lunes, 26 de marzo de 2012
FALLECE EL ESCRITO DE BOXEO BERT SUGAR
DAN RAFAEL ESPN.com
Bert Sugar fue amigo mío desde que lo conocí a poco tiempo de haber llegado al mundo del boxeo en el año 2000. Juntos nos reímos mucho y tuvimos muchas grandes conversaciones de boxeo durante la última docena de años.
Yo lo llamaba Tío Bert. Y él respondía llamándome Tío Dan.
¿Y saben qué? Durante todo el tiempo que lo frecuenté, nunca lo vi sin su sombrero a cuadros sobre su cabeza o sin su cigarro (a menudo sin encender, pero siempre ahí para poder ser masticado y saboreado) en su mano.
También fue probablemente la única persona que yo conozco que pueda salirse con la suya a la hora de usar pantalones a rayas o plisados, a los que tanto cariño les tenía.
Pero ese era Bert. Él se destacaba entre la gente, y le gustaba ser así. Era exuberante, un bromista eterno, aún cuando sus bromas eran usualmente muy malas. Pero se salía con la suya, porque de solo escucharlo explotar en risas cuando las contaba nos hacía reír, solo porque él era quien las contaba.
Bert falleció el domingo a sus 75 años, y las salas de prensa de las peleas grandes (y los bares de los hoteles) ya nunca serán lo mismo. Él fue un prolífico autor, editor de revistas, historiador, personalidad radial y televisiva, miembro del Salón Internacional de la Fama del Boxeo en 2005 y hombre de mundo, y una persona a la que tuve el privilegio de llamar mi amigo.
De muchas maneras, él representaba al boxeo para mucha gente, porque él había estado en la escena boxística desde siempre, y era reconocido ante millones de personas debido a sus incontables apariciones televisivas y cinematográficas. Una de sus bromas que le escuché comentar docenas de veces era que había estado en el boxeo durante tanto tiempo que había llegado a cubrir el combate de Caín vs. Abel. Nunca nos dijo cual fue su predicción para esa pelea.
Usualmente tenía múltiples proyectos de libros al mismo tiempo, y tal como le gustaba bromear, la razón por la cual tenía tantos al mismo tiempo era porque nunca podía terminar ninguno de ellos. Pero ese era apenas su típico sentido del humor auto-desmitificador. En toda su hipérbole, Bert fue un tipo muy modesto. De hecho, él fue autor de más de 80 libros sobre varios temas y escribió miles de artículos para todo tipo de publicaciones. Él era una enciclopedia viviente de béisbol y fútbol americano, pero el boxeo era de lo que más sabía y lo que más amaba.
Cuando él estaba escribiendo una actualización de su clásico libro "Los 100 Mejores Boxeadores de Todos los Tiempos" hace varios años, me honró al llamarme para pedirme una opinión sobre esa lista y luego usó algunas de mis citas en el libro para su nota sobre el miembro del Salón de la Fama Ricardo López, el gran ex campeón de peso paja y mosca junior que Bert sabía que era uno de mis peleadores favoritos.
Bert era un tipo brillante y graduado de la escuela de leyes, pero él nunca parecía tomarse las cosas demasiado en serio. Vivía para las grandes peleas. En años más recientes, viajaba a Las Vegas para hacer apariciones a nombre de HBO PPV. Hacía una enorme cantidad de entrevistas de radio para hablar de la pelea, y de lo que tuviese ganas en ese momento. Él luego hacía un par de malas bromas y generalmente ponía a todos de buen humor. Pero luego de un largo día de parlotear sobre boxeo, aún así no estaba satisfecho.
Bert terminaba su trabajo diario y luego uno podía sin duda encontrarlo en uno de los bares del hotel, hablando de boxeo (con sus amigos y con extraños también) aunque él no había estado en las últimas grandes peleas debido a una batalla con el cáncer de pulmón el año pasado. Su hija, Jennifer Frawley, anunció que su muerte el domingo fue causada por un paro cardíaco.
Historia verídica: una vez que viajé a Las Vegas (no recuerdo ni siquiera qué pelea estaba cubriendo), resultó que mi padre también tenía que viajar a la ciudad por negocios. Por eso arreglamos vernos una tarde en el bar del lobby del MGM Grand, donde yo me estaba quedando.
Cuando llegué, lo encontré sentado con Bert tomándose una copa. Yo pensé que mi padre lo había reconocido y se había presentado porque él sabía que Bert y yo éramos amigos. Resultó ser que mi padre reconoció sin duda a Bert pero no le dijo quién era. Eso no importó. Ellos comenzaron a conversar, y Bert le pagó una copa. Fue solamente un tiempo más adelante en la conversación que mi padre le dijo quien era.
Ese era Bert. A él le encantaba estar con la gente, le encantaba hablar y bromear con ellos. Y si podías hablar de boxeo, mejor todavía.
Por eso fue triste enterarme el domingo que no tendría más conversaciones de boxeo con Bert y no tendría más bromas malas que escuchar, tan malas que hasta eran graciosas.
Yo no fumo, y no bebo mucho tampoco, pero estoy tentado de encender un cigarro y beberme un martini. Eso es lo que más le hubiese gustado a Bert. Eso sí: me rehúso a usar pantalones a rayas o plisados.
Etiquetas: Boxeo
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