Fuegos artificiales hasta la saciedad, vatios a reventar, aviones militares en el cielo de Orlando y un zepelín con pantalla incorporada sobrevolando durante horas el Citrus Bowl. ¡Ah! Y el America the beautiful sonando con imágenes de Irak como telón de fondo. ¿La Superbowl? No, Wrestlemania 24, que se celebró la madrugada del domingo al lunes superando todos los récords de la historia de la WWE.
Ya se puede considerar su evento más seguido: 74.635 fans procedentes de 21 países en el Citrus Bowl (récord también de asistencia al estadio) y cuatro millones de euros ingresados sólo en venta de entradas, al margen de los cien países que lo vieron por televisión, y los 20 millones de euros que deja el evento en la ciudad de Orlando. Cifras espectaculares y made in America como el propio show, y muy especialmente como el combate estelar de la velada: Floyd Mayweather contra Big Show.
Provocación.
El seis veces campeón del mundo de boxeo, medio metro más bajo que su oponente y con una envergadura sensiblemente menor, se metió de lleno en el papel del pressing catch: provocando y utilizando artimañas con tal de vencer. No en vano, cobraba 20 millones de dólares (unos 14 millones de euros) por los 15 minutos que duró la pelea; tal vez por eso el excitadísimo público americano iba del lado del gigante Big Show.
Provocación.
El seis veces campeón del mundo de boxeo, medio metro más bajo que su oponente y con una envergadura sensiblemente menor, se metió de lleno en el papel del pressing catch: provocando y utilizando artimañas con tal de vencer. No en vano, cobraba 20 millones de dólares (unos 14 millones de euros) por los 15 minutos que duró la pelea; tal vez por eso el excitadísimo público americano iba del lado del gigante Big Show.
En lo que la WWE bautizó como la lucha de David contra Goliath, Mayweather comenzó oponiendo resistencia, aprovechando su movilidad para escurrirse de su rival y propinarle puñetazos (entró a escena con guantes). Pero Big Show acabó agarrándole del cuello, lanzándole al tapiz como si de un saco se tratase, y haciendo que Mayweather, tal vez por primera vez en su vida, oliera de cerca el amargo sabor del KO.
Golpe con una silla.
Sin embargo, y mientras el Citrus Bowl coreaba al unísono "¡Big Show is hungry!" (Big Show tiene hambre), el boxeador primero intentó sin éxito dejar el ring y marcharse, y después empezó a hacer trampas: le golpeó con una silla, se valió de uno de los miembros de su séquito y, finalmente, agarró un puño americano, se despojó de un guante y agredió en la cara a Big Show, a quien semanas atrás ya había roto la nariz.
Golpe con una silla.
Sin embargo, y mientras el Citrus Bowl coreaba al unísono "¡Big Show is hungry!" (Big Show tiene hambre), el boxeador primero intentó sin éxito dejar el ring y marcharse, y después empezó a hacer trampas: le golpeó con una silla, se valió de uno de los miembros de su séquito y, finalmente, agarró un puño americano, se despojó de un guante y agredió en la cara a Big Show, a quien semanas atrás ya había roto la nariz.
Quizá nunca se sabrá qué hubo de real y de ficticio en este combate (las relaciones entre ambos son muy frías), pero finalmente Mayweather, que en boxeo jamás ha perdido un combate (39-0), engrosó su cuenta particular derrotando a Big Show. David ganó a Goliath, aunque en esta versión contemporánea fue con trampas y entre los abucheos de un estadio repleto.
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