sábado, 30 de enero de 2010

STEAL IN LAS VEGAS



Emilio Marquiegui desde Las Vegas

El boxeador español Gabriel Campillo perdió injustamente su corona mundial del peso semipesado WBA en el Hard Rock Hotel & Casino de Las Vegas ante el aspirante kazako Beibut Shumenov, por puntos en decisión dividida de los jueces. Si hablábamos en la previa de posible encerrona, esto fue una emboscada con dos francotiradores al borde del ring armados con una cartulina. Parece que sí ha influido en el resultado la condición de residente en Las Vegas de Shumenov. Lo vivido esta noche ha sido lamentable. Sigue la mala racha para el boxeo español en los Estados Unidos, que no gana un combate por título mundial en aquel país.
Analizando la pelea vimos un enfrentamiento entre un púgil con clase y compostura ante un lanzador de golpes que solo logró masacrar los codos y los guantes de Campillo. El español debió recibir en todo el combate dos o tres manos algo claras, mientras que Shumenov terminó con el rostro sangrante e inflamado. El semblante de ambos al final de la pelea era la viva imagen del Dr. Jekyll y Mr. Hide. El último sonido de gong nos dejó a un exultante Campillo que saludaba desde las esquinas del ring a un público de Las Vegas resignado y silencioso ante la superioridad del español, y a un abatido y golpeado Shumenov que se retiraba a su esquina a enmascarar su grotesco rostro con una bolsa de hielo.
La puntuación del combate por parte de los tres jueces locales fue de 117-111 de Levi Martínez para Campillo, que además coincide con nuestra opinión, Jerry Roth puntuó increíblemente 115-113 para Shumenov, mientras que la jueza Patricia Morse Jarman anotó ¡117-111¡ para el kazako. La señora Jarman, a pesar de su cierta experiencia, o se quedó en el casino durante la pelea, o estuvo haciendo ganchillo, por no pensar otra cosa. El reglamento del boxeo dice que gana el asalto el que golpea más y mejor a las zonas reglamentarias del contrario, el pegar y que no te peguen, nada dice del que es agresivo o golpea otros lugares corporales del rival. Además primará en caso de igualdad la mejor técnica exhibida.
Y Campillo la demostró con gran claridad sobre su oponente, mientras Shumenov solo lanzaba golpes sin dirección precisa, que impactaban casi siempre en los brazos o en los guantes de un español que defendió muy bien a lo largo del combate. Nos decepcionó el púgil local, que si en el octavo asalto lanzaba el protector al tapiz para ganar unos segundos ante la superioridad del campeón, en el noveno tras sonar la campana se retiraba a su esquina casi K.O. con el rostro deshecho y sanguinolento. Aunque la victoria fue merecida para Campillo, quizás le sobró esa frialdad habitual en él, esa falta de agresividad o pegada que le impide acabar los combates antes de tiempo y no triunfar con un rival anulado técnica y físicamente. Campillo, que nos reconoce que no pudo tirar más golpes, debió cerrar la pelea en los últimos asaltos, pero desde luego nadie esperaba un desenlace posterior similar. Toda la prensa americana comentaba la injusticia del resultado, varios señalando una ventaja de 4, 5 ó 6 puntos para Campillo, como resultado justo.
Comenzó la contienda con un Shumenov muy agresivo, como se esperaba, lanzando muchos golpes, pero bien cubiertos por el español. El error de precisión del asiático es evidente, golpea al bulto, y para Campillo fue algo mecánico el bloquear sus andanadas.
Sin acciones claras, pero simplemente por dominio el aspirante se anotó el primer round. En el segundo Campillo intercepta bien el ataque kazako, se anima y Shumenov termina reculando. El tercer asalto comienza con una nueva carga de Shumenov, que se desgasta y corre el riego de desfondarse prematuramente. Campillo es más boxeador, lo percibe el aficionado. En el cuarto Campillo cuela sus manos con destreza entre la guardia de Shumenov, que queda en evidencia. Repetimos, nos decepcionó el aspirante.
En la quinta vuelta Campillo recibe uno de los escasos golpes claros, quizás con el guante o quizás con la cabeza, y se le abre ligeramente la ceja izquierda. Shumenov, al olor de la sangre, acaba el asalto dominando, otro round para el aspirante.
En el sexto asalto Campillo vuelve a entonarse y ligeramente se lleva el round porque golpea más a su rival. En el séptimo el campeón se va al ataque, hace labor de aspirante, persigue por el ring al asiático y domina. En el octavo a Shumenov no le queda otra, ante la superioridad del campeón, que utilizar la defensa facial, es decir, parar los golpes con la cara. Incluso escupe el protector para evitar más castigo y ganar unos segundos de respiro.
El noveno es un recital de Campillo que está a punto de noquear al púgil local. El tono de la faz de Shumenov va enrojeciéndose por segundos y termina con un rojo intenso, cortado en el pómulo. Ahí debió terminar la pelea el campeón, ya que en el décimo dejó que Shumenov se viniera arriba y se llevara por empuje el asalto.
Esa permisividad de Campillo provocó que uno de los jueces se cebara dando los dos últimos rounds al aspirante, pero mereció ganarlos Campillo por sus mejores golpes y calidad técnica.
Hemos visto a un boxeador superior, Campillo tuvo asaltos excelentes, aunque hay que rematar la faena por si ocurre lo que ocurrió al final, una reprobable actuación de los jueces del Estado de Nevada Patricia Morse Jarman y Jerry Roth.
Ya se habla de revancha, pero el desánimo envuelve al equipo del madrileño que terminó protestando y reclamando airadamente, al igual que la decena de españoles que viajaron a Las Vegas a animar a su amigo. Si en Argentina y Kazajstán, ante rivales que peleaban frente a sus compatriotas, Campillo ganó, y los jueces fueron justos con él, ahora en Las Vegas, la meca del boxeo, un lugar histórico y serio de buen pugilismo, la llamada ciudad del juego se ha convertido por unas horas en la ciudad del juego… sucio.


"Los Shumenov han comprado mi título"
Gabriel Campillo está perplejo, abatido, una ligera mueca que tuerce el gesto de un rostro impecable, el de un tipo que parece venir más de jugar a la ruleta, que de un combate de boxeo.
“No he perdido en absoluto. No me han llegado manos claras en toda la pelea, y nunca lo he pasado mal a lo largo de los asaltos.”
Incluso a Campillo le parece haber ganado más nítido que hace unos meses en Kazajstán.
“A Shumenov le he visto al mismo nivel, pero yo me he encontrado mejor, más boxeador.”
¿Cómo no te lanzaste a por la victoria en el décimo asalto?
“Lanzé todo lo que pude. No dí más de mí.”
A pesar de la prudencia y educación exquisita de Campillo, el ya ex campeón no puede bloquear la salida de esta frase de su boca.
“Los Shumenov han comprado mi título.”
En términos similares se expresaba su mánager y entrenador Ricardo Sánchez Atocha al final del combate.
“Ha sido un robo total. A la jueza la ha debido de pagar alguien, esto huele a todo menos a justicia deportiva.”
La vida sigue, y fríamente se piensa en el futuro.
“Vamos a hablar con la WBA y exigir una revancha inmediata. En España quien ha visto el combate a través de Internet todavía no se explica el resultado.”

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