sábado, 7 de agosto de 2010

"De Laboratorios y potreros"


Sergio Gabriel Martínez
http://maravillamartinez.com.ar/




Allá por febrero del 2008, mi entrenador y yo, estábamos en el ring side del MGM Arena de Las Vegas, en una agria presentación, donde contemplábamos, cómo se batían a duelo dos boxeadores norteamericanos de primerísimo nivel (hasta aquel entonces ambos, libra por libra). Rumbo al rincón azul del cuadrilátero, se presentaba "malas intenciones" Jermain Taylor. Frente a él, un tremendo noqueador, Kelly Pavlik. El combate, para mí fue anecdótico; pero mi entrenador comenzó a gestar algo que arrastro durante 2 años.
Este era el segundo enfrentamiento entre ellos, en 2007 realizaron lo que fue llamada “la pelea del Año”, donde Pavlik luego le levantarse como un león herido, aplasto todo el boxeo construido de Tylor, termino con la pelea y termino con Tylor. KO técnico en la séptima vuelta y Campeón de los organismos WBC y WBO en las 160 libras (mediano). En el segundo choque, completaron los doce asaltos, ver al de Ohio oír como Michael Buffer anunciaba las tarjetas y le alzaba la mano, mi entrenador Gabriel me decía: “…Ahí tienes tu rival para cuando quieras cerrar tu carrera con broche de oro, cuando desees retirarte, subirás a mediano y ganando le dirás adiós al boxeo, a las concentraciones, a los pesajes...”
Me quede atónito. No atine a mover un músculo. Quizás, en esos momentos veía a Pavlik como ese gigante de hierro que además que una categoría, nos diferenciaba un continente, una historia y una docena de libras en el ring demoliendo rivales.
En ese tiempo, mi carrera era un sin fin de lagunas, un caos manejado por una peonza (perinola) que no solo esperaba un golpe de suerte, espera algo, una resolución para mi carrera. Algo a favor o algo en contra.
Y otra vez la osadía de mi entrenador de soñar con Pavlik, donde me repetía: “…Lo que quiero, es que acabes tu carrera venciendo a Kelly Pavlik…”
Poco a poco fui convenciéndome que ese sueño, tal vez algún día, podría ser real. Aunque, en ningún momento lo vi concreto y hasta estaba seguro de que Kelly Pavlik ni siquiera sabría de mi existencia.
En octubre del 2008 gane el WBC –interino-- de las 154 libras (superwelter). Mi desempeño sobre el ring, fue el mejor de mi carrera profesional hasta ese día.
Me abrió las puertas en EEUU y me hizo conocido en todo el ámbito de boxeo mundial.
A partir de ese combate todo fue cambiando, todo menos el obsesivo deseo de mi entrenador diciéndome: "… Pavlik está ahí para ti, en nuestra mira y con él cerraras tu carrera...”
El fallecido Vernon Forrest (el otro Campeón de las 154 Lbs .) no accedía a las leyes correspondientes y, mi eterna espera comenzaba a desesperarme. José Sulaimán y la WBC me invitaron a Cancún, donde me proclamó Campeón absoluto.
El tiempo y dos rivales de suma importancia pasaron. Cintron y Williams juntos con una amarga sensación de haber perdido la billetera en mano de algún presente.
En Atlantic City sufrí mi segunda derrota como profesional. Pero mi producción y desempeño, a pesar de haber cumplido mi papel de "relleno" por la negativa de Kelly Pavlik a combatir con el "intratable" Paul" the punisher" Williams por una lesión. Hizo que las ofertas comenzaron a acelerarse y la posibilidad de combatir como titular en una gran velada parecía hacerse realidad.
Allí, otra historia comienza.
Lo que hace unos años para mí era algo insospechado y para mi entrenador era un sueño largo plazo, nos dio de lleno en la cara por algunos titulares hablando de un posible enfrentamiento con el oriundo de Ohio, mis manejadores estaban ya gestionando un asalto al Titulo WBC y WBO del peso medio.
Sin poder procesar la pelea de Williams, de repente, ese sueño, o esa locura estaba plasmando en un contrato. Apenas comenzado el año 2010 la noticia era "Pavlik vs Martínez el 17 abril”.
¡¡Vaya manera de comenzar el año!!

