sábado, 10 de mayo de 2008

POZO CHOCA CONTRA UN COLOSO (De El Faro de Vigo)


El boxeador vigués pierde, ante 5.000 espectadores, el combate por el título mundial del peso mosca al arrojar la toalla tras el séptimo asalto
Iván Pozo llamó a las puertas del cielo del boxeo, pero no le abrieron. El vigués, en el combate de su vida, se encontró con un problema inabordable para él: Omar Narváez. El argentino, que ayer hizo honor a su apodo de "Huracán", confirmó los motivos por los que se mantiene invicto y por los que ha defendido con éxito este cinturón trece veces.

El récord de Monzón, le falta una defensa, va camino de ser historia porque este gran boxeador está absolutamente condenado a la leyenda. Y contra esa realidad se estrelló Iván Pozo que dio la cara con coraje mientras pudo, pero que tras finalizar el séptimo asalto lanzó la toalla consciente de que hasta el final lo que le aguardaba era un martirio interminable y que no conducía a otro lugar que a la derrota. Omar Narváez estalló de felicidad mientras As Travesas, convertido en una caldera, en un infierno dispuesto a llevar en volandas a su chico al título, enfrió de golpe cuando vio volar hacia el ring la toalla roja.

Fue un gesto digno de Pozo pero que pone de manifiesto la distancia sideral que en estos momentos le separa de este argentino que desde que llegó a Vigo no dejó de transmitir seguridad en sí mismo. Y ayer demostró por qué. Era imposible que perdiese con este estado de forma.Los dos púgiles sólo se dieron tres minutos de tregua. En el segundo asalto los dos boxeadores se lanzaron como si el tiempo se les fuese a acabar de golpe y ahí se condenó el vigués.

En medio de un ambiente extraordinario a Iván Pozo le pudo el corazón en el arranque del combate.

Quiso ir demasiado deprisa, le costó aislarse de la caldera en la que se había convertido As Travesas y el argentino es un púgil que sabe moverse perfectamente en ambientes complicados y al que le sobran recursos para sacar adelante cualquier clase de pelea. Narváez es un superclase, un boxeador que maneja de forma perfecta la distancia y que siempre supo sacar la contra cuando Pozo le acosó en el comienzo. Supo aguantar el empuje del vigués, pero poco a poco se fue haciendo con el control de la pelea y enfriando los ánimos de un pabellón que descubrió que la empresa que abordaba su púgil era homérica teniendo en cuenta el talento y la experiencia del argentino.A partir del segundo asalto Narváez encontró la distancia justa a la que boxear con Iván Pozo y el combate se fue muriendo poco a poco.

Desde el rincón Amoedo le insistía en que gol-pease y se marchase, que no se quedase cerca aunque sintiese que había hecho daño porque el argentino parecía un gato que cuando peor cara ponía y más acorralado daba la impresión de estar encontraba las fintas para salir de la situación y las manos para ir minando a Iván Pozo que supo demasiado pronto que no iba a tener posibilidades de llevarse el combate. Lo que nadie esperaba era el desenlace.

Iván Pozo perdía los asaltos cada vez de forma más clara, comenzaba a abrir la boca de forma insistente mientras el argentino no pestañeaba, ni descomponía el gesto. Podía aguantar, daba esa sensación, pero estaba condenado a la derrota.

Entonces, al terminar el séptimo asalto -el que perdió de forma más clara- el vigués pronunció la frase que nadie esperaba esa noche: "No puedo". Iván Pozo lloraba mientras Amoedo lanzaba la toalla y aceptaba la derrota clara ante un boxeador grandioso que en apenas veinte minutos había regalado a los aficionados un verdadero manual de boxeo. Narváez estalló de alegría mientras Iván miraba a la grada y trataba de consolarse mientras parecía pedir perdón con la mirada.

"Estaba desbordado", fue lo primero que acertó a decir tras quitarse los guantes. No mentía. Iván jamás había perdido con tanta claridad, nunca se había enfrentado a un rival de este nivel. Ayer quedó claro que los cinturones de campeón del mundo no están en manos de cualquiera. Narváez va camino de la historia y para derrotar a esta clase de boxeadores hace falta mucho más que voluntad y ganas. Eso le sobra a Pozo, pero Narváez es un portento. Habrá más oportunidades para el vigués y sólo hay que esperar que Narváez no esté en el camino. Un triste final para una noche inolvidable.

No hay comentarios: