jueves, 8 de diciembre de 2011

MEMORIAS DE N.Y.


Por Carlos Irusta
ESPNdeportes.com


César Menotti, o simplemente el Flaco Menotti, es uno de los tipos que trasciende su actividad. Campeón del mundo con la selección argentina de fútbol en juveniles y mayores, también supo ser asiduo espectador -- y amante -- de boxeo. Y este es su recuerdo de la épica batalla que libró Oscar Ringo Bonavena contra Muhammad Ali hace 41 años. Así me lo contó y se los transcribo textual...
Por supuesto que recuerdo muy bien aquella pelea. Bonavena era hombre del club Atlético Huracán, así que venía seguido y charlábamos mucho, podría llegar a decir que éramos amigos. Nos veíamos siempre y mezclábamos las dos pasiones, fútbol y boxeo.
Yo viví en Jackson Heights, Nueva York, entre los años 67 a 69, cuando jugué para The Generals (equipo de fútbol de la North American Soccer League). Así que como me gustaba mucho el boxeo, iba siempre a los festivales. Estuve cuando tiraron el viejo Madison para inaugurar el actual, allá por el año 1968. Recuerdo haber visto grandes peleas y a grandes boxeadores, como cuando Carlos Ortiz, de Puerto Rico, le ganó a Ismael Laguna, el panameño, por el título mundial de peso ligero, en el Shea Stadium en Queens. Y me acuerdo que me tuve que esconder debajo del ring, cuando se armó un tremendo escándalo: le dieron la pelea a Dick Tiger sobre el puertorriqueño José Torres, por el título mundial semipesado... O una de las que hicieron Nino Bennvenuti y Emile Griffith... fueron tantas noches...
“ Yo creo que la pelea que Oscar le hizo a Ali fue maravillosa, porque enfrentarse a semejante campeón mundial -- para mi uno de los más perfectos de todos los tiempos y de todas las categorías -- y llegar al último round, fue extraordinario. ¡Todavía me parece mentira, pero fueron 15 rounds! ” -- César Luis Menotti
Si me pongo a hablar de boxeo, no termino nunca. Vuelvo a aquella pelea. Cuando me enteré de que Oscar iba a pelear con Ali, aunque muchos en esa época todavía le decíamos Cassius Clay, confieso que sentí temor y hasta miedo, porque Ali era muy grande y pensé que iba a ser demasiado para Ringo. Pero también es cierto que lo veía muy confiado, muy seguro. Así que a pesar de mi temor, por supuesto que lo acompañé con el corazón como todos los argentinos, porque hay que decir que esa noche, un lunes, se paralizó el país.
Yo creo que la pelea que Oscar le hizo a Ali fue maravillosa, porque enfrentarse a semejante campeón mundial -- para mi uno de los más perfectos de todos los tiempos y de todas las categorías -- y llegar al último round, fue extraordinario. ¡Todavía me parece mentira, pero fueron 15 rounds! Un disparate tremendo por el esfuerzo gigantesco que tenían que hacer esos hombres. Pelearle a Ali era como enfrentarse a un regimiento de la Legión Extranjera con una simple honda, pero Bonavena lo hizo.
El final fue no solamente amargo, sino injusto, porque después de la primera caída que sufre Bonavena, Ali se queda prácticamente a su lado. El referí (Mark Conn) no lo envió a una esquina neutral, como manda el reglamento, así que apenas Oscar comenzó a levantarse, Ali lo volvió a tirar, sin darle tiempo a nada. Y lo mismo hizo con la tercera y última caída. Nadie niega que Ali fue extraordinario y que esa pelea la ganaba igual, pero también es cierto que el árbitro le dejó hacer cualquier cosa...
Una vez, ese gran maestro de boxeo que fue Amílcar Brusa, me dijo: "Monzón siempre hace las peleas en su propio territorio, es él quien marca el ritmo y los espacios". Bueno, Ali era igual, porque con sus piernas maravillosas manejaba las distancias. Encima, tenía un reloj en la cabeza: bailoteaba dos minutos y en el último, metía las manos hasta el fondo. En Argentina hubo uno parecido, Luis Federico Thompson, que nació en Panamá, se hizo ciudadano argentino y fue campeón nacional: boxeaba como los dioses... Alí tenía contundencia, físico privilegiado y una extraordinaria vitalidad, fue un gigante.
Cuando recuerdo a Oscar, viendo el boxeo de hoy, y pensando en los boxeadores a los que se enfrentó, siento que, hoy, hubiera sido campeón mundial. No cualquiera se dio el lujo, por ejemplo, de tenerlo dos veces por el suelo a Joe Frazier, cuando venía arrasando con todos. Aquella pelea, la del 7 de diciembre del 70, terminó de consagrar en la Argentina a Bonavena, que demostró que había sido capaz de plantarse, casi de igual a igual por momentos, con el gran Muhammad Ali.

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