ÁLVARO CARRERA
AS.com
"Estoy
muy cansado", reconoció Mikey García a su esquina antes de salir al noveno
asalto. En el siguiente descanso, su hermano y entrenador (Robert) le preguntó
si quería salir. Mikey es un guerrero y aguantó los dos rounds que le quedaban.
No tenía opciones, pero quería morir en pie. Lo consiguió porque Errol Spence
le dejó. El campeón fue muy superior y no quiso arriesgar al final, de lo
contrario el desenlace podía haber sido otro. Spence era más grande, pudo
aprovecharlo, pero su idea era demostrar su calidad y lo hizo. Los jueces no
tuvieron ninguna duda (120-107, 120-108 y 120-108, en las cartulinas), los
aficionados tampoco. El púgil de Dallas fue un rodillo para retener ante los
suyos (hubo 47.525 en el AT&T Stadium) el IBF del peso welter y dejar un
mensaje al resto de la división: hay boxeador para marcar época.
Spence
mandó desde que sonó la campana. Impuso su jab desde el primer segundo y fue
percutiendo con su izquierda recta (es zurdo) en la zona de flotación de
García. El aspirante se dedicó a estudiar la pelea en los dos primeros actos, a
partir de ahí el guión fue el mismo. Quiso sorprender con velocidad y
anticipación, pero la subida de categoría fue una losa demasiado grande. Spence
era más rápido y siempre le dejaba fuera de distancia (cuando no lo hizo se
quitaba golpes con el hombro con gran facilidad). Cuando intercambiaban la
diferencia también era notable. El campeón, al tener mayor envergadura,
impactaba antes y con más potencia. No había manera, era inexpugnable. En la
esquina de García le pedían que se cubriese bien y entrase en distancia. Una
quimera. García se llevó más castigo en Dallas que en toda su carrera y a
partir del octavo asalto todo se evidenció.
Spence
le había conectado golpes de todas las formas posibles... y Mikey intentó
batallar, pero poco pudo hacer ante la superioridad de su rival. El trabajo a
la zona de flotación del campeón se dejó ver. García no se movía, era un blanco
fácil. No tenía ni fuerzas para cabecear. Del noveno al undécimo asalto su
respuesta fue casi nula, otro no hubiese salido, pero él tiene un legado que
defender. En el último acto Spence bajó el ritmo. "Cabeza", le
pidieron en la esquina. Lo hizo, había dado una clase magistral y no la tiró
por la borda. Arrolló a la leyenda en las cartulinas y también en los
estadísticas. El dato define todo: Mikey García sacó en 12 asalto 406 manos,
sólo impactó 75. Spence, intentó 1.082 y llegó con 345. “Quería demostrar que
soy versátil y puedo hacer de todo”, afirmaba orgulloso el campeón tras su
victoria. Ya tiene su doctorado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario