lunes, 7 de diciembre de 2009
EXTRAORDINARIA PELEA ENTRE PAUL WILLIAMS Y "MARAVILLA" MARTÍNEZ
JOSÉ MANUEL MORENO. BOXEO VELEÑO.
Lo primero que tenemos que reflejar en nuestra crónica del combate entre el estadounidense Paul Williams y el argentino residente en España, Sergio “Maravilla” Martínez, es el monumental error que comete Dan Goosen, el promotor de la velada, llevándose una pelea con semejantes estrellas del ring a una sala, la “Adrian Phillips Ballroom” del Boardwalk Hall, con apenas 3.000 espectadores de aforo. Este espléndido combate se merecía el neón y el clímax del monumental y mítico recinto de Atlantic City, New Jersey, no este sucedáneo. Ya en el aspecto deportivo, nuestro casi compatriota salió al cuadrilátero más fuerte y musculado que en toda su carrera, para eso era el combate más importante de su vida, y el primero que peleaba en el peso medio. De hecho, en el pesaje, dio en la báscula 900 gramos más que “The Punisher”, a pesar de los 9 centímetros a favor del americano, que cuenta con una envergadura de peso pesado, nada menos que 208 interminables centímetros. Vamos con la pelea. El rostro de confianza de Sergio ya invitaba al optimismo. El primer asalto puede ser clave, curiosamente, a la hora de valorar el resultado final. Al 1:04 de comenzar, cae Martínez en un aparente resbalón. Él admite la cuenta del árbitro, mientras guiña a su esquina, explicitando que no tenía ningún daño. El americano, es cierto que le suelta un golpe que más parecía una colleja, que le da a su rival entre el cuello y la espalda. Ya tenemos la primera polémica de la pelea. Sergio no se viene abajo en absoluto, y faltando cuatro segundos para el final del asalto, suelta una tremenda derecha a la cara de Williams, que lo envía a la lona, y casi directamente al Hospital. La campana nos priva de ver qué hubiera sucedido con algunos segundos por delante. El segundo y el tercer asalto definen el combate. Una vez más, la teoría de Martínez de que su guardia baja, es decir, inexistente, ahuyenta los golpes de los rivales, se ponía de manifiesto. Williams, a pesar del alcance de sus brazos, no atinaba a meter el jab, y de esta manera, el argentino evitaba las famosas y temidas combinaciones múltiples que han jalonado la carrera del americano, hasta el momento. El argentino, además, demuestra que es más listo que el hambre, y que ha preparado mejor la pelea, ya que, a la más mínima, busca el clinch, sabedor de que un combate en la corta y media distancia, le supone una clara ventaja para sus intereses. En el cuarto asalto, el pómulo izquierdo de Williams empieza a sangrar, lo que quizás motiva que en el quinto, salga en tromba, buscando el nocaut. Entonces, se produce un hermoso toma y daca entre el ataque del local y las contras mortíferas y certeras del de foráneo. Ambos terminan por los suelos, por la gran intensidad que están poniendo en la pelea. En el siguiente descanso, el preparador principal de Martínez, Juan León Díaz, le pide a su pupilo que acentúe los desplazamientos laterales, para evitar los intercambios de golpes con su rival, a la par que le indica que comience a atacar, faltando un minuto para acabar el asalto. En el séptimo episodio, llega con más frecuencia y acierto el jab de Williams, en los tres minutos menos activos del natural de Quilmes, en toda la noche. Sin embargo, el octavo asalto es un canto a la estética y la eficacia de las esquivas de Sergio, que incluso provocan una caída por resbalón del boxeador de raza negra. ¡Qué pocos boxeadores de élite esquivan como Sergio! El noveno asalto es, quizás, en el que cuesta más trabajo pronunciarse en quién se lo adjudicó, por falta de golpes nítidos. Mejor darlo nulo. El décimo es de los asaltos más claros para “Maravilla” ya que consigue impactar un gancho y un crochet, ambos con la mano izquierda, que hubieran tumbado a un búfalo, pero no al nacido hace 28 años, en Aiken,Carolina del Sur. Con todo por decidir, llegan los dos últimos y decisivos asaltos. Comienza el undécimo, con una caída accidental