Jacobo G. García
México DF
Con un golpe, el hombre derrotado, el viejo que roza los 40 años, el que tiene la nariz rota, el que gana menos y pierde por puntos, mueve el brazo con tal fuerza que el campeón del mundo, el héroe de Filipinas, el boxeador que marca una época, cae como un plomo sobre la lona. Como un muñeco roto que ni siquiera puede poner las manos para frenar el golpe contra el suelo. [Álbum de la pelea] [Pacquiao: Ni me lo esperaba ni lo vi]
Y Pac-Man pasa tantos minutos inconsciente sobre el plástico que el planeta entero, de Las Vegas a Manila, se teme lo peor. Mientras, los 16.000 aficionados, mexicanos capaces de pagar 1.000 dólares por una entrada, estallan de alegría al ver el cuerpo inmóvil del filipino. Márquez se sube a las cuerdas y agita los brazos.
Un mexicano acaba de hacer historia al vencer por 'nocaut' en el sexto asalto a Manny Pacquiao en la cuarta y decisiva pelea por el título del peso welter. Una leyenda del boxeo caía a manos de un tipo de la colonia Agrícola Oriental, crecido en una casa de interés social. En ese momento, en un cine de la Ciudad de México (Cinepolis-Satélite) se fue la imagen del combate y casi agreden a los empleados.
El espectacular final fue el remate a un cóctel en el que no faltó ningún adictivo. Leyenda, arrojo, calidad, valentía, emoción y la sangre de una nariz, que se abría como un dramático Iguazú rojo. En resumen, tomar por la pechera al aficionado desde el primer asalto y lanzarlo contra el sillón destrozado en el sexto después de ver una película de época. Añadir una pizca de venganza en el corazón del chilango tras la última derrota por puntos. Más madera.
Jugar en Las Vegas es jugar en casa para un mexicano. Pero esta era la cuarta y última vez. A sus 39 años, después de esta pelea a Márquez sólo le esperaba el retiro, con suerte algún comercial de pan de molde, y un gimnasio de segunda donde dar clases. Ahora le aguarda la gloria.
Después de un comienzo arrollador, la épica arrancó en el quinto 'round'. Fue un asalto brutal, rápido, intenso y con muchos golpes entre dos lagartijas ágiles y letales en cada disparo. Los puños sonaban como martillazos contra el cemento. La grada era un rugido a favor del mexicano. Y en un descuido, Pacquiao, le estampó el guante rojo en todo el centro y le rompió el tabique. No fue el golpe del actor, político, cantante e ídolo de masas filipino, sino el derechazo violento del ex presidiario. Del boxeador imbatible jamás noqueado. Un golpe de campeón del mundo que le destrozó la nariz.
Sonó el 'bang' y sin más atenciones que un esparadrapo en el puente y unas esponjas escurridas sobre la cabeza, Márquez volvió al ring. El punto débil era obvio. Así que desde que sonó la campana no dejó de lanzar golpes siempre al mismo sitio; el destrozado tabique que no dejaba de sangrar. Un golpe tras otro. Nadie en su sano juicio volvería una y otra vez con el hueso destrozado a que le volvieran a 'madrear' por todos los lados. Pero Márquez parecía el toro recién clavado por el picador. Encabronado y ensangrentado. De la nariz al bucal.
El filipino repartía a diestro y siniestro mientras preparaba la estocada final. Faltaba un segundo para el final del sexto asalto, cuando Pacquiao se abalanzó sobre el mexicano que esquivó el golpe, y lanzó un derechazo brutal. Implacable. 'Pac-Man' cayó como un saco. Ni las manos.
Su rostro, sin gota de sangre, yacía pegado al plástico con los pies flácidos "Si se pudo, si se pudo” gritaba Las Vegas. “Maaaaaaarquez…" gritó un país entero desde Tijuana (dónde sino) hasta Cancún. Hasta esta noche a 'Pac-Man' se le conocía con el sobrenombre de 'Matamexicanos' después de derrotar dos veces a Marco Barrera, dos Erik Morales y otras tres a Márquez. Una espina demasiado grande para un país que ama el boxeo.
Pero al mexicano los suyos lo conocen como 'dinamita' o 'el correcto'. Una combinación mortal si está bien manejada. Y este es el caso. Juan Manuel Márquez, no tiene nada que ver con un decadente púgil que enfrentaba su última pelea antes de la retirada. De él se dice que es el perfecto profesional. Y que se entrenó a conciencia durante casi cinco meses para la pelea. Es Rocky Balboa corriendo por la nieve para ganar a Rusia.
"Lo que nadie esperaba sucedió, pero el que siembra recoge", comentó el nuevo campeón tras el combate de su vida. "Al abrazarnos le dije (a Pacquiao) que era un gran boxeador. No he olvidado que me mandó a la lona cuatro veces en los tres combates anteriores" dijo junto a otra leyenda, Julio César Chávez. "Dedico esta victoria al nuevo presidente de México", añadió ante las cámaras de todo el país con el cinturón cruzándole el pecho.
Termina una semana en la que el PRI volvió al poder y otra vez un boxeador mexicano está en lo más alto del mundo. Muchos se acostaron con la sensación de que las cosas volvían a ser como siempre.
'La pelea que deseaba y necesitaba ganar'
"Sabía que Manny podía dejarme fuera de combate en cualquier momento", admitió Márquez después de la pelea. "Lo que sucedió es que lancé el golpe perfecto, que no fue sólo producto de la suerte sino de haberlo entrenado y trabajado durante mucho tiempo".
Tan perfecto y demoledor resultó el impacto que dejó durante más de dos minutos inmovilizado boca abajo a uno de los grandes boxeadores de la historia, congresista por Filipinas y una auténtica estrella mundial, el hombre que desde 2004 había generado las mayores decepciones profesionales.
Márquez, campeón del mundo en cuatro divisiones de pesos diferentes, explicó que al margen de trabajar el golpe de derecha también desarrolló una gran labor en otros aspectos de su boxeo. "El cambio de ritmo era muy importante porque sabíamos que iba a salir agresivo, así que nuestro boxeo debía ser más técnico, y eso fue lo que trabajé", valoró.
¿Habrá quinta pelea? Márquez "Ahora sólo quiero descansar, recuperarme de todo el esfuerzo realizado, y disfrutar de la pelea que siempre soñé que quería, deseaba y necesitaba ganar", concluyó.
domingo, 9 de diciembre de 2012
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario