miércoles, 3 de marzo de 2010

"Me compensa que me robaran el título. Al menos se habló de boxeo"


Luis Rivas. LA GACETA.com

Su oficina es una caldera. Hiede a sufrimiento. El sudor vaporizado envuelve los cuerpos, opaca los músculos y penetra en los agresivos ojos de los boxeadores. El saco, su herramienta de trabajo, luce la inscripción Made in hell (Hecho en el infierno). Gabriel Campillo (Madrid, 1978) trabaja en el gimnasio del Rayo Vallecano, en las entrañas del Teresa Rivero. “Tengan cuidado con el cubo de los escupitajos, que como caigan ahí se ahogan”, nos recibe. El racial barrio madrileño, domicilio laboral de Javier Castillejo y gentilicio de Poli Díaz, El Potro, ha presenciado la irrupción de este toro negro, apodado Chico Guapo, el último campeón del mundo salido de la calle Payaso Fofó. Sólo tras ser desposeído del cinturón, y precisamente por ello, obtuvo la atención que su arte merece, aunque entre combas, sombras y guantes, es un esforzado más.

-¿Pueden a uno llamarle ‘Chico Guapo’ con una nariz de boxeador?
-(Ríe). Sí, yo creo que sí, vamos, al menos yo lo sigo siendo. (Ríe)

-Será que le pegan poco…
-Exacto. El aspecto de mi cara debería contar a los puntos. (Ríe)

-Es vanidoso y está resentido. Usted puede ser muy peligroso…
-Lo de Las Vegas fue una vergüenza para el boxeo, ensució mucho este arte.

-Sin embargo, el pugilato está más acostumbrado que ningún otro deporte a la polémica…
-Desgraciadamente, sí. Se trata de algo que, aunque no es normal, sí que todo el mundo ha visto alguna vez un robo escandaloso en boxeo. Es algo triste, pero está ahí. Habría que eliminarlo, pero de momento siguen pasando cosas feas.

-Tampoco le sorprendería, siendo Óscar de la Hoya (apoderado de Shumenov) el promotor del combate…
-En el caso de que se hubiera dado una pelea igualada, sí esperaba que no me dieran el título. Porque estábamos en su campo, que también influye, sobre todo en boxeo, pero en una pelea tan clara y donde tuve una superioridad tan grande, no pensaba que me fueran a robar tan descaradamente.

-¿Sintió la soledad del púgil en el momento de la decisión?
-Cuando le dan a otro ganador estando tú sobre el ring, habiendo hecho un trabajo tan bueno como el que hice, sientes mucha impotencia y tienes ganas de romper con todo. Pero luego, pensándolo fríamente, te das cuenta de que has hecho un gran trabajo, de que lo ha visto todo el mundo, de que has salido por la tele, de que todo el mundo coincide en que ha sido una injusticia…

-¿Le afectó especialmente que no se respetaran los galones del campeón del mundo?
-Sí. Yo sabía que le iba a ganar otra vez, porque me siento y creo que soy un boxeador superior a él. Y yendo de campeón del mundo, no pensaba que me fueran a hacer esto.

-Será reticente Shumenov, por tanto, a concederle la revancha…
-Ahora mismo lo estamos negociando. Es un tema que ha dado mucho que hablar. Ahora mismo, la asociación está en tela de juicio y ellos tienen que quitarse esa mancha. Y la mejor forma es darme la revancha.

-¿Se hace duro competir siempre en campo contrario?
-Mucho. A España todavía no se puede traer un Campeonato del Mundo porque no hay una televisión que lo apoye o pague la cantidad de dinero que esa velada exige. Tenemos que ir siempre fuera.

-¿Cómo se ha llegado a esta situación?
-No sabría qué decir, no lo sé. Fuera de España es todo lo contrario, somos estrellas, pero aquí no somos nadie. Pelear fuera te da dinero y prestigio. Lo triste es que si no sales en televisión, no eres nadie.

-¿Compensa la polémica si se habla de boxeo?
-Compensa. Tuvo más repercusión por el hecho de haber perdido. Si hubiera ganado, la gente habría dicho: “Un negro ha ganado a un chino en Las Vegas”, ni más ni menos.

-Parece que, sin televisión, la salvación pasa por las apuestas…
-Seguro. En Estados Unidos es un tema muy normal, está bastante avanzado y es algo que mueve unas cantidades de dinero importantes.

-Como en las películas. El cine y la literatura han dotado de romanticismo al boxeo, pero dicen los entendidos que perjudican más que ayudan…
-Me gustan las películas. Todo el mundo sabe que son ficción y alguien que tenga un poco de cabeza no tiene por qué mezclarlo. Por cierto, mi película favorita es Million dollar baby, y no es porque sea de boxeo.

-¿Le influyó el cine a la hora de decantarse por el cuadrilátero?
-No decidí ser boxeador, simplemente lo seguía desde que era un niño. A mi padre le gustaba, me lo iba metiendo y cuando tenía 17 años, dije: “¿Por qué no voy al gimnasio a aprender a boxear?”. Y es un proceso: aprendes, te dicen que si quieres competir, ves que lo puedes hacer bien, empiezas y viene todo seguido.

-Vallecas también aportó su grano de arena…
-Es un barrio humilde. En un barrio rico también hay gente que boxea, sobre todo que le gusta verlo, pero es más difícil que alguien decida buscarse la vida así. El boxeo profesional, los que se ganan la vida con esto, salen de barrios humildes.

-Tampoco parece la mejor forma de obtener dinero…
-Yo he tenido la suerte de que he dado el paso para vivir de esto. Pero para toda la gente que entrena, para mis compañeros, se hace muy difícil vivir de esto. Tienen que entrenar, buscar tiempo para trabajar y ganar dinero, porque esto no te da para vivir.

-Al menos, su profesión es más honrada que otras…
-A mí lo que no me gusta nada es toda esta gente del corazón que es famosa por nada en concreto.

-Y con la crisis...
-Cuando veo a gente durmiendo en la calle se me revuelven las tripas. Que haya gente que lo tiene todo y que otros tengan que pasar frío y mojarse, me parece una injusticia.

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