jueves, 5 de marzo de 2009

Encuentra su camino... otra vez


Steve Farhood


Creo que fue un viejo y sabio manejador de boxeadores el primero que dijo "es difícil levantarse a correr a la mañana cuando estás usando pijamas de seda".
Y si él hubiese sido el manejador de Robert Guerrero, hubiese dicho "y no importa qué tipo de pijamas estés usando, es todavía más difícil salir a correr cuando has pasado la noche durmiendo en el piso de una sala de hospital".
Es tentador decidir que la vida apesta para Guerrero, y no solamente porque "El Fantasma" vive en Gilroy, California, capital mundial del ajo.
Guerrero, de 25 años, es un dos veces ex campeón de peso pluma, un peleador con un tremendo potencial para el estrellato y un joven esforzado y espiritual. Peor uno no lo oye quejarse sobre sus tareas actuales: cambiar pañales, cocinar la cena, e intercambiar golpes con peleadores de peso ligero de primer nivel mientras su mujer, Casey, lucha contra la leucemia.
El sábado, Guerrero (23-1-1) chocará con el invicto indonesio Daud Yordan (23-0) en San José, a 10 minutos de Gilroy. Dada la tremenda presión que enfrenta, El Fantasma tendría suficiente excusa si desapareciese hasta el día de la pelea. Pero se le ha requerido por el doble de cantidad de entrevistas que usualmente recibe, y ha respondido a todas ellas, a pesar de que el cáncer de Casey, que había estado en remisión durante más de un año, reapareció en enero.

El último reporte: el cáncer está nuevamente en remisión.
"No puedo pensar en nadie que pueda ser capaz de hacer lo que Robert está haciendo", dijo Mario Serrano, publicista de Guerrero. "Habló en una escuela secundaria la semana pasada sobre mantenerse en forma y superar las adversidades, y de ahí salió para el estudio de televisión de CBS 5 para una entrevista, y luego hizo su entrenamiento diario. No olvidemos que tiene a dos hijos que atender además de cuidar a su esposa".
Novios desde la secundaria, Robert y Casey han estado casados los últimos cuatro años. La familia incluye a una hija de 3 años y un hijo de 2 años.
A finales de 2007, Casey fue diagnosticada una semana antes de que Guerrero tuviese que hacer una defensa de título ante Martín Honorio en Tucson, Arizona.
"Es un golpe tremendo cuando te dicen que tu esposa tiene cáncer y que no saben si va a vivir o morir", dijo el padre y entrenador de Guerrero, Rubén, a Prensa Asociada en aquella época.
Guerrero voló a Tucson, subió a la balanza con dos libras por encima del límite, bajó el peso y luego bajó a Honorio a las lonas en 56 segundos. Volvió a su casa esa misma noche.
Desde ese día ha noqueado a Jason Litzau, ha dejado vacante el título por sus problemas para hacer el peso y, en su primer combate como ligero, aplastó a Edel Ruiz con un golpe al cuerpo en apenas 43 segundos.
"Todo se redujo a que yo me concentraba más en hacer el peso que en prepararme para la pelea", dijo Guerrero, quien usualmente pesa unas 139 libras cuando no entrena. "No quería matarme haciendo el peso y luego ir a las peleas sin energía".
A largo plazo, Guerrero apunta a pelear con el campeón de las 130 libras Humberto Soto. Esta semana se prepara para Yordan, quien estará peleando en los Estados Unidos por segunda vez en su carrera. En septiembre, Yordan ganó una decisión mayoritaria en ocho asaltos sobre el mexicano Antonio Meza en Las Vegas.
"He visto a Yordan solamente una vez, a decir verdad", dijo Guerrero. "Pensé que perdió la pelea (ante Meza). Tiene un estilo olímpico de boxeo, con manos rápidas. Yo voy a salir a atacarlo".
Lo más remarcable es que cuando Guerrero necesita concentrarse en el boxeo su concentración sigue siendo intensa. Al derrotar a Litzau, él peleó exhibiendo una sonrisa socarrona como si estuviese disfrutando la paliza.
"Así es como me gano la vida", dijo Guerrero. "Ver la manera en que Casey pelea con su situación me inspira mucho. Cuando entro en el gimnasio, lo que tengo que hacer no es nada comparado con lo que sufren los pacientes de cáncer. Eso es lo que me motiva a hacer mi trabajo".
"Y ella me reta también. Si llego tarde al gimnasio o salgo a correr más tarde, ella me dice 'tienes que hacer tu trabajo'. Siendo un muchacho joven siempre quiero salir por ahí, divertirme, irme de vacaciones, estar con mis amigos. Pero desde que Casey se enfermó, he tenido que dar un paso al frente. Me ha hecho crecer mucho".
Miles de personas sufren de leucemia y hacen sesiones de rehabilitación con quimioterapia. Pero muy pocos pasan por ese trance públicamente. Durante los últimos 16 meses, Guerrero y su esposa no han tenido secretos.
"He recibido mucho apoyo de los fanáticos, los medios, los miembros de mi equipo", dijo Guerrero. "Es reconfortante saber que hay fanáticos del boxeo ahí afuera a quienes les importa mi vida personal también. Ellos han rezado por mí".
Quizás por eso Guerrero (marido, padre y boxeador) se siente más fuerte que nunca.

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