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Hay historias de las que se podría escribir el final antes
de que se produzca. Como la de Perico Fernández, boxeador y juguete roto, que
falleció en la madrugada del jueves al viernes en el centro neuropsiquiátrico
Nuestra Señora del Carmen de Garrapinillos, localidad cercana a Zaragoza, a los
64 años de edad.
El excampeón mundial del peso superligero padecía desde hace
años numerosos problemas de salud, entre ellos alzhéimer y diabetes, y se
encontraba bajo la tutela de los servicios sociales del Gobierno de Aragón. En
su vida, tocó el cielo y bajó al infierno. Disfrutó de la gloria, ganó dinero y
acabó con los bolsillos vacíos.
Pedro Fernández Castillejos (Zaragoza, 19 de febrero de
1952) fue uno de los grandes referentes del deporte español en los setenta.
Creció en el orfanato de Zaragoza y siendo un niño vio a
Cassius Clay por televisión y se enamoró del boxeo. Su ascenso fue meteórico.
Primero conquistó el título nacional ante Kid Tano (03-03-1973), después llegó
el título europeo frente a Tony Ortiz (26-07-1974) y, por fin, el título
mundial en Roma ante el japonés Furuyama (21-09-1974). Fue el primer español en
retener un título mundial, con Joao Henrique (19-04-1975), hasta perder la
corona ante el tailandés Muangsurin en Bangkok (15-07-1975).
Tras su retirada, se arruinó y llegó a vivir en la calle
hasta que unos amigos le rescataron en 2011 para que pasara las noches en un
club de alterne. Cuando las chicas acababan su jornada, él aprovechaba para
descansar. “He sido muy vago y muy golfo. Me gasté todo lo que gané, o mejor
todo lo que me dieron”, confesó sincero.
En 2011 y 2012, fieles como los boxeadores López Bueno,
Alfredo Evangelista o el abogado José Antonio Visús organizaron actos para
conseguir dinero. Se le consiguió un piso de alquiler y un salario social. Pese
a los intentos por ayudarle desde las instituciones, incluido el Gobierno de
Aragón, su salud se fue deteriorando hasta ser acogido hace unos meses en el
centro neuropsiquiátrico, donde ha fallecido.
El ministro de Educación, Cultura y Deportes, Íñigo Méndez
de Vigo, le recordó este viernes: “Llevaba con orgullo el nombre de España”. Un
héroe de otro tiempo que murió solo. Vencido.
Perico puso en 2009 voz a la foto que está en la retina de
los aficionados: “Ese salto mío tuvo truco, el suelo estaba muy mullido,
parecía una cama elástica. Me impulsó la alegría que me dio proclamarme campeón
de España diez años después de la primera vez. Mi último gran triunfo en
Madrid”. Fue el 28 de enero de 1983, noqueó a Alfonso Redondo en el welter. “Su
muerte es el peor golpe que me han dado”, dijo ayer su rival de entonces.
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