El 11 de febrero salí de Madrid, vía Los Ángeles con conexión en París.
Mi equipo me esperaba otra vez, listos para comenzar con la preparación para mi combate del 17 de abril.
Esta vez, los entrenamientos fueron los más intensos y duros de mi vida deportiva. Pero fue lo más parecido a trabajar en un laboratorio científico, donde mi cuerpo fue el vivo ejemplo de la búsqueda del perfeccionamiento.
Trabajamos sobre mis respuestas físicas, neurológicas, psicológicas y emocionales.
De lo físico y neurológicos se encargo mi entrenador.
El entrenamiento fue sencillamente perfecto y las respuestas que mi cuerpo daba a todo lo requerido en cuestiones de velocidad-fuerza-resistencia eran excelentes.
Lo referente a lo emocional y psicológico fue mi trabajo. Mi respuesta fue la adecuada también. Estuve en lo más alto a nivel anímico durante las nueve semanas que duro la preparación.
La técnica-táctica y estrategia fue trabajo de ambos, como siempre y dio resultado.
Mucho se ha escrito ya acerca de la semana previa. Quizá, se haya escrito todo lo que se vio desde afuera, hasta el mínimo detalle.
El pesaje fue público y también se vio por TV y ahí tuvimos el primer "face to face" seriamente con el entonces Campeón Mundial del peso medio.
Ahora sí, puedo hablar y escribir sensaciones, sentimientos y pareceres que solo recorrían mi interior. Frente a frente con el Campeón, cruzamos fieras miradas y algunos improperios prometiéndonos una guerra el día posterior.
Esa tarde, estuve eufórico. Vi a un Pavlik con la mirada desgastada, sus palabras solo me dieron más ánimos, mostrándome su mejor arma en el desafío en mi propia cara.
Eso fue el principio del fin del reinado de Kelly Pavlik.
”Me mostró su mejor arma, me mostró su mayor debilidad”.
Y llego el día, mi combate más importante, el desafío de mi vida. Poco importaba si estaba o no abajo en las apuestas. Que mas daba el porcentaje de KO de mi rival? ¿Qué más daba el ser más visitante que nunca? ¿Acaso no es mi costumbre en estos últimos 8 años?
Mi estado de motivación era superlativo, poco iban a importarme los laureles del americano. Si ese día, entre 16 cuerdas estaríamos encerrados durante 12 asaltos.
Aunque yo… yo sabía que Pavlik estaría encerrado conmigo entre 4 paredes, y no lo dejaría escapar.
El combate es algo ya sabido. Intentare hablar de sensaciones. Y lo primero que viene a mi mente es el grito de Michael Buffer con su clásico y legendario… "¡¡¡Let´s go ready to rumble!!!”. Al recordarlo, un escalofrío recorre mi cuerpo. En mi memoria conservo las presentaciones anunciando a JC Chávez, Leonard, De la Hoya y muchas más glorias del boxeo mundial venían a mi mente.
Fue un momento grandioso que guardare por siempre.
Luego del anuncio comenzó la pelea.
Fue estrategia pura contra fuerza bruta (con perdón de la definición con perdón de Pavlik). Sé que domine a la perfección los primeros 4 asaltos, que por momentos más que un castigo físico fue un declive "psicológico" muy intenso, del que mi rival no estuvo preparado. Donde lo que más dolor le provoco fue el no poder conectarme.
Desde el quinto asalto al octavo, Pavlik se afianzo en el ring y comenzó a trabajar con mayor comodidad, ya que mi orden de "trabajar más" fue paupérrima. Esos asaltos se los llevó con claridad el americano. En el octavo comencé mi cambio de táctica. En el noveno mi trabajo fue intenso, altamente intenso, la situación de Pavlik fue caótica y promediando el asalto, la sangre cubriendo su rostro alimentaban mi instinto de caza, y me acercaban más a los cinturones. El asalto 10,11 y 12 fueron un replica al noveno, pero cada vez más cerca de mi objetivo.
Antes que la campana nos llamase al 10mo asalto, de pie y mirando a mi rival, me dije:
“Debo sacar el "potrero" que llevo dentro, ese Sergio Martínez que aprendió a bajar la guardia y "jugar a que boxea", lo que me llevo hasta aquí…”
Me vi desde afuera y volví a decirme:
“…Estas en el Boardwall hall, estas por ganar 2 campeonatos mundiales. Puedo ser triple Campeón del mundo, único en Argentina… Estas tocando el cielo y apabullando al campeón, DIVERTITE SERGIO DIVERTITE que la noche se acaba…”
Mi estado de motivación era aplastante y fui arrollador. Con sinceridad, se que fui un torbellino de golpes, cambios de ritmo y ataque incesante para el hoy ex Campeón Mundial Mediano.
Apenas oír la campana final, supe que lo tenía. Que lo había logrado y los títulos eran míos. Llegaron las tarjetas y solo fueron un detalle. La euforia, la felicidad y la locura se desataron en mi equipo, en mi público y en mi cuando oímos como el presentador dijo "The new…!!" En ese momento, una de las sensaciones más increíbles e indescriptibles se apropió de mí. Quise gritar y no pude, me sentí mudo y ahogado. Quería llorar para descargar tanta presión, y no me dejaron... Escuetamente me dijeron: “Sergio, tienes la entrevista, ven aquí”.
Así sofoque mis emociones, cuando lo que quería era celebrar con los míos. En fin, eso es compromiso y profesionalismo. Frío y distante. Por suerte estaban al pie de ring esos seguidores Quilmeños y españoles enfervorizados y volviéndome a la realidad.
El trabajo estaba realizado. Exitosamente. Esa es mi conclusión. El argentino logro “La hazaña”, esa fue la conclusión de mis compatriotas de ambos países que me acompañaron y alentaron.
Ahora, pasados varios días ya de mi conquista mundial y siendo poseedor de cuatro coronas (no olvidar The Ring Magazine), siento que poco ha cambiado en mi interior. Quiero más, más campeonatos, más desafíos, quiero revanchas, quiero quedar en la historia grande del boxeo mundial, quiero eso igual que antes de enfrentar a Kelly "The Ghost" Pavlik.
Siento que esta aventura recién empieza, y estoy más y mejor preparado que nunca.
Muchas gracias y ¡Hasta la victoria Siempre!

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