,168, donde casi tres cuartos de la tribuna eran fanáticos de Ohio.
Aparte de Ricky Hatton, nadie en el boxeo puede decir que sus fans vayan a seguirlo a todas partes del mundo al nivel de Pavlik.
"Conduciríamos a cualquier parte solo para verlo", dijo el nativo de Youngstown Tom Kalasky tras la pelea, y el y un par de muchachos celebraron la victoria. "Me hubiera gustado ver una mejor pelea; no esperaba ver a Lockett caer sobre sus rodillas tan fácilmente. Pero aún contra un oponente como este viajaríamos a cualquier parte para verlo".
Lo que hizo a su tribuna única, en adición a la distancia viajada, fue su negativa de retirarse.
Generalmente cuando una pelea es detenida, los fans se dirigen hacia las salidas, ya sea para evitar el tráfico o para jugar en las mesas de los casinos. Casi 5,000 espectadores permanecieron para escuchar la entrevista post-pelea de Pavlik, y cuando el boxeador se retiró del ring casi 20 minutos después de que terminara la pelea, aún había como 100 personas cantando su nombre y esperando ver una última vez al boxeador antes de que se metiera en su vestuario.
Y luego tenemos el nivel de decibeles.
Arturo Gatti fue el rey de Atlantic City los últimos años. Peleó 22 veces en la costa de Jersey, 14 veces en el mismo edificio que peleó Pavlik el sábado, incluyendo las últimas nueve peleas de su carrera.
Asistí a las nueve peleas, y conozco bien el sonido de Gatti cuando realiza su entrada en Boardwalk Hall.
Pavlik aún tiene una fracción de un decibel que alcanzar para vencer a Gatti. Pero tan solo en su segunda pelea aquí, una pelea con un resultado que fue decidido mucho antes de que comenzara el campo de entrenamiento, se acercó mucho a igualar la pasión ensordecedora de la tribuna de Gatti.
Ciertamente lograron hacer que sea imposible escuchar a Michael Buffer introducir a Pavlik, que es la prueba básica para ver si un boxeador verdaderamente representa algo para su base de fanáticos.
Hasta los fans interactuaron directamente con Pavlik. Mientras Max Kellerman lo entrevistó en el ring tras la interacción de tres rounds, el volumen incrementó cuando el campeón mencionó el nombre de Joe Calzaghe.
"¿Eso es lo que quieren ver?", se detuvo Pavlik a preguntarles.
Siempre escuchamos acerca de cómo el mercado debería dictar las realizaciones de las peleas, pero no siempre se da con esta apertura.
No hay mercado que haya pedido una Pavlik-Lockett, pero eso no fue motivo suficiente para disuadir a Youngstown.
Previo a la pelea, el promotor Bob Arum, anticipando números más bajos de los que tuvo, terminó culpando a George W. Bush, la economía en declive, el precio del gas--todo lo que se le ocurrió en lugar del oponente indigno en el rincón opuesto.
Como resultó ser, Arum no debió preocuparse hacia donde apuntar su dedo. Aún con tantos factores trabajando en su contra, la cantidad y la calidad fueron ambas impresionantes.
Si Kelly Pavlik se pudo mostrar como el nuevo rey de Atlantic City bajo estas circunstancias, entonces realmente debe ser el nuevo rey del boxeo de Atlantic City.
No puede bajar el precio del gas, pero siempre y cuando siga derribando todo lo que se cruce en su camino, podría ser el rey de Atlantic City por mucho tiempo.
Kelly Pavlik sigue ganando y callando a sus críticos
Un boxeador que es capaz de atraer a esas mismas tribunas a 426 millas de su pueblo es un sueño hecho realidad para el deporte entero.
Era natural que Joe Mesi tuviera grandes negocios en Buffalo o que Paul Spadafora fuera en éxito en Pittsburg.
Es poco natural que 5,000 fans sigan a Kelly El Fantasma Pavlik de su pueblo nativo en Youngstown, Ohio, a Atlantic City, N.J., cada vez que llega allí.
