miércoles, 22 de abril de 2009

Una historia de lucha


Por Kieran Mulvaney
Especial para ESPN.com

En el mundo del pugilismo profesional, hay boxeadores y hay luchadores.
James Kirkland es un luchador.
Siempre ha sido un luchador, desde un principio, desde que era un huérfano sumido en la total pobreza y vagaba por las calles de East Austin.
"Durante mi infancia no contaba con las mejores cosas, de modo que siempre me metía en problemas", dijo Kirkland. "No lo teníamos y debíamos tomarlo. Siempre estaba en medio de una pelea... Mi madre nos mando a mí y a mis hermanos a practicar boxeo".
Lo llevó a ver al entrenador local, Donald Pops Billingsley, quien lo sacó de las calles y lo metió en el gimnasio. Le pagaba $5 para que peleara con los demás jóvenes. Kirkland sólo tenía seis años, pero se encariñó con Billingsley, y le comenzó a gustar este deporte de inmediato.
"Me encantaba poder pegarle a alguien y no meterme en problemas por ello", comentó Kirkland.
Billingsley se convirtió en el padre que Kirkland nunca tuvo. Y fue en ese mismo gimnasio en el que este joven iba a conocer a alguien más que iba a cambiar radicalmente su vida.
Ann Wolfe era una persona sin hogar y tenía dos hijos cuando se acercó a Billingsley en 1995 y le dijo que quería aprender a boxear. Billingsley no se permitió mostrar compasión; Wolfe se convirtió en una potente y temida boxeadora, una campeona mundial en cuatro pesos cuyo nocaut de un solo golpe en 2004 ante Vonda Ward es uno de los videos más vistos en YouTube.
Después de dejar de pelear Wolfe, incursión en el entrenamiento. Como estratega y motivadora de Kirkland lo ha llevado a conseguir un récord 24-0 con 21 nocauts y a lograr una reputación como uno de los prospectos más excitantes. Ahora tiene una cita el sábado por la noche (HBO 10 ET/PT) con la estrella en ascenso del peso mediano junior, Joel Julio.
A pesar de la reputación de Wolfe como boxeadora, Kirkland reconoce que el hecho de ser entrenado por una mujer ha hecho que más de uno se sorprenda.
"Aunque no lo creas, son muchos los que dicen, '¿Cómo hará una mujer para entrenar a un hombre para ganar el título mundial?', o se preguntan, '¿Qué le puede enseñar?'", dijo Kirkland. "Lo que puedo indicar es lo siguiente. Ella me dice que corra cinco millas y lo hace al lado mío. Me dice que le pegue a una bolsa de diez libras o que corra en la cinta y ella está a mi lado haciendo lo mismo".
El probador del peso mediano junior, Ishe Smith, quien hizo peleas de práctica con Kirkland durante una semana en febrero, asegura que Wolfe y Kirkland tienen un régimen de entrenamiento que no se compara con el de otros púgiles.
"Hacen de todo. Entrenan de una manera que nunca antes vi. Arrastran neumáticos, es como una especie de entrenamiento militar", dijo Smith. "Él entrena muy duro y ella hace que él trabaje muchísimo".
Kirkland reconoce la intensidad y la disfruta.
"Cada día que me levanto y vengo al gimnasio, sé que vengo a una batalla", dijo. "No tanto por las peleas que puedo hacer en el cuadrilátero, sino con respecto a la resistencia que requiere esta preparación, que es tanto física como mental. Depende del esfuerzo que estás dispuesto a hacer. Porque ella te obliga a poner todo en el entrenamiento: Cuerpo, mente y alma".
La manera en la que entrenan se refleja en el estilo que Kirkland tiene al pelear, dice Smith.
"Si aprende a calmarse y si trabajo un poco más en su destreza, será muy difícil superarlo", dijo el participante de la primera temporada de "The Contender." "Pero es demasiado intenso. Si le pegas, te quiere devolver el golpe de inmediato".
Quizás no haya un ejemplo más claro del estilo de Kirkland de "Pegar y recibir un golpe" que su guerra con Allen Conyers en noviembre de 2007. Kirkland salió de su rincón y arremetió con sus dos puños ante su oponente -- solo para recibir un par de golpes derechos que lo dejaron destruido.
Como si se hubiese enfurecido por la audacia de Conyers, Kirkland volvió a arremeter contra su oponente, lo hizo caer dos veces y le pegó tan fuertemente que se tuvo que detener la pelea antes de que terminase la primera ronda.
Su ferocidad dentro del ring se contradice con su actitud fuera de las sogas. Un contraste del joven resentido que Billingsley rescató de las calles.
Como lo dijo Billingsley en el documental de HBO "Real Lives" sobre Kirkland, "Lo he visto cambiar. Era una especie de matón bruto y se ha convertido en alguien totalmente diferente".
"Así es, les agrado a los demás", dijo Kirkland.
Pero esa persona se transforma cuando suena la campana y empieza el combate. Cuando Kirkland se convierte, según las palabras de Wolfe, "En un tiburón nadando en aguas llenas de sangre".
Es una ferocidad y una intensidad que Kirkland cree le permitirá superar a quien quiera que esté enfrentando, sin importar la habilidad de su oponente o sus propias debilidades.
"Los demás dicen que a mi estilo le falta una buena defensa o que me aterrizan demasiados golpes derechos", agregó. "Pero todos terminan cayendo en mis manos en algún momento".
El sábado, piensa que ocurrirá lo mismo.
"Me parece que Julio es bueno", dijo Kirkland. "Pero no creo que pase de los seis asaltos. Es un buen púgil y espero que venga preparado. Porque sé que yo lo estaré".
Al menos, lo último que dijo es cierto. Kirkland se está preparando desde que tenía seis años. En ese momento ya era un luchador... Y lo sigue siendo.

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