El norteamericano Adrien Broner retuvo el pasado sábado en Atlantic City su corona del peso ligero WBC ante el británico Gavin Rees, por abandono de este en el quinto asalto. La salida del americano al ring fue todo lo rapera y a la vez estrafalaria que se puede esperar de un tipo tan extravagante ya en sus comienzos. Como ya es habitual en él, Broner salió a jugar al gato y al ratón con el rival. Y ya sabemos cómo se las gastan los británicos. Nada de tonterías, ni nada para la galería.
De esa manera el pequeñito pero matón Rees se adjudicó los dos primeros asaltos, ante un Broner contemplativo y más pendiente del show que de pegar. Al finalizar el tercer round, Broner se puso al fin al boxear con esa explosividad que la naturaleza le ha obsequiado. Y en el cuarto asalto llegó el tsunami que se espeaba: Broner dominante y Rees bravo pero empequeñecido ante la superioridad del rival. Un upper al mentón mandó al británico a la lona por primera vez. Y en el quinto, lo inevitable: otro upper, esta vez al vientre dejó sin respiración a Rees, que aunque tuvo los redaños de levantarse, provocó que ante su pasividad, su esquina lanzara la toalla faltando dos segundos para finalizar este quinto asalto. El porcentaje de casi el 50% en golpes lanzados y conectados por parte del joven estadounidense de 23 años lo dice todo: estamos ante una estrella del boxeo. El futuro es suyo.
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