viernes, 3 de abril de 2009
Javier Castillejo, cerca de su adiós: "Nací motivado"
C.Matallanas/Víctor G.
Tras Ángel Nieto, es el deportista español más laureado fuera de nuestras fronteras. Ha sido ocho veces campeón del mundo de boxeo pero su gloria sólo se nota cuando todos sus compañeros de gimnasio le dan las buenas tardes con cariño y admiración. “¡Qué pasa, Lince!”. “¡Buenas, Javi!”. Él sonríe y hace algún guiño de complicidad. Después, comienza a entrenar convertido en uno más. A sus 41 años, este deportista e inversor del ladrillo afronta mañana el que sabe que será uno de los pocos combates que le quedan como profesional. Antes de empezar su último entrenamiento, previo al pesaje que tendrá lugar hoy, atiende unos minutos a El Confidencial.
Aparece más tarde de lo previsto porque no encuentra aparcamiento, “ya llevo unas cuantas multas”. Buscar hueco al coche a las 5 de la tarde en Vallecas no es fácil. No tiene ningún privilegio. Transmite una tranquilidad y humildad casi incomprensible en una persona que en 48 horas va a subirse a un ring. Afirma que “ya son 21 años boxeando, ¿qué nervios voy a tener?”. Durante ese tiempo no ha buscado ninguna motivación especial, "nací motivado". El sábado vuelve a pelear en España -tres años después- y hay mucha expectación entre la afición. Este madrileño de Parla se ve “preparado y con ganas de saltar ya al ruedo”.
Su combate, con el también madrileño Pablo Navascués, culminará una velada que congregará a 10.000 personas en la plaza de toros multiusos La Cubierta de Leganés (Madrid). Serán unos privilegiados porque la pelea, como era de esperar, no se televisa. “Ni aunque se la regales, la echarían”, asegura el manager y entrenador de Castillejo, Ricardo Atocha. El púgil es aún más rotundo: “Esta es la peor etapa que ha vivido el boxeo. No hay televisión, no hay ayudas. Muchos profesionales tienen que trabajar por la mañana y entrenar por la tarde para salir adelante”. Por todo eso, Castillejo se considera un privilegiado: “Empecé en una época mejor y he tenido la suerte de vivir siempre del boxeo y dedicarme a él exclusivamente”.
Y le ha cundido. Es uno de los deportistas españoles más laureados de la historia. En su deporte, una eminencia. Fuera del boxeo, una de las pocas caras conocidas para los aficionados al deporte en general. Pero viéndole compartir vestuario (una sala pequeña anexa al gimnasio que la Federación Madrileña de Boxeo tiene en el campo del Rayo Vallecano) con dos o tres compañeros más, uno se da cuenta que está muy lejos de ser una estrella en el peor sentido de la palabra.
"La gente que ve el boxeo como algo malo es que ha visto demasiadas películas"
Porque el boxeo tiene que ‘pelearse’ también fuera del ring. Lejos de las posturas a cerca de la violencia de este deporte, el púgil destaca los valores que se aprenden de él, “el respeto hacia otra persona, el trabajo, la disciplina, el sacrificio… la gente que lo ve como algo malo ha visto demasiadas películas y se las ha creído; no tiene idea de lo que esto supone, no sabe de qué habla”.
Su momento cumbre llegó en junio de 2001, cuando acudió a Las Vegas para defender su título mundial de los Superwelter ante Óscar de la Hoya, leyenda viva de este deporte. Cayó a los puntos por decisión unánime de los jueces, pero vivió la mejor experiencia de su carrera: “Allí me di cuenta de lo grande que es el boxeo. Los púgiles son estrellas porque allí saben lo duro que es esto, saben lo que hay ahí arriba (señala al ring del gimnasio). Me sentí un deportista respetado, me hicieron sentir como un campeón”. En sus palabras se atisba la resignación de alguien que destaca sobre todos los valores del boxeo el gran sacrificio que hay que hacer para llegar a la élite. Un sacrificio que no llega a percibirlo la gente, según Castillejo, por “los medios de comunicación, que pasan de este deporte”.
No sabe si le restarán uno, dos o tres combates, alguno más será raro. Javier se está preparando para cambiar su rutina. Además de los combates, entre uno y otro aprovechaba para “practicar otros deportes como la natación, o echar algún partidito”. Está tranquilo porque ha sabido invertir bien sus triunfos encima del ring. “En el ladrillo”, afirma el boxeador, quien añade que “ahora es buena época para comprar porque está más barato”.
Lejos de vivir de las rentas, Castillejo no piensa alejarse del mundo del boxeo y su deseo es establecer una escuela de esta disciplina en Parla. El ex campeón del mundo evoca a todo lo contrario que tenga que ver con ostentación o lujo. La antítesis de un ‘crack’ del balompié. Por el modo en el que ha sido educado, con dos guantes, una comba y un ring, quiere enseñar a su hijo a boxear, aunque prefiere “que no lo haga profesionalmente, es muy duro”.
Pero antes de que todo esto llegue espera su gran noche. “No sé cómo me despediré, pero seguro que será una fiesta, me da igual contra quien pero quiero que vengan todos mis amigos”. Los mismos amigos que ve a diario en ‘gym’, en el bar, la churrería…
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