de Sergio, en lo que podía ser una señal de cansancio, pero, pronto, cuando ambos protagonizan un intercambio de golpe por golpe, se comprueba que los únicos que llegan a su destino son los del quilmeño, por lo que se adjudica indiscutiblemente el round. Ricardo Sánchez Atocha, antes de los últimos tres minutos de batalla, le pide al residente en Alovera, Guadalajara, que le “ponga el alma” a ese último capítulo de esta fantástica pelea. Un nuevo resbalón para empezar, y los dos que deciden ir al frente para llevarse el decisivo asalto. Mucha bravura, buenos golpes, pero mayor desacierto en ambos, por el cansancio lógico del combate. Llega el final. ¡Qué combate! ¿El mejor del año? Ya es candidato para ello. Ambos boxeadores se abrazan y hasta intercambian unas frases. Habla más Sergio, para eso es argentino. El rostro de Williams, es un poema, totalmente entumecido, nunca, ni ante Carlos Quintana, recibió semejante castigo. En la cara de Martínez, también hay pruebas de la fiereza de la batalla que acaba de entablar, pero en mucha menos proporción que en la cara de su rival. Uno de los dos, sumará la segunda derrota en su carrera, o a lo mejor, se produce un nada injusto nulo, como el que marca la primera cartulina que lee Jimmy Lennon Jr. Empate a 114 para Julie Lederman. Coincide con nuestra puntuación. El estruendo y el tremendo abucheo llega cuando se anuncia que un juez miope o prevaricador, Pierre Benoist, ha visto ganar a uno de los dos (ya saben a quién) por 119-110. Si no fuera triste, parecería cómico. El tercer juez, Lynne Carter, ha visto un mucho más comedido 115-113. Cuando se descubre el ganador, decisión mayoritaria para el boxeador local, no se vislumbra ninguna cara, o lo que le quedaba de la misma, de satisfacción en Williams, mientras que Sergio sonríe irónicamente, con la misma clase con la que se desenvuelve por la vida y por los cuadriláteros. En una decisión tan cerrada, vayamos con las cifras, a ver si nos arrojan más luz. En el total de golpes, Williams lanzó un total de 978 golpes, aunque solo acertó en 299 ocasiones, un 31% de acierto. En cuanto a “Maravilla”, lanzó 638, impactando 254 golpes, para un total de un 40%. En cuanto a los jabs, Williams tuvo un 37% de acierto (93, de 347) por un superior, de nuevo, 37% del argentino, 71 de 192. Y, por último, y quizás definitivo para avalar la teoría de que ganó Sergio, en los golpes de poder se lleva la palma de nuevo el argentino, en cuanto a calidad, que no en cantidad. Williams llegó en 206 ocasiones de los 631 intentos (33%), por los 183 impactos, de 443 intentos, con un porcentaje del 41%, de Martínez. Eso dicen los fríos números. Sergio Martínez, en sus declaraciones a HBO, fue certero y contundente: “Tuve la suerte de hacer un buen combate, y de tener enfrente al boxeador más temido, pero sin tenerle nada de miedo”. Añadió con gran entereza y hasta satisfacción en su rostro:”Cuando caí en el primer round, me dio cerca de la nuca, pisé mal, pero fue un golpe lícito”. “Es un boxeador que trabaja, pero en ningún me puso en aprietos, nunca estuve nocaut”. Cuando el locutor Max Kellerman le preguntó por el juez que dio nueve puntos de margen, Sergio, entre la indignación de los que le rodeaban, se limitó a decir que:”Prefiero que digan ustedes lo que fue ese fallo, pero eso fue un “fallo”. Y, para terminar, admitió con rapidez la posibilidad de una revancha. Por cierto, que ni los propios comentaristas americanos se pusieron de acuerdo: para HBO, 115-113 para Williams, y sin embargo, para ESPN, 114-113 para Martínez. En definitiva, dos boxeadores de clase A, extraordinaria pelea y, más allá de bizantinas discusiones sobre la injusticia o injusticia de la decisión de los jueces, lo que pedimos es que Lou DiBella y Dan Goosen pongan fecha y lugar a lo que puede ser la revancha más justa de la reciente historia. Pero, esta vez, un ruego, señor Goosen: la pelea, en el recinto para 20.000 espectadores, que ambos son capaces de atraerlos.
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