lunes, 24 de noviembre de 2008

Un campeón infatigable


ESPNdeportes.com

Sólo han transcurrido dos horas desde que Hugo Hernán Garay regresó triunfante de su excursión por Alemania, donde el sábado pasado defendió exitosamente el título de los semipesados de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB).
El largo viaje desde la ciudad de Rostock, previa escala en París, ha durado casi 18 horas. Pero la palabra cansancio parece no existir en el diccionario de Garay, que tan pronto como pisa el aeropuerto internacional de Ezeiza se conmueve pensando que un rato más tarde estará compartiendo un asado junto a su familia y a algunos de sus amigos del barrio.
Llega Garay  el Pigu, para todos  y lo reciben su esposa, sus dos hijos y sus padres en la casa de Rincón de Millberg, en la zona norte de la provincia de Buenos Aires. La mesa ofrece carne y chorizos en abundancia, acompañado por vino y cerveza. Típicamente argentina la cosa.
En seguida, tras las felicitaciones del caso, llegan las preguntas acerca del excelente triunfo por puntos obtenido ante el alemán Juergen Braehmer, retador obligado a la corona.
"La verdad es que estoy muy contento porque no dejé dudas. Debo ser el primer boxeador que le gana a un alemán en Alemania. Pero, como te dije hace unos días, estaba convencido de que iba a ganar. Salí a jugármela desde el primer campanazo, porque no quería que me robaran otra vez, como me ocurrió las dos veces anteriores", le cuenta Garay a ESPNdeportes.com.
El Pigu se refiere a sus dos combates ante el húngaro Zsolt Erdei, campeón semipesado de la OMB, a quien enfrentó en mayo de 2004 y en febrero de 2005, ambas veces con fortuna adversa, por culpa de jueces ineptos que lo vieron perder, cuando para la mayoría había ganado.
Lo cierto es que aquellas dos derrotas, que lo tuvieron al borde del retiro, pesaron como antecedente antes de enfrentar a Braehmer. De hecho, muchos pensaban que la única forma de ganar en Alemania sería noqueando. Sin embargo, los jueces de la AMB estuvieron a la altura de los acontecimientos.
"Yo no confiaba en los alemanes ni en los jueces. Imaginate que después de aquellas dos veces que me robaron tenía que salir a todo o nada. Y eso es lo que hice. Lamentablemente no lo pude noquear, aunque estuve cerca un par de veces. Pero fui muy superior y por suerte los jueces lo apreciaron de esa forma", cuenta Garay.
"Yo sabía que Braehmer era un buen rival, zurdo y complicado. Pero en seguida me di cuenta de que sus golpes no me lastimaban. Entonces, seguí yendo al frente. Salí a cruzarme en varios pasajes de la pelea. Si me ganaba, que fuera noqueándome. Pero yo soy fuerte, así que nunca me iba a noquear", agrega.
La superioridad del argentino fue evidente, ganando ampliamente la primera mitad de la pelea, en la que lanzó una enorme cantidad de golpes. Tras una merma de oxígeno casi lógica en el octavo y el noveno asaltos, Garay cerró el combate con las mismas armas que le habían permitido neutralizar todos los embates de su rival: velocidad y cantidad de golpes en proporción de 4 a 1.
Todo eso, gracias a una excelente preparación, junto a su entrenador, Rudecindo Chávez, y a su preparador físico, Darío Gebel.
"Como habíamos planeado, me lo llevé por delante en todo momento y no le dejé hacer nada. Lo bueno es que todo el mundo me lo reconoció, el público, la prensa y hasta el propio Braehmer y sus promotores", cuenta el argentino.
Antes de viajar a Alemania, Garay le había confiado a sus amigos íntimos y a su equipo que se retiraría si perdía. A primera vista, cuando se trata de boxeadores uno tiende a relativizar decisiones relacionadas con colgar los guantes. Sin embargo, quienes conocen profundamente a Garay juran que es verdad.
"Lo que pasa es que uno se cansa de hacer un esfuerzo tan grande y que después le roben la pelea. Yo estuve concentrado casi todo el año. Gané el título a principios de agosto en una pelea bastante dura y sólo tuve dos semanas de descanso. Otra vez, a concentrarme tres meses lejos de mi familia y con una gran presión física y mental y otra pelea dura", afirma.
"Imaginate que si después de semejante sacrificio después me roban la pelea, me tenía que retirar. Porque no me iban a quedar más ganas de seguir esforzándome. Pero por suerte todo salió bien, y hoy tengo ganas de seguir adelante. Eso sí, después de unas largas vacaciones"
Lo único concreto en el futuro boxístico de Garay es que tiene nueve meses como para hacer su defensa obligada del título.
"Me gustaría hacer dos defensas opcionales. Y espero que una de ella pueda hacerse en Argentina. La verdad es que me gustaría pelear con Roy Jones, que está segundo en las clasificaciones. También me gustaría unificar el título con Erdei. Pero él sabe que en una tercera pelea le ganaría seguro, así que ya dijo que no quiere pelear. Al margen de Jones y Erdei, no veo a alguien que pueda estar a mi altura", se agranda.
A medida que avanza la charla, y el asado, claro está, los amigos y vecinos del barrio hacen su obligada parada por la casa de los padres de Garay. Lo saludan, lo abrazan, lo felicitan. Además, el gran triunfo de El Pigu se produjo en un fin de semana en el que el pueblo argentino había quedado muy golpeado, tras la increíble derrota del país en la final de la Copa Davis.
"Para mí es un gran orgullo representar a Argentina. Sé que la gente estaba muy triste tras la derrota de los chicos del tenis en la Copa Davis. Y también perdieron Los Pumas, en rugby. Ojalá, entonces, que mi victoria haya servido para traer un poco de alegría a nuestro pueblo", cuenta Garay.
"Yo sigo viviendo como siempre, rodeado de los amigos de toda la vida, como Calabaza y todos los demás pibes con los que siempre nos juntamos en el barrio. Para ellos también es mi triunfo", confiesa.
Pero no sólo para la familia y los amigos está dedicado el agradecimiento de Garay. Por la noche, a sólo 12 horas de haber pisado nuevamente suelo argentino, emprenderá una caminata de 70 kilómetros hasta la Basílica de Luján, donde le entregará el pantalón de su pelea a La Virgen de Luján, tal como se lo prometió antes de viajar.
"La verdad es que no sé cuánto tardaremos en llegar. Muchos me dicen que se toma entre 15 y 18 horas. Pero no me importa. Ya tendré tiempo de descansar. Pero lo prometido es deuda. Aunque el jueves es mi cumpleaños, así que me tengo que apurar", se sonríe el campeón.

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