miércoles, 19 de noviembre de 2008

Corrijamos algo por el bien de la base del boxeo





Qué bonito es el boxeo. Creo que una de las más maravillosas cosas que tiene este deporte es precisamente la selección natural que conlleva. Lo que muchos llaman el veneno u otros un “submundo” o incluso el cine “la mirada del tigre” no es más que una forma lírica de denominar una esencia especial que compartimos muchos.

De hecho (no sé si lo han pensado alguna vez) es un honor poder escribir algo sobre boxeo cuando sabes con fehaciente tranquilidad algo claro: que quienes lean esto comparten todos ellos, el amor por el boxeo, con todos los matices que a cada uno nos diferencian, gracias al cielo, o gracias a Alí, Hagler, De la Hoya, Cotto, Jones, Chávez y tantos otros, indiscutibles en un universo de estrellas que a todos nos han iluminado en alguna ocasión o lo siguen haciendo, privilegio de vivir aún en tiempos de ocaso de divinidades de las 16 cuerdas.

Todos los que estamos en este deporte somos luchadores. Ustedes lo saben. Y quien lo ha dejado de ser (dentro y fuera del ring) o ha colgado los guantes frustrado por el maltrato social que recibimos, aún no puede cerrar bien los ojos del corazón cuando intenta dormir plácidamente por las noches, porque sigue preguntándose dónde se encuentra el antídoto para olvidarse de una vez por todas de ese fatal-genial “veneno” del pugilato.

Y es que hay cosas que perturban el sueño o las conciencias. Hay muchos males que compartimos con otros deportes, la competición es dura y ganar o perder en muchas ocasiones no sólo es demostrar que eres el mejor el día de la prueba. Esto, insisto, no es sólo un mal endémico del boxeo. Pero hay cosas que hacemos endemoniadamente mal y deberíamos hacer algo por corregirlo si queremos que sobreviva lo que hace que el corcho flote una y otra vez.

Ustedes saben como yo qué es lo más importante de este deporte: sin duda, los boxeadores y en especial la base. Y ¿cómo podemos hacer sobrevivir un deporte de base cuando continuamente y por toda España se están llevando a cabo injusticias salvajes en los resultados de competidores que están empezando? ¿Cómo podemos estar asistiendo a continuas irregularidades por parte de árbitros locales que –cegados por eso, el localismo- pueden estar cargándose el ánimo de cadetes que están empezando a asimilar la competición? Que están aprendiendo durante meses, o años, conceptos, técnicas, tácticas y además los entrenadores tenemos que hacerles entender que salir fuera de casa a competir es sinónimo de derrota si no ganan antes del límite. Son niños, bastante presión conlleva ya el boxeo de competición para tener que escuchar, entender y aceptar aspectos que no dependen de su entrega ni destreza.
Señores, seamos reflexivos. Estamos desdibujando la línea de este deporte tan bonito, tan puro y tan real. No podemos hacer ese flaco favor a los jóvenes competidores, tanto a los que dan injustamente perdedores como a los eventualmente injustos ganadores, porque además, estos últimos tampoco ganan nada con esto. Cuando esa noche dormitan -que no duermen- no se saben ganadores y eso no les hace crecer, sino al contrario les crea inseguridades o seguridades ficticias, les ablanda la guardia moral y los hace menos guerreros.
No olvidemos tampoco al público de nuestras veladas. Es soberano y sabio, no les engañemos continuamente con falsas victorias locales porque con esto, tampoco se llenan polideportivos, se subestima su poder como público y se les hace partícipes de la mentira.
Colectivo arbitral, entre los que contamos con nombres ilustres y personas que aman este deporte. Corrijamos algo. No hagan oídos sordos, escuchen sus conciencias y de vez en cuando, solo de ven en cuando, recuerden sus comienzos, recuerden que ustedes también han sido niños, algunos competidores. No dejen que les ciegue la indiferencia o el sentir que están “de vuelta de todo” porque eso no les hace mejores, les hace más viejos, sólo eso, más vetustos. Gracias

Jesús Buendía Colmenero. Entrenador y gerente C.D. Cuadrilátero Boxeo Jaén

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