miércoles, 7 de mayo de 2008

"El tren del Mundial pasa por Vigo y lo voy a coger" En el Diario AS



Iván Pozo (Vigo, 26-8-1979) tiene, con 28 años, la oportunidad de proclamarse campeón del mundo del peso mosca en su ciudad natal este viernes. Una oportunidad única ante un campeón temible, el argentino Omar Andrés Narváez, que ha defendido en doce ocasiones su título.

Ya sabe lo que dicen, el tren suele pasar una vez en la vida. Y éste tiene parada en Vigo

Sí, suele pasar sólo una vez y yo lo voy a coger, porque las oportunidades hay que aprovecharlas siempre. Aunque, independientemente del resultado, yo creo que ese tren podría volver a hacer paradas, porque cuando se trabaja bien al final acaban llegando los premios. Omar Narváez es el mejor boxeador del mundo de los pesos bajos y no se hace un Mundial todos los días, así que estoy preparado para ganarlo, para agradecer el apoyo de mucha gente y para que todos los aficionados me puedan ver y se sientan orgullosos.

Narváez ha realizado doce defensas de su título con éxito y le apodan 'El Huracán'. A usted le llaman 'El Pequeño Guerrero'. Esto promete dureza. Saltarán chispas, ¿no?

A mí me gusta el boxeo de Narváez, porque es de los que van de frente. Estaré delante de un púgil muy completo, muy duro y uno de los más inteligentes de todo el panorama, junto con De la Hoya y Mayweather. Pero no sólo eso, estoy contento de boxear con él porque ante todo es una buena persona y da buena imagen, algo de lo que está necesitado a veces el boxeo.

Buena imagen. Dos palabras que en algunos casos están reñidas con el pugilismo.

Bueno, en España hay de todo. Yo, por ejemplo, me considero un profesional disciplinado, me encanta el deporte y lo que conlleva. Narváez también es un ejemplo de gran deportista: bueno boxeando y bueno viviendo.

Porque el boxeo no es sólo cuestión de dar golpes. Como en cualquier deporte moderno influyen otras cosas. Usted tiene todo un equipo de profesionales alrededor, algo raro en una disciplina que a veces no acepta bien las innovaciones. Cuente, cuente.

Sí, a mí me rodea un equipo fantástico. Trabajo con un psicólogo deportivo, Juancho Armental. Tengo un preparador físico joven y fabuloso, Pedro Docampo, que viene de trabajar en el Celta de Vigo con Fernando Vázquez; un fisiólogo como el doctor Juan José Crespo, que también trabaja con el equipo de fútbol y cuida de mi alimentación Y mi preparador de toda la vida, Paco Amoedo. Sólo hay que tener ganas de aprender y apoyarse en otra gente que te ayude a entrenar y a levantar el ánimo. La dejadez te hace fracasar.

La presión del ring es para fuertes de mente. ¿Le ayuda mucho el psicólogo?

Sí, se trata de encontrarme psicológicamente a gusto con lo que hago, de tener atados todos los temas personales. Una persona que, en cierto modo, se juega la vida y el físico no puede tener problemas que le perturben. Hay que encontrar una estabilidad emocional.

En julio de 2006 perdió el Europeo contra Andrea Sarritzu en Milán. ¿Fue difícil remontar?

Sí, me costó mucho. Ese día subí al ring con una anemia terrible. Hasta pasados tres meses no recuperé los niveles sanguíneos normales. En el segundo asalto no podía con mi alma, no recuperaba. Pero aprendí de los errores y ahora llego en un gran estado.

Está alejado de los dos polos más importantes del boxeo en España: Madrid y Barcelona. ¿Lo tiene difícil en Vigo?

Bueno, por ejemplo este combate hubiera preferido prepararlo fuera, pero no encontré el sitio adecuado. Eso me hubiera aportado más concentración porque en Vigo me entreno en un gimnasio al que puede apuntarse cualquiera, lo que a veces te resta tranquilidad. Aunque ésta es una ciudad fantástica, sí que es verdad que cuesta encontrar sparrings, por ejemplo.

(El Mundial lo ha preparado con un venezolano y con el bielorruso Valery Yanchy, que dejaba aparcado su taxi en A Coruña, donde se ha establecido, un par de días a la semana para guantear con Pozo).

¿Se dedica a algo más?

No, única y exclusivamente al boxeo. Un jugador del Real Madrid que juega la Champions o un olímpico no pueden dedicarse a otra cosa. Yo puedo estar siete u ocho horas entrenando al día. Sería imposible hacer otra cosa. Sigo con mis proyectos de estudios (comenzó un ciclo formativo superior), pero ahora está aparcado.

¿Cómo encuentra la motivación?

Por un lado u otro tengo gente con un gran corazón que me motiva, como Míchel Salgado o Lorenzo Sanz, que me apoyan y me dan aliento en los momentos claves. Si eres bueno, pero no te dan un empujón, es difícil. Ellos son como parte de mi familia.

Aparte de apoyo moral, ¿también le ofrecen el económico?

Lorenzo hizo un esfuerzo muy grande conmigo, para ayudarme a acudir a las subastas de las peleas. Son gente importante y cuando ven que tienes su apoyo, te valoran de otra manera, no como a un tío que tiene que matar para estar en esto.

¿Es verdad que Míchel metió a Kiko Matamoros en el lío?

Sí, así fue. Kiko tiene un gran talento para mover cualquier espectáculo. Derrocha ganas, es inteligente y va a hacer una velada a lo grande. Me siento orgulloso de trabajar con él. Y llegó por medio de Míchel, que es un tipo con unos valores humanos increíbles. Entre los deportistas nos entendemos y él siempre se interesa por mí. Mi sueño es de los más difíciles, sobre todo en un deporte tan poco valorado en este país. Y me siento respaldado.

Javi Castillejo dejará de ser un día u otro el estandarte. ¿Está preparado para coger el relevo? ¿Para ser el nuevo gancho?

Yo voy a intentar que esto resurja. Si él lo deja, intentaré estar yo ahí y me conformaría con conseguir la mitad de lo que él ha ganado. Ha hecho historia, pero tiene energía para hacer más, aunque debe dosificarse. Decida lo que decida estará bien. Él es ya el boxeador más grande de la historia de España.

Por cierto, la velada estaba programada para el 14 de abril, pero una lesión en la mano del argentino obligó a posponerla. ¿El aplazamiento le ha venido bien?

Sí que me sentó bien el reposo. Bajé bastante de peso en tres meses y ahora me he estabilizado en los 54 kilos.

¿Se ha tragado muchos vídeos de Narváez?

Sí, le admiro mucho. Cuando tuve momentos bajos, veía sus combates porque era un boxeador que saliendo fuera lo ganaba todo. Me voy a medir a uno de los grandes, a uno de los que más me gustan.

Esta vez se verá por la televisión.

Claro, el boxeo está donde se merece. Va a ser un campeonato precioso, conmigo entre los mejores del ranking varios años y el mejor del mundo.

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