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Sólo quedaba un segundo para el final del sexto asalto cuando los 16.348 espectadores del MGM de Las Vegas y los millones que lo seguían por televisión se frotaron los ojos. Juan Manuel Márquez había conectado una derecha en la mandíbula de Manny Pacquiao, "un golpe perfecto" como luego reconoció el mexicano, que acabó con el filipino en la lona. Cayó fulminado. No perdía por KO desde que el tailandés Singsurat le dejó sin respiración tras un golpe en el cuerpo en septiembre de 1999. Esta vez significaba más. Caía el mejor boxeador del siglo XXI.
Los momentos posteriores fueron dramáticos. El filipino era atendido inconsciente sobre el ring mientras su mujer lloraba desconsolada al pie de las dieciséis cuerdas. Márquez, vitoreado por sus fans, levantaba el simbólico cinturón a mejor boxeador de la década. Se podrá discutir si el mexicano lo es, pero lo que no se pone en duda es que se lo había ganado al gran dominador de estos últimos diez años.
Ese fue el desenlace de un combate vibrante. Márquez peleó fiel a su promesa ("esta vez no daré lugar a que los jueces duden") y su estrategia giró en torno a intentar meter una mano que desconectase al filipino, aunque ello conllevase recibir un duro castigo. El Pacman, por su parte, llevó la iniciativa, pero acusaba las contras de Dinamita. En el tercer asalto ya había besado la lona tras encajar un contraataque en el que el congresista filipino no vio un presagio de lo que ocurriría tres episodios después.
Esa caída lo que sí hizo fue encender aún más el combate. Pacquiao comenzó a castigar a Márquez hasta el punto de hacerle doblar la rodilla en un quinto asalto donde el mexicano no claudicó por poco.
Venganza. El momento de Márquez llegó en el asalto siguiente para cerrar lo que calificó como "la noche soñada". Logró un KO histórico que le sirve como vendetta por lo ocurrido en sus tres duelos anteriores con el filipino, tres robos según el del Distrito Federal (un nulo y dos derrotas a los puntos). En ellos había caído hasta en cuatro ocasiones pero siempre acabó en pie. Ahora es Pacquiao el que, después de prometer que no habría quinta pelea, la exige: "Si me dan la oportunidad, pelearemos otra vez".
La madre le ha pedido que se retire
"Si de mí dependiera, le haría dejarlo", declaró la madre de Manny Pacquiao tras ver cómo su hijo era brutalmente noqueado. El filipino, que acabó en un hospital de Las Vegas tras su derrota, se embolsó más de 20 millones de euros por la pelea. "Ya es suficiente. Debe centrarse en servir como político", afirmó Dionisia Pacquiao sobre el cargo de su hijo en el Congreso de Filipinas. Manny, tras perder en junio con Bradley, encadenó su segunda derrota, pero asegura que no se retira.
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