jueves, 7 de febrero de 2008

REFLEXIONES SOBRE LOS PROMOTORES EN "CLARIDAD" DE PUERTO RICO


Estoy en abierto desacuerdo con el escrutinio público de los salarios o ganancias de los atletas, mientras, por ejemplo, nadie cuestiona públicamente lo que se ganan los promotores de las carteleras de boxeo. Además, literalmente resulta ser una media verdad la cantidad de dinero que supuestamente se ganan los boxeadores profesionales. Vamos por partes. Prácticamente todos los boxeadores funcionan como contratistas independientes, a los que se les paga por tarea. O sea, que firman contratos por cantidades específicas por cada pelea. El problema es que los manejadores se quedan con una tercera parte (33%) de la cantidad acordada y que tradicionalmente, los entrenadores les tumban otro siete por ciento (7%). Eso quiere decir que antes de comenzar a contabilizar gastos, los boxeadores ya han visto reducir sus bolsas en 40%. Si a eso se le suman los impuestos que se deducen directamente, los gastos por concepto de abogados, relaciones públicas y en muchos casos los de chatas y entrenamiento, no es exagerado afirmar que los boxeadores realmente reciben poco menos de la mitad de lo que se anuncia públicamente como su “bolsa”. Ése es el balance con el que entonces enfrentan al fisco.Hay dos tipos de excepciones a esa regla. Unos peleadores, como Miguel Cotto, tienen garantizadas unas cantidades mínimas de dinero anualmente, independientemente de las peleas que realicen. Obviamente, las empresas, como es el caso de Top Rank, se aseguran de que los boxeadores con ese tipo de contrato, peleen con suficiente frecuencia para que les deje beneficios. Por eso es que Cotto ha estado realizando tres combates por año.El otro grupo lo componen peleadores excepcionales que tienen suficiente fuerza para exigir a los promotores un por ciento de los ingresos que generen los combates.Si hay una profesión en la que tiene vigencia el refrán de que “el que tiene padrino se bautiza” es el boxeo. En casi todos los lugares existe una reglamentación que específicamente prohíbe que los manejadores sean promotores y viceversa, descaradamente las principales empresas la violan continuamente. Por ejemplo, Don King aparece como promotor y su hijo Carl King es el manejador de muchos de los boxeadores que pelean en sus carteleras. Lo mismo ocurre con la empresa Top Rank, que alterna entre Bob Arum y su hijastro Todd Duboff y Main Events de la familia Duva. El mayor riesgo que tienen los boxeadores es que independientemente de su calidad, muchos de ellos, si pierden una pelea, bajan considerablemente sus valores. Sólo los que están ligados a empresas como las mencionadas anteriormente o las que reparten el bacalao en Europa o Asia, pueden darse el lujo de recibir oportunidades adicionales, aun después de derrotas.Esos promotores son los ganadores seguros de cada cartelera. Ésos ganan comoquiera sin tirar un golpe y además, no arriesgan su salud. Si Don King no fue el que inventó el sistema, definitivamente fue el que lo perfeccionó. Tomemos, por ejemplo, la pelea reciente entre Tito Trinidad y Roy Jones.De acuerdo a Don King, en Estados Unidos y Puerto Rico se vendió el pague por ver “pay per view” en cerca de medio millón de hogares (estimados independientes lo situaron en 400,000) a un promedio de $55 por hogar. Eso produjo $27 millones y medio de dólares en ingreso bruto. Si uno estima que entre una quinta y una cuarta parte se reparte a las estaciones de cable y satélite, Don King obtuvo sobre veinte millones en ese renglón solamente.Esa cantidad se quedó bien por debajo de los estimados grandilocuentes de Don King. Récordemos que la pelea entre Tito y De la Hoya vendió 1.2 millones de hogares y la de De la Hoya-Mayweather rompió todos los records con más de dos millones de hogares.En esos totales no están incluidos los cientos de instalaciones en las que se transmitió la pelea en lo que se conoce como “circuito cerrado”. Esos son cines, teatros, hoteles y otras instalaciones. Tampoco incluye las ventas internacionales, que en la pelea entre Tito y Roy Jones se estimaron en unos sesenta países, que transmitieron en “pay per view”, circuito cerrado o en lo que se conoce como televisión abierta. En su afán por acapararlo todo, Don King utilizó su propio sistema de transmisión internacional, llamado Don King International.Por otro lado, el Madison Square Garden pagó ocho millones y medio de dólares por la boletería. A eso hay que añadirle la aportación de la cerveza que se promocionó en la lona. La estación de televisión HBO adquirió y pagó por los derechos para la retransmisión posterior de la pelea.En resumen, no sería exagerado estimar en unos cincuenta millones de dólares los ingresos brutos generados por la pelea, de los cuales le deben haber sobrado unos cuarenta millones a la empresa promotora Don King Promotions (DKP). Tito negoció un pago garantizado, que originalmente se dijo eran siete millones de dólares y que después se ha ubicado hasta en nueve millones. Pero Tito no recibió un solo centavo adicional de los $50 millones descritos anteriormente.Roy Jones, por su parte, tenía una cantidad menor garantizada, pero con unos por cientos de los diferentes renglones. Su problema es que Don King supuestamente dijo públicamente unos números y en el informe interno brindó otros.Si uno presume que entre los dos renglones, Roy Jones llegó a unos diez o doce millones de dólares y Tito entre siete y nueve, podría ubicar la ganancia neta de Don King en más de quince millones de dólares… sin haber tirado un golpe.Es importante recordar que la pelea de Tito y Jones fue considerada un megaevento, que son las pocas que hoy en día generan millones de dólares en ganancias, tanto para los boxeadores como para los promotores. Generalmente, esas son las peleas que se transmiten internacionalmente por el sistema de “pague para ver”.Contrario a lo que mucha gente piensa, las bolsas brutas de prácticamente todos los retadores en las divisiones de menos de 147 libras, con limitadas excepciones, no llegan a cincuenta mil dólares, mientras los campeones rozan los cien mil. Como expuse al principio, la ganancia real de los boxeadores debe rondar la mitad de las bolsas anunciadas.

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