Que Campillo estuvo mal el sábado en Uncasville es evidente. Que su floja actuación hizo parecer a su rival, el kazajo Kovalev, como una transposición de Mike Tyson y Óscar de la Hoya, también. Pero de ahí a considerarle un boxeador acabado y darle palos hasta en el cielo de la boca, media un abismo. Malas noches han tenido todos los boxeadores del mundo, y lo extiendo a los demás deportes. Puede que esos problemas personales a los que alude el "Chico Guapo" puedan ser la clave de tamaña derrota. Pero, en cualquier caso, no se acaba el mundo el 19 enero, como no se acabó el mundo en 2013 como auguraban los mayas. Además, hay peleadores que se dan mal, como le pasaba, por poner un solo ejemplo, a Hopkins con Jermaine Taylor, o a De la Hoya con Mosley. Pasa y ya está. Es deporte. Pero a Campillo seguro que no se le ha olvidado boxear, como cuando ganó hace meses a Cloud, aunque dos jueces le vieran perdedor, o cuando dos veces ganó el campeonato del mundo a domicilio, como los auténticos campeones. No se trata de patrioterismo ni de amiguismo, solo hablé dos veces con él y fue en el programa de radio "EL BOXEO TIENE MÚSICA", pero considero que si Campillo soluciona esos problemas, que por otra parte ¿quién no los tiene? Gabriel tiene aún mucho boxeo en sus puños y en sus piernas. Tiene que recuperar la ilusíón, y dar tiempo al tiempo. La clase la tiene a raudales. Le doy ánimos pero no le deseo suerte, porque como decía el inefable José María García, esta solo se desea a los mediocres. Y Gabriel Campillo es un gran boxeador. Y mejor persona, me cuentan.
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