Iván Pozo y Omar Narváez enfocan desde perspectivas opuestas su pelea del día 9 en As Travesas. Para el vigués, es la cita que justifica cien años de boxeo gallego y su propia carrera; para el argentino, otra estación de paso hacia el récord de Carlos Monzón. Narváez ha defendido en doce ocasiones su cinturón del peso mosca en versión OMB. Le faltan dos para igualarse a su compatriota y forzar por la vía estadística su acceso a la leyenda, que aún se le niega.
El de Trelew es uno de los mejores púgiles actuales libra por libra. Pero aún sigue boxeando a sus 32 años contra los críticos que le niegan el pan y la sal. El Luna Park, cuadrilátero bonaerense donde se escribe la historia grande, lloran al recitar a sus reyes: Pascualito Pérez, Galíndez, Palma, Laciar, Vásquez, Locche, Acavallo... A Narváez no lo incluyen y no ya porque siga en activo. Existe una barrera invisible que no es capaz de cruzar.Carece de carisma, sin que nadie acierte a explicar cómo se destila ese magnetismo. Narváez lo ha pagado comercialmente. Sólo ha peleado en Argentina y en Europa.
El mercado estadounidense, donde se ventilan las grandes bolsas, lo rechaza. Y no es por falta de bravura. Aceptó batirse con Asloum en Cannes, territorio enemigo, igual que con Pozo en Vigo. "Yo creo que le tienen miedo en Estados Unidos precisamente por su dureza", explica el entrenador del vigués, Paco Amoedo, que junto a su pupilo se ha devorado muchos vídeos del inminente contrincante. Los intereses económicos han impedido también que el argentino haya optado a unificar las coronas de la OMB, AMB y la del Consejo, la más importante.Narváez es ciertamente un adversario incómodo. Sigue imbatido tras 28 peleas (26 victorias, 2 nulos) y podría comerse a cualquier estrella que quisiese alimentarse de su gloria.
Pero Pozo no es un figura miedosa, sino un hombre muy fajado en riñas de todo tipo y que estudia, con la guía de Amoedo, por dónde hincarle el diente.Narváez posee muchas cualidades. La principal dificultad, su condición de zurdo. Como Gentleman Corbett, Jacker Patterson, Pernell Whitaker o De la Hoya, zocatos de hazaña. Cambia todo: la guardia, la cadencia de los golpes... Pozo ha empleado a "sparrings" zurdos para acostumbrarse y cree haberse apropiado de las rutinas necesarias.El vigués tendrá que protegerse de esa zurda, pero también de una diestra que saca en avanzada. "Hace daño con las dos manos", asume Amoedo. Sus 16 victorias por KO lo atestiguan. Aunque estilista, Narváez tiene modos poco ortodoxos.
Una especie de crochet está entre sus preferidos y sobre él, tandas de golpes que no llegan a directos, tan veloces que le han granjeado ese apodo de "Huracán".Y aún queda el factor psicológico. A Tamara, el colombiano, le hizo desplantes bajando la guardia. "Pero cada maestrillo tiene su librillo", dice Amoedo con misterio. Pozo encaja las provocaciones, las ridiculiza y tiene y también tiene la mano pesada. A larga distancia, resulta inferior pero en la corta el del Polideportivo Saudade impone su ritmo. Puede ganar si interrumpe el baile de Omar.
Lo que cortaría a su vez su galope hacia el mito. En la decimotercera defensa. Los hados están con Pozo.
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