Es un viaje de siete horas sin tráfico. Con precios de gasolina con la misma trayectoria que el pelo de Don King, fácilmente estamos hablando de un costo de 100 dólares para la ida y la vuelta, dejando de lado el costo de las entradas.
Cuando Pavlik defendió el título de los medianos contra el desconocido y poco calificado Gary Lockett el sábado por la noche, el fiel de Youngstown podría haber sido perdonado por disfrutar de una noche tranquila en casa con HBO encendido en la TV.
Pero miles de ellos optaron por otra cosa. Se acercaron a esta pelea en números similares a lo que produjeron para la victoria del título de Pavlik en el Boardwalk Hall contra Jermain Taylor.
La asistencia total fue de 7,168, donde casi tres cuartos de la tribuna eran fanáticos de Ohio.
Aparte de Ricky Hatton, nadie en el boxeo puede decir que sus fans vayan a seguirlo a todas partes del mundo al nivel de Pavlik.
"Conduciríamos a cualquier parte solo para verlo", dijo el nativo de Youngstown Tom Kalasky tras la pelea, y el y un par de muchachos celebraron la victoria. "Me hubiera gustado ver una mejor pelea; no esperaba ver a Lockett caer sobre sus rodillas tan fácilmente. Pero aún contra un oponente como este viajaríamos a cualquier parte para verlo".
Lo que hizo a su tribuna única, en adición a la distancia viajada, fue su negativa de retirarse.
Generalmente cuando una pelea es detenida, los fans se dirigen hacia las salidas, ya sea para evitar el tráfico o para jugar en las mesas de los casinos. Casi 5,000 espectadores permanecieron para escuchar la entrevista post-pelea de Pavlik, y cuando el boxeador se retiró del ring casi 20 minutos después de que terminara la pelea, aún había como 100 personas cantando su nombre y esperando ver una última vez al boxeador antes de que se metiera en su vestuario.
Y luego tenemos el nivel de decibeles.
Arturo Gatti fue el rey de Atlantic City los últimos años. Peleó 22 veces en la costa de Jersey, 14 veces en el mismo edificio que peleó Pavlik el sábado, incluyendo las últimas nueve peleas de su carrera.
Asistí a las nueve peleas, y conozco bien el sonido de Gatti cuando realiza su entrada en Boardwalk Hall.
Pavlik aún tiene una fracción de un decibel que alcanzar para vencer a Gatti. Pero tan solo en su segunda pelea aquí, una pelea con un resultado que fue decidido mucho antes de que comenzara el campo de entrenamiento, se acercó mucho a igualar la pasión ensordecedora de la tribuna de Gatti.
Ciertamente lograron hacer que sea imposible escuchar a Michael Buffer introducir a Pavlik, que es la prueba básica para ver si un boxeador verdaderamente representa algo para su base de fanáticos.
Hasta los fans interactuaron directamente con Pavlik. Mientras Max Kellerman lo entrevistó en el ring tras la interacción de tres rounds, el volumen incrementó cuando el campeón mencionó el nombre de Joe Calzaghe.
"¿Eso es lo que quieren ver?", se detuvo Pavlik a preguntarles.
Siempre escuchamos acerca de cómo el mercado debería dictar las realizaciones de las peleas, pero no siempre se da con esta apertura.
No hay mercado que haya pedido una Pavlik-Lockett, pero eso no fue motivo suficiente para disuadir a Youngstown.
Previo a la pelea, el promotor Bob Arum, anticipando números más bajos de los que tuvo, terminó culpando a George W. Bush, la economía en declive, el precio del gas--todo lo que se le ocurrió en lugar del oponente indigno en el rincón opuesto.
Como resultó ser, Arum no debió preocuparse hacia donde apuntar su dedo. Aún con tantos factores trabajando en su contra, la cantidad y la calidad fueron ambas impresionantes.
Si Kelly Pavlik se pudo mostrar como el nuevo rey de Atlantic City bajo estas circunstancias, entonces realmente debe ser el nuevo rey del boxeo de Atlantic City.
No puede bajar el precio del gas, pero siempre y cuando siga derribando todo lo que se cruce en su camino, podría ser el rey de Atlantic City por mucho tiempo.
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