domingo, 6 de marzo de 2011

IVÁN POZO SALE DE UN BUEN EMBROLLO


ALEJANDRO LÓPEZ
FARO DE VIGO

Iván Pozo retuvo por segunda vez consecutiva su título de campeón del Mundo Hispano del peso gallo al derrotar a los puntos al nicaragüense Adonis Rivas en un combate que necesitó de doce asaltos farragosos, durante muchos momentos ausentes de calidad y con las cabezas como grandes protagonistas. Los dos púgiles acabaron con brechas en sus cejas y el rival del vigués con dos amonestaciones, lo que le condenó a la derrota. El pupilo de Francisco Amoedo logra subir muchos puestos en el escalafón mundial y espera conocer su rival para intentar conquistar el cinturón europeo.
Porriño acogió una velada en el que frío del exterior del pabellón se contagió al interior. Lo que se presentó como un duelo interesante, sobre todo por el excelente balance deportivo de ambos púgiles, se transformó en un combate extraño. Los dos necesitaron seis asaltos para estudiarse. Demasiado tiempo de contemplaciones, de poca calidad. La igualdad fue la nota predominante. Respeto y poca iniciativa. Adonis Rivas trató de adueñarse del centro del ring, pero no logró su objetivo. Pozo se movió como es habitual, pero nunca se encontró cómodo. Intentaba el ataque e incluso logró buenos impactos, pero su adversario encajó cada envite de forma ejemplar. El duelo se mantuvo en una incierta decisión final.
El ambiente se contagió de eso. En el pabellón resonaban con fuerza las palabras de Henry Martínez, el preparado de Adonis Rivas. Se le entendía todo. Y su boxeador obedecía. En el otro rincón, Francisco Amoedo intentaba buscar una solución que desatascara el problema. Así, durante seis asaltos.
En el séptimo, ambos púgiles se enzarzaron en la distancia corta. Un intercambio de golpes en el que no parecía un especialista Adonis Rivas. Llegado a este punto y con Pozo arriesgando, el nicaragüense le propinó un involuntario cabezazo al vigués. El médico tuvo que asistir a los dos por turnos. La sangre no era abundante, pero se acababa de romper la igualdad. Adonis Rivas fue amonestado y comenzó a gestarse su derrota. Lo intentó una y otra vez el voluntarioso Pozo, a estas alturas ya desesperado por encontrarse de forma reiterativa la cabeza de su adversario. Era como tropezar con un muro de hormigón. Adonis Rivas volvió a cometer el mismo error y fue amonestado. Era el fin.
Con el combate ganado, Iván Pozo apostó por ofrecer algo de calidad. Se empeñó en atacar, aunque se reservó en la iniciativa. Fue el que hizo una apuesta más clara. Su rival esperaba un error, un detalle que le llevara al triunfo. Pero el vigués tiró de experiencia. Mantuvo la distancia y fue capaz de tener las ideas claras, ya que la cabeza estaba malherida. Acabó desesperado por la actitud de su rival, obsesionado en poner su cabeza como defensa ante cada arranque de Pozo. La situación llegó a ser surrealista. Pozo paró en pleno apogeo del undécimo asalto. Le recriminó a su rival lo que hacía. El árbitro se convirtió en privilegiado espectador de la escena. Eso sí, todo involuntario. Ambos se respetaban. Adonis Rivas le pedía perdón a Iván Pozo y éste aceptaba las disculpas. Con ambos desgastados físicamente, el último asalto se convirtió casi en el más interesante. El nicaragüense decidió arriesgar un poco más sabiendo que era el derrotado. Lo aprovechó Iván Pozo para asegurar la victoria, un triunfo sin el brillo de otras ocasiones y con muchas dificultades.
Iván Pozo se marchó al vestuario con el cinturón de campeón, una brecha en su cabeza, varios golpes encajados ilegales. En su cara quedaba claro que esta no fue la mejor pelea de su carrera deportiva y que es mejor olvidarse de ella. Eso sí, después de que se le pase el seguro dolor de cabeza que le dejó el combate.

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