martes, 14 de junio de 2011

STALLONE, TAMBIÉN EN EL SALÓN DE LA FAMA



Jesús Mínguez As.com

El temido 'Iron Mike' se emocionó y no pudo acabar su discurso
Un boxeador de película y una película de boxeo. Mike Tyson y Sylvester Stallone, Rocky, entraron el domingo en el Salón de la Fama del boxeo, en la pequeña ciudad de Canastona, cerca de Nueva York. Allí, una vez a año se reúne lo más granado del pugilismo para honrar a sus nuevos miembros.
En la vida de Iron Mike cabe la de una docena de hombres. Cuarenta y cuatro años le han dado para convertirse en el campeón más joven de los pesados (con 20 años tumbó a Trevor Berbick en dos asaltos), para unificar el cetro de su división (1988), para firmar 19 KO's consecutivos en sus inicios (12 en el primer round), para generar 545 millones de dólares en Pago Por Visión, para liderar la lista Forbes de deportistas mejor pagados y para casarse con la actriz Robin Givens. También para divorciarse, para ser acusado de violación de la Miss America Negra Desiree Washington en 1991, para pasar tres años en prisión y convertirse al Islam, para volver a ser campeón mundial (ante Frank Bruno, en 1996), para declararse en bancarrota tras ganar más de 300 millones de dólares, para admitir su adicción a las drogas, para ver cómo su hija de cuatro años Exodus moría en su casa al asfixiarse con un cable de hacer pesas en 2009, para ser considerado "el hombre más malo del mundo"... 44 años en los que ha sido temido y también querido.
Tyson no pudo acabar su discurso en la ceremonia del Hall of Fame. Afloró en él la parte tierna, domesticada por los años y las desgracias. "Todo esto comenzó cuando conocí a Cus (D'Amato) y a Bobby Stewart (un trabajador social aficionado al boxeo). Yo estaba en un reformatorio por robar. Cuando me vi con Cus hablamos un poco de dinero, pero lo que quería es ser un gran luchador...". Y al noqueador de Brooklyn se le quebró la voz y tuvo que dejar de hablar. D'Amato, extécnico de Floyd Patterson, se convirtió en su padre adoptivo cuando en 1980 murió Lorna, su madre. Su sombra sobrevoló Canastona.
Sylvester Stallone (Nueva York, 1946) se encargó de devolver la sonrisa a Tyson. "¡Hey, Adrian, lo logré!", gritó con los puños al aire. Como en Rocky, esa saga de películas sobre El Potro Italiano escritas y protagonizadas por el propio Stallone. Una aventura que comenzó en 1976 y que 35 años más tarde y tras cinco entregas ha llegado al Salón de la Fama, porque Rocky ha hecho más por el conocimiento del boxeo que muchas veladas. "Nunca pretendí ser un boxeador. Lo que yo quise es hacer comprender lo que hay también fuera del ring, donde la lucha es a veces mayor", explicó el director. Como esa que mantiene Tyson con sus demonios.

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