domingo, 18 de enero de 2009
CRONICA DE LA VICTORIA DE "TYSON" RAMÍREZ EN "LA NACIÓN"
El bonaerense Víctor Emilio Ramirez (90,100kg) protagonizó uno de los capítulos más salientes y meritorios en la historia de las disputas mundialistas de boxeadores argentinos de todos los tiempos. Su consagración como campeón mundial interino crucero de la Organización Mundial de Boxeo (OMB), al vencer por knock-out técnico en el noveno round al uzbeco Alexander Alexeev (90,200 kg), anoche, en el estadio Burg-Watcher de Düsseldorf, Alemania, significó el aprovechamiento al máximo de una oportunidad que parecía fuera de tiempo y sin lógica para su realización.
A los 24 años y con escasa experiencia como fondista, Ramírez fue imponiendo su presión física con el paso de los rounds ante un boxeo dubitativo pero con aciertos en larga distancia que Alexeev conectó en el primer segmento del pleito.
Ramírez, con un récord de 14 victorias (12 antes del límite), un revés y un match nulo, superó distintas sensaciones en este combate. Desde ser superado en lo técnico y anímico en el primer período del combate hasta salir de sus quiebres emocionales y poder atacar con claridad a un rival como Alexeev, técnicamente rico pero temperamentalmente pobre.
El argentino actualizó la teoría de que con un estilo de pelea sanguíneo y continuo se puede romper con facilidad el molde de combate de todos aquellos que, como Alexeev, ostentan aún el viejo sistema pugilístico soviético , ajeno al sufrimiento y a la improvisación. Hecho que el argentino aprovechó al máximo en el noveno round, no sólo para equiparar las tarjetas de una pelea lenta y discontinua, sino también para vapulear a fondo al uzbeco, que decidió no proseguir las acciones ante el llamado al décimo round.
Ramírez, padre de un hijo y habitante de un humilde departamento junto con sus hermanos en Wilde, comenzó a boxear en un pequeño gimnasio del barrio del Abasto construido tras el cierre de la unidad básica peronista que candidateaba a Daniel Scioli, actual gobernador de la provincia de buenos Aires, en las elecciones porteñas. A partir de ese momento tomó el apodo de el Tyson del Abasto y, de la mano de su entrenador, Carlos Martinetti, comenzó una carrera que ayer alcanzó su pico máximo.
La decadente política de administración de títulos mundiales de la OMB, que la llevó a declarar un interinato de un campeonato que se encuentra vacante y que le reserva un lugar al galés Enzo Maccarinelli para combatir algún día ante quien se pueda por dicha corona, desorienta en torno del análisis del presente de Ramírez, que tendrá una particularidad: deberá crecer boxísticamente a medida que exponga su cinturón. Y ello no será nada fácil.
Su mérito fue supremo. Y este tipo de sorpresas -las apuestas inglesas de Internet lo colocaban en desventaja de 10-1- son las que escriben las inolvidables historias del boxeo.
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