ÁLVARO CARRERA
Charlie
Edwards frenó la ambición y el sueño mundialista de Ángel Moreno. El español
prometió un infierno al británico y cumplió haciendo una pelea muy física en la
que la mayor envergadura del campeón fue la clave. El británico retuvo el
Mundial WBC del peso mosca por decisión unánime (triple 120-107) y Moreno se
fue ovacionado por el público. Tiene alma de guerrero y lo demostró, pero no le
sirvió para vestirse de oro y verde en Londres.
Edwards
le cedió la iniciativa a Moreno de inicio, le tomó la medida y comenzó a
contragolpear con criterio. El español fue de menos a más. Comenzó intentando
golpes abajo, pero no quería arriesgar mucho e iba con cautela. Desde el tercer
asalto el campeón apretó y Moreno comenzó a recibir golpes innecesarios.
"No es el mayor de los pegadores, pero no puedes recibir esos
golpes", le aconsejaba Tinín Rodríguez en su esquina. Ángel abandonó la
guardia heterodoxa y se armó arriba. Ese cambio y el paso de los minutos hizo
que emergiese, es un púgil diésel y se notó.
Justo
con el ecuador del combate Moreno puso un ritmo muy alto. Presionó
constantemente a Edwards, quien boxeó muy bien para atrás y aprovechó su
envergadura para aguantar y contragolpear. Moreno iba acumulando castigo y en
el octavo asalto se fue al suelo. Estaba mal posicionado de pies y con el golpe
perdió la estabilidad, fue una cuenta dudosa, pero peleaba fuera y sabía que
podía pasar. Por delante le quedaban cuatro asaltos y un único camino: el KO.
Ángel lo buscó, se vació intentándolo, pero Edwards le dejaba fuera de
distancia y ese golpe no llegó. El madrileño escuchó cabizbajo las
puntuaciones, pero el público le reconoció su valía. Nunca se rindió y murió
como un guerrero.
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